Gael García Bernal estrena ‘Chicuarotes’ en el fango
El actor mexicano presenta en Xochimilco su segundo largometraje como realizador
De las salas de Cannes a los sembradíos de lechugas y rábanos. El actor mexicano Gael García Bernal eligió la zona chinampera de Xochimilco, al sureste de Ciudad de México, para dar el banderazo de salida en el país a Chicuarotes, su segundo largometraje como director. La selección no ha sido fortuita. Después de presentar la película en el festival de la ciudad francesa en mayo pasado, el realizador regresó a San Gregorio Atlapulco, la comunidad donde el protagonista de Amores Perros encontró las voces y paisajes para llevar a la pantalla grande esta fábula que expone dos de las sangrías más visibles de México: la pobreza y la violencia.
“Mucho de mi entraña y mucho de mi ser está en esta película con todo y que yo no tenía ninguna conexión con Xochimilco, con la zona, hay algo que está ahí”, confesó García Bernal al comienzo de la genuina proyección. Antes de llegar a más de 300 salas del país, el realizador optó por regresar al fango, a la tierra de los ajolotes y los betabeles. Arropado por el resto del reparto, de sus familiares y amigos, el actor mexicano agradeció el apoyo de los habitantes de San Gregorio, de su equipo de producción, pero sobre todo de sus noveles actores, los chicuarotes, gentilicio con el que se reconoce a los habitantes de esta población de poco más de 20.000 habitantes.
El paisaje chinampero sirvió de telón de fondo para que García Bernal abundara en la falta de oportunidades y esperanza entre los jóvenes del país, tema medular de Chicuarotes. “Es una película que a muchas personas les puede gustar de antemano y resultar una aventura loca, placentera y algunas personas les puede parecer incómoda, porque es una película dura”, detalló el actor a 12 años de distancia desde que dirigió Déficit, su ópera prima, en 2007.
El show de payasos de Cagalera (Benny Emmanuel) y Moloteco (Gabriel Carbajal) en un viaje de transporte público marca el arranque de la travesía. La fábula, enmarcada por los callejones, plazas públicas y canales de Xochimilco, aborda la desesperada búsqueda de este par de adolescentes para escapar de su entorno, para librarse del fango de la pobreza. Una epopeya juvenil marcada por la ingenuidad e impaciencia de los personajes. “Ellos sienten que la salida, literal, es irse de ese lugar porque están hartos del lugar donde viven, de la falta de empatía, de la falta de amor y van a hacer lo que sea para irse de ese lugar como delinquir”, explicó Emmanuel. En el microcosmos de Chicuarotes, donde todos se conocen por sus apodos, los obstáculos se encaran con humor, un trago de cerveza y varias mentadas de madre.
Originario de Tulyehualco, un poblado aledaño a San Gregorio Atlapulco, el guionista Augusto Mendoza reconoció que los personajes tomaron forma a partir de los relatos que escuchó durante su infancia. A 16 años de que registró el primer bosquejo de la historia y tras varios obstáculos, Mendoza finalmente verá su historia en las salas de cine. Chicuarotes es el primer proyecto de La Corriente del Golfo, la casa productora de García Bernal y del también actor Diego Luna. “Es el tipo de historias con las que crecí, a mí me hubiera gustado oír otro tipo de historias, pero esas son las que me tocaron. Inventé muy poco del guion y quiero creer que sí se siente eso en la película, que se siente una verdad, una autenticidad”, apuntó el guionista.
En aras de alcanzar esta verdad, García Bernal optó por reclutar meses antes del rodaje a un puñado de jóvenes de menos de 20 años para dar vida a sus chicuarotes. La invitación se hizo en las principales escuelas de la comunidad. Gabriel Carbajal, de 19 años, fue uno de los jóvenes que respondió a las audiciones. Tras semanas de pruebas finalmente consiguió el papel de Moloteco, el cómplice y fiel escudero de Cagalera. Es la primera vez que actúa frente a una cámara. “Lo ves en pantalla y ya te ves en grandote, te ves diferente, yo no me acuerdo de haber hecho la escena tan bien”, comentó con un tono de asombro y entusiasmo tras la proyección.
A su costado, Esmeralda Ortiz también fue testigo de su propio debut como actriz. La joven, originaria de San Gregorio, confesó que fue su madre quien la convenció para hacer las pruebas de actuación. Las audiciones levantaron un revuelo entre los estudiantes de su preparatoria en ese entonces. Etapa tras etapa fue escalando hasta ser seleccionada en los talleres de actuación de la producción, la antesala para formar parte del reparto. Tras meses de ensayos, a finales de 2017, le anunciaron que sería la hermana de Cagalera. “Es muy emocionante. Fue una mezcla de risas y emociones. Para mí Chicuarotes es lo máximo, es lo mejor que me ha pasado en la vida”, zanja. Para ella este largomentraje representa el primer paso de su propia travesía para convertirse en una actriz de cine, teatro y televisión.
Babelia
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