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Del toca por amor a la ciencia al no toques ¡por amor de Dios!

CosmoCaixa Barcelona abre con aforo reducido y la mayor parte de los dispositivos interactivos automatizados o accionados por personal del museo

Jacinto Antón
Un mediador de CosmoCaixa explica un experimento a unos visitantes, el lunes en la reapertura del museo.
Un mediador de CosmoCaixa explica un experimento a unos visitantes, el lunes en la reapertura del museo.MASSIMILIANO MINOCRI

“¡Toca marte!”, indica un cartel junto a un trozo de meteorito marciano. Pero al lado mismo otro letrero indica claramente “No tocar”. En algunos lugares de CosmoCaixa se pueden ver ejemplos como este de la curiosa situación, algo esquizofrénica, que vive el popular museo de la ciencia famoso por su interactividad. El centro ha reabierto esta mañana sus puertas obligado a tomar medidas de seguridad estrictas a causa del coronavirus. Especialmente aforo reducido a un tercio (dos mil personas como máximo de las 5.800 de capacidad) y sistemas para impedir el riesgo de contagio, algo especialmente complejo cuando parte de los dispositivos del recorrido expositivo exigen manipularlos para que funcionen o para que tengan sentido.

La solución ha sido salomónica: parte de los mecanismos están “no operativos”, otros se activan automáticamente y otros más los pone en marcha personal del museo dispuesto al efecto para que no los toques tú. Se han incorporado al recorrido 15 “mediadores” cuya labor consiste en explicar a los visitantes el funcionamiento y el sentido de los experimentos y realizarlos para ellos. Esta mañana se esforzaban con diligencia, profesionalidad y muchísima buena voluntad para compensar la frustración de los visitantes de no poder tocar lo que está previsto inicialmente para eso, para tocar.

En muchos momentos del recorrido por la gran exposición permanente uno tiene que contener el impulso de hacer lo de siempre, que es pulsar botones, activar mecanismos, meter mano a la ciencia vamos. Quizá en ningún caso es tan difícil retenerse como en la famosa y emblemática esfera de plasma, en la que los rayos parecen esperar tu mano para que los despiertes y agites. La tentación es grande, pero el letrero está claro: “No tocar”. Martí, un niño que ha venido con su madre, observa a ver qué haces: para imitarte o denunciarte, quién sabe. Clásicos del museo como el experimento del momento angular, “el giróscopo eres tú” o el efecto Coriolis están inoperativos.

En muchos momentos del recorrido por la gran exposición permanente uno tiene que contener el impulso de hacer lo de siempre, que es pulsar botones, activar mecanismos, meter mano a la ciencia vamos

Tampoco se puede tocar el gran bloque de hielo que te hacía sentir Amundsen. Las manos de primates que están pidiendo que se las estreches para comprobar su forma de agarre tienen también la advertencia de “no tocar”. El “paisaje de incertidumbre” que parece el planeta Dune con los gusanos gigantes brotando de la arena funciona solo. En otras instalaciones se te acerca solícito uno de los mediadores con la pegatina “Hola, ¿lo comentamos?” y te explica el universo, la vida, la evolución humana o lo que haga falta.

En realidad, de los 269 módulos de la exposición, explica el director de CosmoCaixa, Valentí Farràs, 158 son visuales, es decir no hay que hacer nada para disfrutarlos; del resto, 75 están automatizados o te los activan los mediadores; y 36 no están operativos. En total un 86 % de la exposición se puede experimentar de una u otra forma. Como es lógico, algunas experiencias no se pueden hacer por persona interpuesta, como tocar el hielo o el meteorito, o mirar por los microscopios.

“Que abramos es un signo de normalidad”, destaca Elisa Durán, directora general adjunta de la fundación La Caixa, de la que depende el museo. “Es también un reto, porque la adaptación a la nueva situación no ha sido fácil”. A la pregunta de si no es un poco contra natura eso de no poder tocar en el museo que hizo del poder hacerlo su lema, señala: “Es curioso, porque estamos viendo que todo esto que hacemos por necesidad tiene cosas muy positivas que pensamos mantener. Experimentar la ciencia por ti mismo no es fácil, no todo el mundo es capaz de descubrir en solitario lo que se propone en el recorrido y la idea de los mediadores, no tan intrusiva como la visita guiada, es un punto intermedio de ayuda al visitante muy interesante”.

“Es curioso, porque estamos viendo que todo esto que hacemos por necesidad tiene cosas muy positivas que pensamos mantener", Elisa Durán, directora general adjunta de la fundación La Caixa

Durán resalta que CosmoCaixa permite ahora una visita “con seguridad, comodidad y un plus de experiencia”, y subraya que la apertura del gran museo es una forma de decir a la ciudadanía que en la nueva situación hay más que playas y terrazas”. Y es cierto que pasear por las inmensidades científicas y naturales de CosmoCaixa -80 % de sus 12.000 metros cuadrados abierto- es un placer y una apoteosis del desconfinamiento. El Bosque inundado te permite incluso la sensación de viajar a la Amazonia y ver aves tropicales y otras criaturas tan exóticas como un caimán o dos anacondas. Que esta mañana la instalación de la boa estuviera abierta aportaba un plus de emoción. Era por reformas.

El museo ha abierto en un lunes laborable con lo cual la afluencia es muy progresiva. Cien personas habían pedido hora para hoy (se puede acudir a las taquillas pero se recomienda concertar cita previa en Internet). La inmensa mayoría familias con niños pequeños. Es necesario ponerse gel desinfectante a la entrada, llevar mascarilla por si acaso y se entra y se sale del museo por sitios distintos. La tienda, uno de los atractivos del centro, está abierta, así como la cafetería. Se puede visitar la estupenda exposición temporal sobre los tigres dientes de sable, mastodontes y otra megafauna prehistórica, que se ha prorrogado hasta octubre. De momento, CosmoCaixa no tiene prevista otra exposición para atraer a los visitantes. “Ahora se trata de que la gente vaya perdiendo el miedo a volver a la normalidad y de que nosotros nos adaptemos también; vamos a ver qué tal funciona todo cuando regrese el público escolar. Actualmente podemos absorber muy bien el tope de dos mil personas o las casi tres mil que permitiría el paso a fase 3”.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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