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La arqueología se queda sin empleo, ayudas ni futuro

Una encuesta de la Plataforma Estatal de arqueólogos desvela la precariedad en la que se encuentran el patrimonio y sus trabajadores

Arqueólogos excavan el santuario precristiano descubierto en un monte de Coirós (A Coruña), en octubre de 2019.
Arqueólogos excavan el santuario precristiano descubierto en un monte de Coirós (A Coruña), en octubre de 2019.

El futuro de la ciencia que se dedica al pasado corre peligro. En la normalidad provocada por el COVID19 no hay campañas arqueológicas de verano previstas por ninguna de las administraciones, ni guías turísticas, ni obras públicas en las que la arqueología tiene un papel decisivo para evitar la destrucción de restos. El colectivo dedicado a la arqueología suma apenas 3.000 profesionales en España —unos 35.000 en toda Europa—, que carecen de regulación, ni tienen reconocimiento en Hacienda. Según se desprende de la encuesta realizada por la Plataforma Estatal de Profesionales de la Arqueología, cada uno de estos 3.000 especialistas perderá de media durante esta crisis sanitaria cerca de 14.500 euros.

La citada encuesta trata de arrojar luz sobre la situación de un sector, que ha quedado fuera de las medidas de emergencia de apoyo a la cultura, aprobadas por el Gobierno la semana pasada. Un 55% de los encuestados aseguran que han paralizado su actividad por completo. El 71% explican que han visto cancelados uno o varios contratos de manera definitiva. Estos profesionales estiman que sus pérdidas llegarán a los 36 millones de euros (cifra que queda muy lejos de los casi 2.000 millones que pronostica la industria editorial).

Entonces, con las obras canceladas, sin licitaciones públicas y sin poderse acoger al desempleo (solo el 10% de los trabajadores realiza sus labores por cuenta ajena) en el Real Decreto cultural, ¿los arqueólogos se quedan sin futuro? “Absolutamente”, contesta sin duda Carlos Caballero, presidente del Colegio de Profesionales de la Arqueología de Madrid, que ha coordinado el estudio, y que no duda en señalar la profunda precariedad del sector. “Creo que lo que viene será peor que en la crisis financiera de 2008”, añade. También desde la Plataforma Estatal describen el escenario presente y futuro de los profesionales de la arqueología, como “desalentador”. “Es una actividad muy frágil y se verá muy afectada por la crisis. La Administración no la reconoce ni la protege cuando llega el momento. Somos una potencia mundial en arqueología, pero los grandes olvidados en las ayudas recientemente aprobadas por el Gobierno. Se nos tiene como un sector no digno de recibir ayudas”, explica Caballero.

La consecuencia directa de la falta de ayudas a la arqueología, desde las Administraciones, no es solo el deterioro del patrimonio excavado que ya conocemos, sino el deterioro del patrimonio subyacente sin descubrir. “Hay administraciones, como la Comunidad de Madrid y Andalucía, que ya han anunciado que suprimirán la obligatoriedad de los informes de arqueología para agilizar la inversión de los promotores inmobiliarios. La amenaza es la desprotección del patrimonio con la excusa de la crisis. La arqueología se entiende como un problema y no como valor añadido”, avisa Caballero. En la Asociación Europea de Arqueólogos preocupa mucho este aspecto: las medidas tras la crisis traerán una liberalización de suelo que no atenderá al patrimonio. Ante la necesidad de recuperar la actividad se aliviarán todo tipo de presiones administrativas, procedimentales y de carácter patrimonial. “Puede volver a ocurrir esto como ya sucedió en la última crisis financiera”, cuenta su presidente, Felipe Criado.

Criado, arqueólogo y también director del Incipt Profesor de Investigación del CSIC, asegura que la situación del patrimonio arqueológico es grave y puede ser mucho peor. “Fue una decepción la aprobación del Real Decreto propuesto por el Ministerio de Cultura. Reino Unido ha articulado medidas para mitigar el impacto sobre la arqueología, en Francia también ha pasado. Pero la primera inercia europea es a olvidarse del patrimonio y a no incluirlo cuando hablan de las industrias culturales”, explica. “Lo propio hubiera sido que las medidas de mitigación e incentivo en otros sectores culturales, también se implantaran en el campo del patrimonio y la arqueología”, añade el científico. Lamenta que las Administraciones no prevean la importancia de la arqueología para añadir valor al nuevo turismo, que tendrá en el futuro que repartirse a otros puntos para evitar aglomeraciones, y puede ayudar a la llamada España vaciada.

Susana del Rivero, arqueóloga en Cantabria, dice que el Ministerio de Cultura ha dejado a la arqueología fuera de la consideración de cultura, tras la aprobación del Real Decreto de hace una semana. “Se han olvidado que cultura también es patrimonio y con él trabajamos. Se ha eliminado la importancia de este sector también en las administraciones regionales y locales”, explica. La asesoría jurídica de la Consejería cultural de Cantabria les ha aclarado que no están incluidos en las medidas extraordinarias de desempleo: “Nos hemos quedado fuera de todo”, dice Del Rivero. “Somos autónomos vinculados a un sector cultural, al que el Ministerio ni siquiera ha tenido en cuenta”, añade. Los mayores ingresos de la profesión llegan por la obra pública, con la gestión de los permisos para evitar las destrucciones accidentales, pero estos se han paralizado. Las campañas científicas, también. “La financiación de estas últimas se hace únicamente desde el sector académico y es muy limitado. Un arqueólogo no aprende a serlo estudiando historia o arqueología; a excavar se aprende excavando. Pero no puedes ser siempre un estudiante en prácticas”, concluye.

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