El cero en el centro del diafragma
El viento borrascoso del éxito ha comenzado a rolar alrededor de la actriz Marta Nieto, protagonista de la película 'Madre'
Alrededor de esta actriz de rostro felino, Marta Nieto, de 37 años, protagonista de la película Madre, ha comenzado a rolar el viento borrascoso del éxito que a ella, como a cualquiera, podría llevársela por delante. Para evitar que esa borrasca te arrastre solo hay un ancla: pesar mucho más por dentro que por fuera. En esta tarea parece estar Marta Nieto. Cómo desearlo todo intensamente sin que la ansiedad te destruya, ser la mejor actriz posible, escribir el mejor guion posible, dirigir el día de mañana la mejor película posible, ser la mejor madre posible, la mejor amiga posible, la mejor pareja posible y ser a la vez una chica feliz en casa y en la calle, en el metro, en el bar de copas, en la peluquería y en el supermercado. Frente a ese reto hay que preparar también el cuerpo. Marta Nieto es maestra de yoga, una práctica que la ha salvado de algunas cumbres borrascosas. Es una herramienta más al servicio de su creatividad y la forma de controlar el caballo de fuego que lleva dentro.
El paraíso es el cero, esa burbuja de la plomada de nivel que equilibra todos los sueños. Cuando se consigue instalar ese cero en el centro exacto del diafragma sobre la boca del estómago, la ansiedad desaparece. Es la condición necesaria a la hora de sentarse a la mesa. Marta Nieto es vegetariana. Pincha con el tenedor una parte de alcachofa frita y recuerda que en la cocina de casa su abuela preparaba la comida mientras rezaba. Tiempo después se dio cuenta de que tantas plegarias no obedecían a la fe religiosa, sino a la necesidad de calcular el tiempo exacto del hervor. Comer es un acto místico cuando se hace con el cero en el centro del diafragma. En este caso, según la doctrina budista, la alcachofa forma parte de la armonía universal, siempre que esté frita con aceite virgen de oliva, claro está.
¿Hay algo más sólido que tu infancia huela a melocotón? El perfume de esa fruta recogida del huerto de enfrente inundaba toda la vieja casa de los abuelos de Marta en el Campo de Cartagena. Algunos aromas acaban por convertirse en ejes de acero lo largo de la vida. Y luego están los recuerdos de niña cuando en los días azules de los largos veranos en la playa jugaba con los caballitos de mar metida horas y horas en el agua. La sensación de libertad de la primera bicicleta, las misas de los domingos de la mano de su abuela con un vestido bonito, los sermones del cura que le daban risa porque le parecían lo más extraño y divertido del mundo, el primer perfume, el cine de verano en pandilla, que le hacía sentir mayor por volver a casa más tarde de las doce. Pese a todo no se recuerda feliz e incluso los bellos recuerdos le llevan a la melancolía.
Marta Nieto vino al mundo en 1982 cuando unas criaturas libertarias ya sin las bridas del franquismo, contra el grito del golpista Tejero en el asalto al parlamento: “¡¡Quieto todo el mundo, que nadie se mueva!!”, crearon la movida para abrir con una bata guateada y rulos en la cabeza en Rockola las puestas de la modernidad e hicieron que cualquier sueño fuera posible. Ella era una adolescente de 14 años, con dificultad para expresarse, nerviosa, tartamudeante, llena de turbulencias y emociones intensas, cuando en el colegio de las Maristas de Murcia donde estudiaba se subió a un escenario para interpretar Entre mujeres, de Santiago Moncada. Fue una revelación. De pronto, se cayó de su propio caballo de fuego y oyó voces en la nuca que le decían: no busques más, este es tu camino, podrás ser árbol, agua, viento, podrás volar, morir, resucitar, vivir todas las historias y pasiones posibles. Al acabar la representación la certeza era tan radical que salió a abrazar a sus amigas en el recreo gritando: Ya sé lo que soy. Y dejó de tartamudear.
Hay personas, como Marta Nieto, que actúan como contenedores psíquicos. Se acercan los amigos con una bolsa de basura, se la depositan en la nuca y ellas la trituran y luego la reciclan. Por su carácter Marta Nieto tiende a malgastar sus energías tratando de resolver los problemas de los demás. Ahora está en la tarea de desearlo todo y nada, de extraer la belleza interior para instalarla en su piel. Sentada en la alfombra del yoga sobre la serpiente Kundalini enroscada bajo el coxis trata de despertarla para que a través de la columna vertebral vaya abriendo las chacras del sexo, de la creatividad, del sentimiento hasta llegar al cerebro donde estallará en mil flores.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.