Nosotras leemos, ellos mandan
Las élites culturales siguen masculinizadas hasta un nivel casi medieval
Aprendimos los verbos con largas listas de conjugaciones en las que cada tiempo debía pasar por los seis sujetos de rigor: yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos. Pero nos engañaron. Por síntesis y esa configuración aprendida de que el masculino nos incluye teóricamente a todos y a todas, como se empeñan en recordarnos los académicos y expertos, a la lección le faltaba el toque de género que solo el tiempo nos ha enseñado que, en demasiadas ocasiones, sí es excluyente.
Nosotras leemos más, por ejemplo. Los estudios suelen coincidir en que las mujeres leen mucho más que los hombres. El 67,9% de ellas lo hacen, frente al 63,6% de hombres, según el Barómetro de Hábitos de Lectura del gremio de editores. En España lo hacen todos o la mayoría de los días el 40% de ellas frente al 25% de ellos, según la consultora alemana GFK. La tendencia suele repetirse en asistencia a bibliotecas, museos de arte o espectáculos de artes escénicas. Y, sin embargo, ellos mandan más.
Se hace cansino este debate, sobre todo por la necesidad de subrayar realidades que no deberían pesar tanto ni importar. Sabemos que numerosas grandes y pequeñas editoriales tienen mujeres al frente, que la ristra de libreras que anima la vida cultural en España (o al menos lo intenta contra viento y marea) es inmensa. Que el mercado editorial se ha llenado de propuestas de mujeres, sobre mujeres y para mujeres en una tendencia que intenta aprovechar la ola feminista y subsanar una carencia de siglos. Lo sabemos. Está mil veces contado.
Pero si algo nos obliga a volver una y otra vez sobre ello es la situación de las élites, que siguen masculinizadas hasta un nivel casi medieval, sin adaptarse, sin representar al mundo al que se dirigen. Los hombres deciden en el 82% de las instituciones culturales, según la auditoría encargada por el Ministerio de Cultura. El 73% de los miembros de patronatos son hombres. Solo el 5% de las presidencias de los patronatos están ocupadas por mujeres. Amén de la brecha salarial, del tiempo de permanencia en los puestos de mando (ellos, 3,4 años; ellas, 2,6 en el caso de las direcciones generales).
Hasta la poco revolucionaria institución del premio Nobel de Literatura ha ido adaptándose y tapando sus vergüenzas históricas con galardones notables recientes a Louise Glück, Olga Tokarczuk, Svetlana Aleksiévich, Alice Munro, cuatro mujeres frente a seis hombres en los últimos 10 años. Van avanzando.
Hombres al mando: como los miembros del CGPJ, que deberían irse a falta de que los partidos se pongan de acuerdo porque su mandato ha caducado, deberíais entender el mensaje. Si las instituciones quieren representar a la sociedad de la que emanan, deben cambiar. Es tan cansino como evidente.
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