La comicidad de la policía

La comedia de acción policial vivió su época de esplendor en el cine americano de los años ochenta gracias a películas como Superdetective en Hollywood (1984), Arma letal (1985) y La jungla de cristal (1988). El efervescente espíritu dionisiaco que dominó buena parte de la década se trasladó a unas obras que, surgiendo del estereotipo del policía cínico y hastiado, añadían acción desmesurada y comedia desprejuiciada para acabar componiendo seductores espectáculos de violencia y risas.

Desde entonces, salvo puntuales resurrecciones, como la estupenda Dos buenos tipos (2016), no ha habido demasiados émulos de aquella moda, pero muy distintos cineastas han recuperado aquel espíritu para, previa perversión de algunas de sus señas de identidad, intentar jugar con su tono superficial y colorista alrededor del hecho de ser policía. Uno de ellos es el francés Pierre Salvadori, que desde hace años se ha independizado con desigual éxito del extendido tono de cotidianidad popular de la comedia francesa, a través de películas que añadían a modelos clásicos importantes elementos de extrañamiento. Y con En Liberté! lo intenta partiendo de postulados de la comedia de acción y de las buddy movies, pero añadiendo elementos opuestos e incluso contradictorios: protagonismo femenino, desmitificación y apuntes de desilusión en un conjunto de apariencia feliz y descacharrante. Un revisionismo que, en cierta medida, también intentó con la alta comedia estilo Charada en Un engaño de lujo (2006).

Quizá sean esos desvíos, no siempre certeros pero sí valientes, los que llevaron a la Quincena de Realizadores de Cannes a seleccionarla en su programa o a los César a nominarla en nueve apartados, incluyendo el de mejor película del año. Algo que, desde aquí, suena entre exagerado y disparatado. Mejor en el gag visual que en el verbal, sobre todo cuando entronca con el estilo del dibujo animado, En liberté! es extraña y original, aunque pocas veces brillante. Tiene al frente a una actriz mayúscula como Adèle Haenel, pero no alcanza en modo alguno las cotas de su mejor trabajo, la verdaderamente singular En un patio de París (2014).