Un muro vacío y varios grafitis para retratar la ciudad de Medellín
La debutante Catalina Arroyave cuenta "una historia de violencia sin rodar escenas violentas" en 'Los días de la ballena'
Mientras Catalina Arroyave rodaba uno de sus cortometrajes en las calles de Medellín, el equipo de la película descubrió que había pagado al hombre equivocado. La vacuna, esa cantidad económica que se entrega a las bandas criminales que controlan determinados barrios para evitar una posible respuesta agresiva, había sido inútil. “Cuando el verdadero líder del combo (como se llama a esas bandas ilegales) vino a reclamar el pago y descubrió lo que había pasado, nos preguntó si queríamos que él matara al hombre que nos había estafado”, explicaba este domingo la directora a la audiencia del Festival de Cine de Zúrich.
En Suiza presenta su primer largometraje, Los días de la ballena, con el que regresa a la ciudad para mostrar “la violencia del lugar sin rodar escenas de violencia explícita”, contaba ella misma a EL PAÍS minutos después de su encuentro con el público.
Cristina, la adolescente protagonista de la película, se ve forzada a vivir con su padre cuando su madre, periodista que teme por su vida, se muda a otro lugar. Pasa más tiempo en las calles que en su nueva casa, con una mochila llena de espráis con los que crear grafitis junto a su amigo Simón. Pero su afición molesta al grupo de delincuentes que dominan la zona y que usan los muros como señal de pertenencia.
“La penetración de la mafia en mi ciudad ha hecho que sea una opción de vida válida para parte de la población. Hasta para vender arepas en una tienda hay que tener permiso de los combos. Cuando existe un conflicto entre dos partes, hay gente que prefiere recurrir a los combos en vez de a las autoridades y resolverlo de forma violenta”, comenta la colombiana, que se ha criado “algo más protegida al ser hija única”.
En el muro que es fuente de conflictos la cinta caben el conflicto, la corrupción y la esperanza de todo un país. Para poder rodar en él, Arroyave ha tenido que obtener el permiso tanto del sector público como del criminal.
La metáfora aparece en forma de gran mamífero marino varado, creado con efectos digitales que aparece repetidas veces en la película. Surge “en medio de una Medellín rodeada de montañas y que tiene un río sin agua” y sirve a la cineasta para recordar “todos aquellos problemas que nadie resuelve en ella, porque se prefiere mirar a otro lado”.
Arte contra violencia
Al igual que Los nadie (2016), la primera película de Juan Sebastián Mesa en la que Arroyave fue asistente de dirección, Los días de la ballena se encarga de describir cómo la juventud de varias ciudades del país confrontan el crimen recurriendo al arte. “Estamos viviendo un momento muy particular, en el que los grupos de resistencia, como el que aparece en mi película, son muy fuertes. Pero la violencia sigue ahí. Hay dos fuerzas en pugna y todavía no sabemos cuál de las dos va a ganar la batalla. Es muy difícil no querer contar eso en el cine”, comenta la colombiana, que buscó aportar una mirada “menos desencantada” que la de Los Nadie. Para ello, dota de especial importancia a los colectivos artísticos que se han formado en esos barrios y a los grupos de rap locales que forman parte de la banda sonora.
Los consejos de la también cineasta colombiana Laura Mora le han ayudado a completar su proyecto. “He tenido la suerte de que una de las pocas mujeres que ha dirigido películas de ficción en el país en los últimos años fuera una especie de madrina. Somos muy pocas, pero existe una conciencia general que nos hace apoyarnos las unas a las otras”.
Antes de llegar a Suiza, Los días de la ballena ha pasado por escenarios muy distintos entre sí. Desde el más clásico Festival de Cine de Cartagena de Indias al South By South West (SXSW), que rebusca cada año en las nuevas tendencias mundiales desde Austin (Texas). “Nuestras realidades impresionan más a la gente de afuera que a la de adentro. Hay cosas de esta historia que en Medellín causan risa y que en otros lugares impresionan y también ocurre al contrario. Por ejemplo, la situación familiar que vive la protagonista de puertas adentro lleva una carga machista que las mujeres de que se han criado en la ciudad suelen percibir mucho mejor que cualquier otro tipo de espectador”, comenta Arroyave.
Babelia
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