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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ken Loach se reencuentra con el Maestrazgo 25 años después de ‘Tierra y libertad’

La actriz Rosana Pastor relata la emoción de volver con el director a los escenarios del rodaje en Teruel de una película que sigue generando interés

El tiempo ha acentuado la profundidad de su mirada y ha seguido alimentando su convicción de que la solidaridad y la unidad son la única alternativa posible a una realidad socioeconómica que continúa excluyendo cada vez a más personas.

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Había dado su palabra de volver, pero probablemente nunca imaginó que lo haría en un contexto en el que la defensa de la democracia y el pluralismo fuese, de nuevo, tan imprescindible en todos los ámbitos.

Siguiendo la ruta que recorrieron años atrás, en busca de escenarios para rodar Tierra y Libertad, regresé con Ken Loach y su productora, Rebecca O’Brien, al interior del Maestrazgo. Antes de alcanzar nuestro destino hicimos una parada en Vilafranca, último pueblo de habla valenciana. El sábado había mercado ambulante; en el paseo compramos higos secos y unos jugosos caquis que nos comimos en el bar de la plaza con unos refrescos. El día era soleado y la temperatura suave acompañaba a estar en la calle aunque el calendario marcase 30 de noviembre.

Ken Loach (centro), en el rodaje de 'Tierra y libertad'.
Ken Loach (centro), en el rodaje de 'Tierra y libertad'.Jesús Ciscar

De vuelta a la carretera, en el trayecto, les llamaba la atención la distancia entre poblaciones, la cantidad de casas abandonadas, la imponente extensión de kilómetros de montes recortándose sobre el horizonte. Aprovechamos el camino para contarnos, para poner orden a algunos recuerdos que el tiempo había desajustado. Y también durante el trayecto comentamos que algunos compañeros no podrían llegar a la celebración.

¡Íbamos a echarles de menos!

Entramos a Mirambel por la calle principal, donde esperaba el pueblo entero con su alcaldesa al frente y decenas de personas llegadas desde otras localidades de la comarca, desde Teruel, Castellón o Valencia. Un equipo que prepara por estos días un documental para conmemorar el 25 aniversario había decorado las calles con banderines anarquistas y banderas en los balcones; con reproducciones de carteles llamando a unirse a las milicias y una pancarta atravesando la calle con el título del libro que Mario Ornat dedicó a Tierra y Libertad en su 20º aniversario y que dará también nombre al documental: Bienvenido, míster Loach. No, no era como estar allí 25 años atrás: parecía que habíamos llegado al corazón de la segunda República en mitad de los años treinta.

Y allí estaba de nuevo el director británico que llegó un día para quedarse en la memoria de los pueblos del Maestrazgo; una de las miradas más coherentes, comprometidas, valoradas y necesarias de la cinematografía europea.

Mientras la gente se arremolinaba para saludarle, un grupo de sindicalistas, llegados desde Valencia, desplegó una inmensa bandera roja y negra que cubrió parcialmente la calle principal, acompañando a quienes entonaban la revolucionaria A las Barricadas.

“La milicia”: Raffaele, Miguel Ángel, Roca, Jurgen y yo misma; algunas de las personas que participaron en escenas cruciales como “la colectivización”: Fina Alcañiz, Maite, De Sagunto y José Antonio, alcalde en aquel momento; Lisa Berger, del equipo de documentalistas y otras tantas personas que se acercaban con sus recuerdos del rodaje.

Loach y su productora no salían de su asombro mientras avanzaba la jornada: al masivo recibimiento le sucedieron la exposición de material gráfico; la ruta audio guiada de Tierra y Libertad, visitando los lugares emblemáticos del rodaje; la inauguración de un paseo con el nombre de Ken Loach y, finalmente, el descubrimiento de un gran mural con la imagen del director británico y el cartel de la película, pintados con técnica de grafiti, por el artista Roc Black Block, sobre la pared frontal del gimnasio, antes de la proyección de la película.

Mientras esto sucedía en el interior, a las puertas, en una explanada, un grupo de vecinos de Mirambel prendió dos grandes hogueras y con sus brasas, prepararon alegres y agradecidos por la visita un asado popular. Cena para todos los asistentes, que permitía seguir con la celebración hasta bien entrada la noche.

El día parecía no querer llegar a su fin y el clima se había unido a la fiesta.

Ken Loach y Rebecca O’Brien, apenas habían tenido tiempo de asimilar la honda impresión que supuso la multitudinaria acogida en el Centre Cultural La Nau, de la Universitat de València el día anterior, donde un público entusiasta abarrotó el Paraninfo y casi triplicó su aforo en el patio del Claustro, habilitado para seguir vía streaming el encuentro.

A 4.000 kilómetros de distancia, repaso los recuerdos de lo vivido el 29 y 30 de noviembre, entre Valencia y Mirambel; giran en el caleidoscopio de mi memoria y los articulo para construir un relato susceptible de ser contado. Estoy en Tampere, Finlandia: se proyecta Tierra y Libertad y me han invitado a participar en un coloquio que, azarosamente, coincide pocos días después de este 25 aniversario. Me hace feliz, ahora que regreso a la profesión, volver a viajar con mis películas.

Constato una vez más cómo el cine es capaz de difuminar fronteras, de crear espacios donde reconocernos, de ser herramienta transformadora y establecer vínculos para mantener viva y rescatar la huella de la memoria colectiva de tantos y en tan diferentes países. La mirada de Ken Loach se adentra sobre material humano extremadamente sensible y, cuanto más personal es su retrato, más universalmente nos refleja: somos una/uno y lo mismo, unidos en nuestra humanidad.

En este momento, cuando parece que retroceden o se cuestionan algunos de los derechos que tanto esfuerzo costó conseguir, cuando se extienden los discursos intencionadamente ambiguos o que abiertamente señalan al diferente como causa de todos los males, vuelve a ser más necesario que nunca no dejarse llevar por el miedo y la desesperanza.

En ese territorio, alejada de convenciones, la mirada clara de Loach siempre es una brújula.

Largo aliento al cine que construye solidaridad.

Rosana Pastor es actriz y directora.

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