2020, el año sin festivales en verano
Las exigencias sanitarias y la falta de medidas específicas tumban el negocio del directo masivo en España, el país de la UE con más citas, 900. Los últimos en caer: Azkena y BBK Live
Caen como fichas de dominó. En menos de una semana, algunos de los principales festivales de música españoles han anunciado su cancelación para este año después de semanas de silencio y especulación desde que a principios de marzo estalló la crisis del coronavirus. El pasado viernes fue el Sónar, el lunes el Primavera Sound, el martes el Mad Cool y Noches del Botánico, y ayer el Azkena Rock y el Bilbao BBK Live, aunque este último informó de que “no podrá realizarse en julio de 2020”, sin confirmar, como el resto, su aplazamiento definitivo al 2021.
El paisaje es desolador. España, el país de la Unión Europea con más festivales, se enfrenta al año musical más trágico de su historia desde que a finales del siglo pasado, con la consolidación del Sónar en Barcelona y el Festival de Benicàssim (FIB), empezó a tejer el circuito de estas programaciones masivas de música en directo. Desde entonces, con cerca de 900 festivales al año, incluyendo ciclos de música clásica y otros géneros, según el Anuario de estadísticas culturales del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, la industria musical española se sustenta gracias a este circuito. Una industria que calcula pérdidas cercanas a los 665 millones de euros entre marzo y septiembre, según datos de la Federación de Música de España (Es_Música), y que ahora está aterrorizada. “Tenemos una preocupación colectiva porque no tenemos protocolos aún definidos para nosotros. Nos falta una metodología de actuación. Es una incertidumbre y tomamos decisiones en precario”, asegura Joaquín Martínez, presidente de Es_Música.
Si el Bilbao BBK Live no ha facilitado aún la información definitiva de su suspensión es porque sus organizadores ultiman todos los detalles de una medida complicada ante su público, pero también en su gestión interna. Como el evento bilbaíno, están igual todos los festivales españoles a celebrarse en verano, la época que concentra el 70% de estas citas al año.
“Si cancelamos sin una prohibición legal del Gobierno para la realización del festival, tenemos un problema grave, especialmente con los artistas internacionales. Pueden atenerse a no devolvernos los adelantos o pueden pedir parte del caché acordado. Sería una negligencia por nuestra parte”, confiesa el director de Río Babel
Uno de ellos es Río Babel, especializado en música latina y previsto para el 2, 3 y 4 de julio, que, según adelanta su director, Germán Quimasó, a este periódico, se llevará también al 2021 “con casi todo el cartel intacto del 2020”. “Si cancelamos sin una prohibición legal del Gobierno para la realización del festival, tenemos un problema grave, especialmente con los artistas internacionales. Pueden atenerse a no devolvernos los adelantos o pueden pedir parte del caché acordado. Sería una negligencia por nuestra parte”, confiesa el director de Río Babel. “Por eso, sin amparo legal, el aplazamiento es fruto de la negociación con los equipos de los artistas”. Estos acuerdos, confirman distintos promotores consultados, son más difíciles de conseguir cuanto más grande es el festival. Por eso, Río Babel, Azkena Rock y Noches del Botánico han podido hacerlo, pero no el Sónar, el Primavera Sound y el Mad Cool.
La escalada de cancelaciones vista estos días responde a una fecha: 5 de mayo. Hasta ese día, cuando el Gobierno anunció las ayudas urgentes para la cultura para hacer frente a la crisis económica provocada por el coronavirus, todos los festivales aguardaban silenciosos y esperaban que se activase un amparo legal para la suspensión “por causa mayor”, una cláusula que permitiese a los organizadores aplicar esta excepcionalidad para tener libertad a la hora de negociar los contratos, acceder a beneficios fiscales y gestionar con más tiempo la devolución de entradas. Pero no fue así. La excepcionalidad, que depende del Ministerio de Sanidad en colaboración con los de Cultura y Consumo, no ha llegado. “Estamos en un limbo. Nos derivan a una serie de responsabilidades que no nos corresponden”, afirma Javier Ajenjo, director del Sonorama Ribera. “Pedimos comprensión y flexibilidad para poder actuar bien”, añade. Para Quimasó: “Queremos que se nos permita hacer lo que se les permite a las compañías áreas o a las empresas de paquetes vacacionales”.
