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Y el premio Turner 2019 es... para los cuatro finalistas

Los artistas Tai Shani, Oscar Murillo, Helen Cammock y Lawrence Abu Hamdan solicitaron al jurado compartirlo porque no se sentían cómodos con la idea de competir entre sí

De izquierda a derecha, los artistas ganadores del premio Turner 2019: Tai Shani, Oscar Murillo, Helen Cammock y Lawrence Abu Hamdan.
De izquierda a derecha, los artistas ganadores del premio Turner 2019: Tai Shani, Oscar Murillo, Helen Cammock y Lawrence Abu Hamdan.Getty

En una sorprendente e inédita decisión, el jurado del premio Turner de arte contemporáneo, el más famoso que se concede en el mundo, ha decidido otorgar este prestigioso galardón al colectivo de los cuatro finalistas de la presente edición por “su compromiso en las causas políticas y sociales, tan necesario en estos tiempos”. La injusticia, la intolerancia, la opresión o la discriminación por raza o género son el nexo común de las obras del jordano Lawrence Abu Hamdan, del londinense de origen colombiano Óscar Murillo y de las también británicas Helen Cammock y Tai Shani. Los cuatro habían solicitado por carta, en un gesto sin precedentes, que el jurado repartiera el premio al considerar que en estos tiempos de desunión política en el Reino Unido no veían sentido a competir entre ellos.

El fallo se anunció en la noche del martes en una gala celebrada en el museo Turner Contemporary de Margate, cuyas espectaculares vistas de la costa norte del condado de Kent, inspiraron al artista que da nombre al premio (JMW Turner). Un emocionado Edward Enninful, director de la edición británica de la revista Vogue ha leído el veredicto del jurado entre el júbilo del público asistente. En esta misma galería de la localidad inglesa se exhiben las obras candidatas, y ahora ganadoras al unísono, hasta el próximo 20 de enero, con un despliegue que abarca pintura, escultura, instalaciones, filmes e imágenes digitales. El premio tiene una dotación de 40.000 libras (algo más de 36.000 euros), a las que se suma el prestigio y proyección que entraña el Turner.

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El recorrido por esta edición de marcado carácter político arranca con la exploración del sonido como principal herramienta que sustenta los trabajos de Lawrence Abu Hamdan. El artista jordano (Ammán, 1985), que se define a sí mismo como un “investigador del audio”, centra sus tres instalaciones en la denuncia de las brutales condiciones en una cárcel de las afueras de Damasco (Saydnaya) erigida en centro de torturas y ejecuciones. La propuesta, que se centra en “delitos de los que se ha oído hablar pero que no han sido presenciados” derivan de su participación una investigación de Aministía Internacional y el colectivo Forensic Architecture sobre los horrores en esa prisión siria, cuyos sonidos recrea el artista. Sus colegas de Forensic Architecture, un grupo de arquitectos, periodistas, abogas y científicos consagrado a investigar abusos estatales y corporativos, quedaron finalistas en la pasada edición del premio.

De entre los cuatro vencedores, solo el colombiano afincado en Londres desde la niñez, Óscar Murillo, que denuncia el lado más oscuro del capitalismo y sus estragos en una fuerza laboral globalizada, encarna a un nombre establecido en el mercado del arte. El artista oriundo de La Paila, de 33 años y cuyo récord de cotización por una obra casi alcanzó los 400.000 euros en 2013, firma en la Turner Contemporary una instalación que denuncia el lado más oscuro del capitalismo y sus estragos en una fuerza laboral globalizada. En su alegoría de “una fuerza laboral móvil y globalizada”, un grupo de muñecos en papel maché y con el pecho perforado por tuberías metálicas aparecen dispuestos en hileras bancos. Los ventanales de esta galería están parcialmente cubiertos por franjas de lienzo negro para subrayar “la oscuridad e ignorancia del momento presente”.

La impronta feminista viene de la mano de Helen Cammock (1970, Stratfordshire, Inglaterra) y Tai Shani, una londinense de 43 años criada en una comuna de Goa (India). La primera, cuyo cuerpo de obra explora historias sociales mediante el vídeo, la fotografía y la performance, concurría al Turner con una instalación fílmica que indaga en el eclipsado papel de las mujeres en el movimiento social de Derry, en 1968, al inicio de los troubles que desembocaron en tres décadas de violencia sectaria en Irlanda del Norte. Cammock confronta a la narrativa “objetiva” de a historia su propia subjetividad, insertándose ella misma en la película y conduciendo las entrevistas a sus protagonistas. La cinta tiene una duración de una hora y 39 minutos, lo que exige al público una ingente inversión de tiempo.

Las enormes instalaciones escultóricas definen el trabajo de Tai Shani, que en su propuesta exhibida en Margate recrea una de “ciudad de las mujeres” imaginaria que existe fuera de los parámetros del patriarcado. El resultado es un universo surrealista cuyas historias son desgranadas por un narrador en los auriculares de audio.

La gala de anoche tuvo como invitada especial a una artista nacida en Margate, Tracey Emin, quien fuera finalista (aunque no ganadora) del Turner y cuya presencia evocó unos tiempos en los que el premio solía sacudir al mundillo del arte contemporáneo con sus provocaciones. En esta última edición cuando menos ha conseguido sorprender con el primer fallo colectivo de su historia.

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