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El lazo amarillo entra en los libros

Enciclopedia Catalana incluye el icono del 'procés' como símbolo del catalanismo junto a la 'senyera', los 'castells' o el Barça

José Ángel Montañés
El Ayuntamiento de Barcelona, donde esta semana se volvió a colgar un lazo amarillo.
El Ayuntamiento de Barcelona, donde esta semana se volvió a colgar un lazo amarillo. MASSIMILIANO MINOCRI

"No hay duda de que el lazo amarillo es el principal símbolo del procés catalán en el siglo XXI. A diferencia de otros símbolos de la historia catalana conocemos bien su origen: el 16 de octubre de 2017, un símbolo solidario con dos activistas encarcelados, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart [...] La prohibición de los estamentos oficiales españoles de estos lazos a favor de los encarcelados y que marcharon al exilio lo convirtió en un símbolo que desde entonces ha llenado las plazas y calles. Un símbolo del orgullo colectivo de los catalanes [...]. El amarillo es el color de la Asamblea Nacional de Catalunya y el lazo es el símbolo de la solidaridad con el que sufre una injusticia". Así justifica Daniel Venteo la inclusión del lazo -que utilizan los que reclaman la liberación de los políticos catalanes en prisión a los que juzga el Supremo por rebelión, malversación y desobediencia por participar en el procés- en el libro Símbolos del catalanismo que ha dirigido para Enciclopedia catalana. Venteo, tal y como explica en el canal de video de esta editorial, ha incluido el lazo junto a otros cincuenta personajes, banderas, himnos, lugares de memoria, hechos históricos, entidades y manifestaciones considerados como los símbolos del catalanismo. Entre ellos, la sardana, la senyera, los monasterios de Ripoll, Poblet y Montserrat, Sant Jordi, los castells, Pau Casals, Francesc Macià, Lluís Companys, Jordi Pujol, el catalán, la estelada, el tamborilero del Bruc y el Barça.

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El museólogo e historiador, que reconoce que "la selección de los símbolos puede ser discutible" y que el lector "puede encontrar a faltar posibles temáticas y se sorprenderá, probablemente, de algunas de las escogidas" es el autor también del último capítulo: Símbolos en transición, de la muerte de Franco al siglo XXI, que incluye, además del lazo, la careta de la libertad de expresión, una máscara teatral con la boca silenciada que nació en 1977 con motivo del juicio a Els Joglars por La torna y que 40 años después se ha vuelto a utilizar para denunciar que ha habido censura ideológica sobre el independentismo.

También aparece el referéndum ilegal del 1 de octubre, calificado en el libro de Enciclopedia catalana como de "jornada histórica". En su texto, Venteo explica cómo "la violencia policial de los cuerpos de seguridad españoles contra los votantes, muchos de ellos atrincherados pacíficamente en los colegios electorales para impedir la retirada de las urnas, se convirtió en una de las imágenes con más proyección internacional, incluso más que la misma celebración del referéndum". Venteo explica la llamada "operación urnas" que posibilitó la llegada de 6.500 urnas repartidas en más de 2.000 colegios después de recorrer más de 9.000 kilómetros desde la China para burlar "la intervención de las autoridades españolas".

Este capítulo, como el resto del libro, aparece profusamente ilustrado (hay un total de 740 fotografías), con imágenes de la jornada, del famoso barco Piolín que albergaba las fuerzas de seguridad trasladadas a Cataluña en el puerto de Barcelona, así como de "las imágenes de la violencia policial que dieron la vuelta al mundo". El libro, de gran formato, 384 páginas y encuadernado en piel, cuenta con una introducción del antropólogo Joan F. Mira y artículos de historiadores como Angustí Alcoberro, Josep Pich, David Martínez, Jordi Casassas, Joan B. Culla y Josep Maria Salrach, que repasan el universo simbólico del soberanismo catalán, desde sus orígenes hasta nuestros días, de "estos símbolos significativos políticamente para Cataluña a lo largo de los siglos y han estado revestidos de una dimensión simbólica". En cada uno de ellos se repasan las causas sociales y políticas que los han generado.

“No he podido leer el libro, pero no me parece extraño, ni me escandaliza la inclusión de lazo”, explica el catedrático de Historia Contemporánea de la Universitat Pompeu Fabra, Enric Ucelay da Cal. “No soy independentista pero he dedicado la vida a estudiarlo. El catalanismo es un sentimiento asumido tan amplio que puede incluir a la persona que habla y lee poesía en catalán, pero nada más, y al más alucinado de los decimonónicos ilusos que creen que van a recrear el imperio de no sé qué”.

Por su parte, el historiador José Álvarez Junco asegura que la inclusión del lazo es “un intento de hacer ver que el independentismo representa a toda Cataluña, cosa que a veces consiguen". "Pero una cosa son los catalanes, otra los catalanistas, otra los nacionalistas y otra los independentistas. Del 100% de los catalanes al 40% de los independentistas”, explica este catedrático emérito. “Uno de los trucos retóricos del independentismo es hacerse pasar por todos los catalanes. Es lógica la inclusión porque en la concepción de la realidad independentista todos los catalanes lo son”.

La inclusión del lazo amarillo y el 1-0 en un libro de símbolos catalanes se produce después de que el Museo de Historia de Cataluña incorporara a su colección un elemento, al menos, chocante, de la jornada del 1 de octubre: la puerta de acceso del pabellón municipal de Sant Julià de Ramis (Girona), donde tenía que votar el entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que fue reventada por la Guardia Civil para poder hacerse con las urnas e impedir la votación. “Vinieron al cabo de un mes para llevársela a Barcelona. Bueno, solo media, porque era muy grande. El resto la tenemos guardada donde está el material de la brigada municipal, porque da cosa tirarla”, explicó a este diario en mayo de 2018 el alcalde, Marc Puigtió (ERC). La puerta fue, con seguridad, el objeto más representativo conseguido dentro de la campaña lanzada por el entonces consejero de Cultura Lluís Puig, para recoger material (fotos y videos) de esa jornada para formar parte de las colecciones de museos y archivos y "garantizar la memoria colectiva" y “poder explicar estos hechos en el futuro”; una campaña que continuó tras la intervención de la Generalitat por el artículo 155 y la huida del propio Puig a Bruselas.

Un color con variadas interpretaciones

J. Á. M.

Las aspiraciones independentistas de que el lazo amarillo se instaure en el olimpo de los símbolos catalanistas chocan con el hecho de que el mismo lazo y color se usa para otras causas en todo el mundo: desde el día mundial contra la espina bífida a la lucha contra las esclavas sexuales coreanas usadas por Japón en la Segunda Guerra Mundial. Pero la lista es muy larga: como símbolo del Día Mundial contra la Endometriosis, como apoyo a las Fuerzas Armadas en Alemania y en solidaridad por los incendios forestales en Australia de 2009.

En China recuerda a los 442 fallecidos en el hundimiento del crucero Dongfang zhi Xing en 2015 y desde 2016, para concienciar sobre los efectos del ruido en todo el mundo. En Italia simboliza la solidaridad con los prisioneros de guerra. En Japón solo lucen estos lazos las personas que se han convertido en modelos públicos a seguir, mientras que en Singapur sirve en solidaridad con la reintegración de exconvictos.

Si un perro lleva un lazo amarillo no se acerque. Avisa que hay un problema: el perro está enfermo, en celo, tiene problemas de comportamiento, es nervioso o simplemente miedoso.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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