Los 25 festivales más grandes de España sumaron el año pasado casi tres millones de asistentes
Desamparo legal y descalabro económico son los dos conceptos que más se escuchan en el circuito de festivales, un tejido industrial que, según datos de la Asociación de Festivales (FMA), da empleo directo a más de 45.000 trabajadores a través de 6.534 empresas. Aparte, fomenta un turismo musical, que se explica con estos datos del Anuario de la Música en Vivo: los 25 festivales más grandes de España sumaron el año pasado casi tres millones de asistentes. “Siempre hemos luchado en el mundo de la música por sacar adelante todo y ahora, en la época que más heridos de guerra va a haber, nos están poniendo a nuestro público en contra”, asegura Ajenjo. Los festivales, dicen, viven de su relación con su público y, por eso, muchos, como el Primavera Sound o el Azkena, ofrecen “motivaciones” en los aplazamientos a 2021: nuevos artistas, ventajas, promociones…
Sin embargo, no todos tiran la toalla. El plan de desescalada del Gobierno contempla los espectáculos en aforos de hasta 400 espectadores (fase 2) y 800 (fase 3), siempre en recintos al aire libre y con los asientos distanciados. Diversos promotores se agarran a eso para dibujar alternativas para este verano. Los festivales de Pedralbes y Porta Ferrada trabajan en programaciones de actuaciones para 800 asistentes. Sonorama Ribera también: “Trasladaremos la filosofía del festival estirada en el tiempo este verano”, explica Ajenjo. “Haremos conciertos retransmitidos en 360º para todo el mundo, otros especiales para no más de 500 personas y dedicados a los sanitarios de la región, ciclos de humoristas, charlas…”. El Jazzaldia de San Sebastián ya se ha adaptado, aunque renunciando a sus más de 80 conciertos gratuitos. “Planteamos un festival distinto de 20 actuaciones durante cinco días, casi todas con artistas españoles. Solo estamos en negociación con cinco artistas europeos y dependerá de si pueden venir”, explica Miguel Martín, director de Jazzaldia.
Un último dato: Carolina Durante, la banda que más festivales hizo el año pasado con 26, cuenta sus previsiones para 2020: cero. Ellos, como la inmensa mayoría, no tocarán hasta 2021. Esta es la nueva normalidad de la música en España.
Otros países europeos implantan medidas urgentes ante la falta de seguros para la pandemia
La devolución de las entradas para los festivales cancelados es quizá el tema más complicado. Actualmente, el plazo existente de dos meses y medio para las devoluciones contempla 60 días para comunicar y negociar los términos del reintegro y 15 para ejecutarlo. Sin embargo, según los promotores, las circunstancias especiales llaman a flexibilizar este tiempo, más aún cuando las aseguradoras no cubren nada porque ninguna contempla la cancelación por coronavirus. Como explica Ajenjo: “Nadie va a cobrar ni un euro de ningún seguro. Existen cláusulas de terremotos, pero no de pandemias”. Para asegurar la supervivencia del sector y garantizar los derechos de los consumidores, el sector de la música en vivo en España solicita al Gobierno que se tome ejemplo de los diversos modelos que se están implementando en Europa con el fin de flexibilizar la normativa actual que regula la devolución o la sustitución de entradas. Las medidas sugeridas por FMA ya han sido implementadas con carácter urgente en países como Alemania, Bélgica, Holanda, Italia o Portugal. En palabras del presidente de Es_Música: “Queremos herramientas para poder hacer las cosas bien”.
En el caso alemán, el pasado 9 de abril el Gabinete Federal aprobó una legislación que introduce una propuesta de 'vouchers' (vales sustitutorios) para reemplazar las entradas de los eventos culturales cancelados. En Holanda, según lo indicado por la VVME (The Association of Event Makers), se ha creado un Plan de Tarifas de Entradas para la crisis del coronavirus y una campaña pública Save Your Tickets Enjoy Later con el apoyo de la Autoridad de Consumidores y Mercados de los Países Bajos (ACM) y de la ministra Ingrid van Engelshoven de Educación, Cultura y Ciencia. La campaña, dirigida al público, comunica todos los beneficios y las diferentes opciones de validez de la entrada e incentiva que el público mantenga su entrada. Italia, el primer país europeo afectado por la crisis del coronavirus, es otro de los mercados en donde se han aprobado las medidas de flexibilización de devolución. Y el gobierno portugués ha introducido el esquema de devolución flexible, permitiendo a los organizadores de los eventos ofrecer un vale para cualquier evento cancelado o pospuesto desde el 28 de febrero hasta 90 días después del final del estado de emergencia del país. “Pedimos algo parecido a Europa. La gente no sabe por qué es tan complicado devolver el 100% de la entrada, pero tiene su explicación: parte del dinero que recibes de ellas es para pagar sueldos y gastos de estructuración. Es decir, un festival tiene un presupuesto para mantenerse su estructura a lo largo del año, se trabaja durante 365 días, y recuperar ese dinero para devolver la entrada necesita de más tiempo”, cuenta el director de Río Babel.
Babelia
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