Un ‘think tank’ internacional para repensar el Valle de los Caídos
El proyecto 'Deep Space', que se presenta en el Instituto Goethe, recurre a la realidad virtual para borrar el significado totalitario del monumento y darle una nueva lectura
El Tribunal Supremo ha paralizado, de manera cautelar hasta que tome una decisión en firme el próximo otoño, la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco. La resolución se adopta un día antes de que se presente en el Instituto Goethe, de Madrid, el proyecto Deep Space, desarrrollado después de la aprobación del real decreto de finales de agosto, firmado por el presidente Pedro Sánchez y el rey Felipe VI, y apoyado por Ciudadanos en el Congreso, con la abstención del PP. En ese momento se puso en marcha un think tank internacional, compuesto por artistas, arqueólogos, antropólogos, científicos, psicólogos, arquitectos, diseñadores, historiadores, paisajistas y expertos en derecho, entre otros, para una tarea casi tan difícil como la de trasladar los restos al cementerio de Mingorrubio: resignificar el Valle de los Caídos.
El proyecto pretende romper con el carácter totalitario del lugar, después de las conclusiones de la comisión de la memoria histórica de 2011. Los profesores de urbanismo y arquitectura Elizabeth Sikiaridi y Frans Vogelaa montaron en el Media Lab Prado, en octubre pasado, un encuentro multidisciplinar para encontrar nuevas funciones al polémico sitio, del que es responsable Patrimonio Nacional. Las conclusiones y propuestas de todo este debate se presentarán mañana en el Instituto Goethe de Madrid, junto con una exposición fotográfica de Miquel González (incluida en PHotoEspaña) sobre los rastros de la memoria franquista mal curada.
Los expertos lamentan que Patrimonio Nacional no informe sobre los prisioneros de guerra que trabajaron en la obra
Los expertos consideran que la herida continua abierta porque la verdadera historia de la construcción del monumento no se hace pública. Lamentan que el relato que mantiene Patrimonio Nacional oculte la “problemática historia”. “No hay información sobre los prisioneros de guerra que fueron obligados a trabajar en la obra, ni sobre sus familias, que vivían en barracas cercanas a los terrenos del valle. Además, no se menciona el hecho de que los restos de los caídos del lado republicano del conflicto fueron trasladados al Valle de los Caídos desde fosas comunes diseminadas por todo el país, sin el consentimiento de sus familiares”, cuentan los profesores Elizabeth Sikiaridi y Frans Vogelaar.
Critican la ausencia de reconocimiento de las controversias sobre el relato del monumento y su construcción. “Informar del monumento desde el punto de vista de las víctimas arroja una luz totalmente diferente y, por lo tanto, es esencial para su significación. Documentar y comunicar la historia de su creación transformaría el Valle de los Caídos en un testimonio del totalitarismo y una prueba tangible de su marca autoritaria”, sostienen los responsables del proyecto Deep Space.
De hecho, el filósofo Reyes Mate -incluido en la Comisión de 2011- apunta al respecto que no existe un lugar de la memoria en España, donde se convoque a los españoles a reflexionar sobre la historia. “Lo fundamental para la historia no es la justicia, es la memoria. Porque la memoria es algo más, es el “nunca más”. La memoria propone partir de lo sufrido para que la historia no se repita. El objetivo de la memoria es la reconciliación. Auschwitz ya no lo visitan los nazis, la resignificación del Valle de los Caídos es posible”, asegura Mate.
El filósofo Reyes Mate cree que la resignificación del Valle de los Caídos es posible
Deep Space propone dos líneas de actuación: la digital y la física. La primera ha permitido la inclusión de “voces marginadas”, en la reconstrucción de un nuevo monumento polifónico, “algo que contrasta con la narrativa totalitaria del sitio”. Mantienen que solo es posible sanar la historia dolorosa con procesos colectivos, con agentes externos e internos. Es decir, la reconstrucción de la memoria se ha descentralizado y democratizado, gracias al giro digital, que permite esas voces alternativas.
El Valle no se toca
Hablan de “realidad aumentada” (amplía la realidad física con una información generada en ordenador), “realidad virtual” (experiencia interactiva), “realidad mixta o híbrida” (la fusión de mundos reales y virtuales para producir nuevos entornos) y “virtualidad aumentada” (experiencia interactiva con información del mundo real ampliada). Por ejemplo, con la realidad virtual y la realidad aumentada los límites del Valle pueden extenderse, para incluir las huellas arqueológicas de los cuarteles donde los condenados vivieron durante la construcción del monumento. Además, se abre la oportunidad el almacenamiento y reproducción de la historia oral, así como plataformas educativas interactivas.
Y la mejor noticia: no hay que esperar a grandes inversiones ni a grandes obras. El debate internacional sobre qué hacer con el Valle se centró en la capacidad para informar del monumento y procesar su transformación sin intervención física. El objetivo es desarrollar herramientas digitales creativas “para volver a significar monumentos controvertidos”.
La creación de un archivo digital reunirá y almacenará todas las contribuciones para crear la historia del monumento. “Esto fomentaría el diálogo, equilibrando la narrativa totalitaria del sitio con la polifonía en red de las voces democrática”, aseguran los responsables de Deep Space. “Los píxeles que reconstruyen y corroen la piedra”, resumen los expertos de este proyecto independiente, que no han recibido ni solicitado apoyo de instituciones españolas.
Su planteamiento de significación radical de monumentos conflictivos a través de archivos digitales va acompañado de una intervención física. Pero para este proceso serían necesarios 50 años. Para 2068 los edificios del Valle de los Caídos acogerían un Centro de Investigación de la Guerra Civil, una sede con un programa de arte y participación y un Centro Global para la Paz y la Interpretación. Antes de acometer estas estructuras, las decenas de personas que han participado en este proyecto creen obligatoria la salida de la comunidad benedictina, no así el derribo de la inmensa cruz de 120 metros de altura. Sikiaridi y Vogelaa sostienen que “el arte puede abrir nuevas perspectivas y apoyar la reconciliación”.
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