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Historia de un error

El cartógrafo Waldseemüller escribió el nombre de América por primera en un mapa en 1507, creyendo erróneamente que Vespucio había sido su descubridor

Andrea Nogueira Calvar
Carmen García posa con un facsímil del mapa de Waldseemüller.
Carmen García posa con un facsímil del mapa de Waldseemüller. victor sainz

¿Qué impresión le causaría descubrir que hay más vida humana en el universo? Esas sensaciones debieron ser las que Europa experimentó en el trascurso del siglo XV al XVI al conocer que no había tres continentes, sino cuatro. Las noticias de un Nuevo Mundo se difundieron rápidamente gracias a la imprenta y con ellas, un error que dio nombre a los nuevos territorios y que asociaron su descubrimiento a Américo Vespucio para siempre. 

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Este italiano llegó a España en 1492, donde se interesó por las expedición de Colón en busca de nuevas rutas comerciales. Logró embarcarse en varios viajes que lo llevaron a América y de todas sus experiencias informó por carta a sus amigos los Medici, además de escribir algunos relatos en los que describió las novedades de lo que llamó Nuevo Mundo. Este dato muestra que, mientras que Colón murió convencido de haber llegado a Asia, Vespucio sospechaba que aquellas tierras eran otra cosa.

Sus narraciones se popularizaron y llegaron hasta el humanista Mathias Ringmann, quien parece que acuñó la palabra América y se la contagió a su colega Martin Waldseemüller, ambos confundidos con la idea de que Vespucio era el primer europeo en llegar al Nuevo Mundo. Waldseemüller, cartógrafo, lo recoge todo en un libro que publica en 1507, en cuyo prefacio se lee que no hay nada que impida llamar al Nuevo Mundo “tierra de Américo, por el nombre de su genial descubridor, o simplemente América”. En el mapamundi que acompaña al volumen es donde escribe “America” en una nueva porción de tierra.

“Fue un error sin malicia”, apunta Carmen García Calatayud, jefa del Servicio de Cartografía de la Biblioteca Nacional de España, mirando uno de los facsímiles que guarda la institución. Se trata de una pieza compuesta por 12 hojas xilografiadas de gran tamaño. La experta subraya la admiración que Waldseemüller debió sentir por el navegante, pues siendo un canónico, sustituyó las habituales referencias teológicas de los mapas por las imágenes de Vespucio y el sabio Claudio Ptolomeo. Se cree que el cartógrafo llegó a ser consciente de su error, pues en un libro editado con posterioridad vuelve a denominar el territorio “Terra incognita”. Como sabemos, su propósito de enmienda no sirvió de nada.

Las copias de su mapa se habían distribuido exitosamente. A pesar de que se cree que se difundieron mil de estos mapas, tan solo se conserva uno, custodiado por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Lo compró a Alemania en los años 90, donde había sido encontrado, por diez millones de dólares. “Es el mapa en hoja suelta que más caro se ha vendido", apunta García Calatayud.

El Universalis Cosmographia o Planisferio de Waldseemüller, como se le conoce, refleja la visión del mundo en 1507, pero curiosamente incluye un área supuesta: el océano Pacífico. Hasta 1513 no lo avista un europeo, Vasco Núñez de Balboa, y habrá que esperar nueve años para que Fernando de Magallanes se adentre en él. Se desconoce si el cartógrafo poseía información privilegiada o fue una mera suposición.

El conjunto de estos hitos históricos, exploraciones, avances técnicos, etc., propiciaron el desarrollo de una cartografía más científica. La experta enumera que se dejaron atrás rasgos antiguos, como las cosmovisiones religiosas o las profusas decoraciones. Por primera vez se poseyó una visión más real del globo, aunque Australia seguiría oculta un siglo más.

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Sobre la firma

Andrea Nogueira Calvar
Redactora en EL PAÍS desde 2015. Escribe sobre temas de corporativo, cultura y sociedad. Ha trabajado para Faro de Vigo y la editorial Lonely Planet, entre otros. Es licenciada en Filología Hispánica y máster en Periodismo por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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