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La escultura que cambió el mundo durante 24 horas

El artista Marc Quinn realiza junto a la activista Jen Reid una estatua que la retrata y con la que reemplazaron sin autorización a la del esclavista Edward Colston, derribada el pasado junio en Bristol

Un operario retira la escultura de Marc Quinn que había sustituido a la del esclavista Edward Colston, derribada recientemente.
Un operario retira la escultura de Marc Quinn que había sustituido a la del esclavista Edward Colston, derribada recientemente.Ben Birchall (AP)

El artista Marc Quinn (Londres, 56 años) descubrió a la activista de Bristol (Inglaterra), Jen Reid, en Instagram. En la foto Jen aparecía subida a un pedestal en el que faltaba la escultura original. En las protestas del pasado junio, durante el Black Lives Matter, la estatua que rendía homenaje al traficante de esclavos del siglo XVII Edward Colston había sido derribada y arrojada al río. Reid se aupó al pedestal sin figura y levantó el brazo, en referencia al Black Power: “Fue un gesto totalmente espontáneo, ni siquiera lo pensé”, explica la manifestante.

“Mis pensamientos inmediatos fueron para las personas esclavizadas que murieron a manos de Colston, quería darle poder a George Floyd (muerto tras ser asfixiado por un agente de la policía de Minneapolis durante un brutal arresto), quería darle poder a las personas negras como yo, que han sufrido las injusticias y las desigualdades. Una oleada de poder para todos ellos”, añade Reid. Así surgió A Surge of Power (Jen Reid) 2020, una colaboración entre la activista y el escultor londinense. La pretensión era proteger el orgullo y la dignidad de los vecinos de esta ciudad, en la que nacieron Portishead o Massive Attack. “Esta escultura trata de defender a mi madre, a mi hija, a los afrodescendientes como yo. Se trata de que los niños lo vean allá arriba”, insiste Reid.

Marc Quinn, que ha regresado con fuerza a los medios de comunicación, reconoce el latigazo de aquella fotografía. Lo cautivó de inmediato. “Es una imagen tan poderosa que sentí que debía materializarse para siempre”, dice el artista, miembro notable de los Young British Artist, a principios de los noventa. La visión de Reid pasó de Instagram a ser fundida en resina negra y de ahí a ocupar el lugar del esclavista, al menos, durante 24 horas de gloria. Tras ser instalada sin consentimiento al amanecer del pasado miércoles, fue retirada por orden del alcalde.

“No colocamos la escultura como una solución permanente a lo que debería estar ahí. Es una chispa que esperamos ayude a atraer la atención continua sobre un asunto que es urgente. El racismo es un problema inaceptable, institucionalizado, al que todos deben enfrentarse”, explica el artista que formó parte de la mítica exposición Sensation, en la Royal Academy of Arts de Londres, en 1997, junto con Sarah Lucas o Damien Hirst. Ahora reclama al arte que dé un paso adelante y pase a la acción directa contra el racismo.

Escultura efectiva

El escultor compara esta intervención en el espacio público con la que hizo en el año 2005, en el cuarto plinto de Trafalgar Square, en Londres, cuando creó una escultura de mármol que representaba a la artista Alison Lapper, embarazada. Dice que entonces aprendió lo efectivo que puede ser el arte público “para estimular la atención y la discusión en torno a cuestiones urgentes”. Ese pedestal le pareció el lugar adecuado para compartir esta representación sobre la lucha contra el racismo, “que sin duda es otro virus que enfrenta a la sociedad actual”, indica Quinn.

Jen Reid junto a la escultura que ha realizado con el artista Marc Quinn, momentos antes de ser colocada en Bristol.
Marc Quinn (Marc Quinn)

Una vez retirada, si la pieza se vende, todas las ganancias serán donadas a dos organizaciones benéficas, elegidas por Jen Reid: Cargo Classroom, un programa de estudios de historia afrodescendiente creado para adolescentes de Bristol; y The Black Curriculum, una empresa social fundada en 2019 por jóvenes para abordar la falta de historia británica afrodescendiente en el plan de estudios del Reino Unido.

El derribo de la escultura de Colston fue uno de los símbolos más poderosos generados por las manifestaciones tras el asesinato de George Floyd. Banksy propuso una solución para mantener la escultura en su lugar adaptada al sentimiento político e ideológico contemporáneo: un conjunto escultórico en el que la estatua del esclavista es derribada por las figuras de los manifestantes. Entretanto llegó la propuesta de Quinn, que se reconoce como un artista que reacciona ante los momentos históricos protagonizados por la comunidad en la que actúa e interviene. “Aquellos que tenemos privilegios debemos ser parte del cambio. Los blancos debemos ser aliados”, indica. El artista recuerda las palabras de Desmond Tutu para aclarar su posición: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”. Ahora, un pedestal vacío subraya lo inaceptable. Quizá sea el mejor homenaje.

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