Llanto, atracones de comida y soledad: la pandemia hecha lírica por el Teatro Colón de Buenos Aires
El proyecto Casas de Ôpera del mayor teatro lírico latinoamericano busca dar testimonio de este momento excepcional y, a la vez, atraer un nuevo público gracias a su estética rupturista
“Lascia ch’io pianga” (Deja que llore) cantan cuatro artistas en escenas domésticas comunes durante la pandemia de covid-19: una mujer se atiborra de dulces y otra lo desinfecta todo sin parar, un hombre no aguanta más la soledad y otro enloquece entre sus plantas. El canto a la libertad de esta aria compuesta por Georg Händel en 1711 se resignifica al ser interpretado este 2020 por cantantes del Teatro Colón desde sus casas, en plena cuarentena obligatoria. El proyecto Casas de Ôpera del mayor teatro lírico latinoamericano busca dar testimonio de este momento excepcional y, a la vez, atraer un nuevo público gracias a su estética rupturista y la brevedad de las piezas.
Los intérpretes no lucen trajes recargados como los que suelen asociarse a la ópera ni tienen detrás una vistosa escenografía. Tampoco están sobre el majestuoso escenario del Colón. Actúan, en cambio, en sus cocinas, baños y salones y la ropa que visten ha salido de sus armarios. Los fondos suelen ser colchones revestidos con telas y la luz que los ilumina muchas veces son veladores que han adaptado con cartón o papel para lograr el efecto deseado.
“Cuando se declaró el confinamiento obligatorio nos fuimos a casa, pero no dejamos de trabajar, manteníamos el espíritu creativo. A la semana, con un grupo de cantantes decidimos seguir ensayando, al principio hora y media, luego dos, tres, pero sentíamos que nos faltaba algo. Queríamos contar historias, recuperar la ficción que habíamos perdido”, recuerda sobre el germen de este proyecto lírico su ideóloga, guionista y directora, Mariana Ciolfi. Cuando recibieron un correo del Teatro en el que se animaba a todos sus integrantes a proponer ideas creativas presentaron la suya. Una vez aprobada, todo el equipo se volcó en darle vida.
“Es el testimonio artístico e histórico de una época. En los tres capítulos salió hablar de lo que nos está pasando”, cuenta la directora general del Colón, María Victoria Alcaraz. “Se puede ser una institución de tradición con determinadas reglas, pero a su vez ser flexible y acompasarse a los tiempos que corren, que nos toman por sorpresa absolutamente a todos”, continúa.
La mezcla de clasicismo e innovación caracteriza las piezas de Casas de Ôpera subidas a la página web del teatro. Se mantiene la música lírica original, pero el guión se nutre de las vivencias actuales. El lenguaje es más cinematográfico que teatral. “Esto nos puso a prueba a todos. Mi acercamiento al cine fue como actriz, nunca dirigí y para mí es muy nuevo el lenguaje. Los cantantes arman los sets, se maquillan, ponen las luces”. Los asesora personal especializado del Colón a través de videollamadas, al igual que el director musical Marcelo Ayub dirige en el piano a Iván Rutkaukas. “Al principio me costó conectarme con una pantalla e hice un par de tomas. Pero la final fue súper interesante porque hubo una conexión como cuando estamos tocando a dos pianos de diferencia”, cuenta Rutkaukas en el documental Detrás de escena en el que muestran la realización.
Para la primera de las piezas eligieron Danke, canción alemana de Martín Gotthard Schneider que a Ciolfi le recordaba a su niñez, y para la tercera Largo al factotum, la cavatina que canta Fígaro en el primer acto de Il Barbiere di Siviglia de Gioacchino Rossini y que en el contexto actual hace pensar de inmediato en las cabelleras de los argentinos tras cuatro meses con las peluquerías cerradas. Dos piezas más se estrenarán en breve.
“En todos los vídeos hay algo de humor, aún en situaciones más tristes, porque nos sale así, nos reímos y tratamos de ver lo positivo de esta crisis que como toda crisis trae cosas nuevas. Esta nos obligó a pensar distinto y abrió nuevas puertas”, subraya Ciolfi. Entre ellas, la exploración de las posibilidades creativas que ofrecen las tecnologías y otra el acercamiento a públicos recelosos del género lírico. “Muchísima gente que ha recibido el material no son melómanos, no conocen ópera, quizás piensan que es aburrida y acartonada. Con estos materiales estamos logrando correr este velo y mucha gente lo está disfrutando y cantando. Cuando uno piensa que un niño de diez años está cantando Händel es emocionante”, agrega la directora escénica.
Alcaraz coincide en la importancia de acercarse a nuevas audiencias a través de la web, convertida hoy en el nuevo escenario del Colón. Piensa también en el regreso al teatro físico, cerrado desde marzo. A su juicio, la experiencia de estos meses será clave para encarar un futuro que la evolución de la pandemia y la crisis económica revelan incierto: “El último objetivo es tratar de volver a un teatro exactamente igual al del día antes que cerró porque ya no somos iguales, nos pasaron cosas en medio”.
Babelia
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