Un edificio del arquitecto Antonio Palacios se derrumba en Galicia
El abandono arruina una obra de uso termal proyectada en 1908
A principios de abril, el tejado a cuatro aguas del edificio más olvidado de Antonio Palacios (1874-1945) en Galicia, probablemente también el más abandonado de este arquitecto en España, se derrumbó por completo. Se vino abajo aparatosamente, arrastrando además en su caída los tabiques y el corroído suelo del primer piso y sepultando de cascotes el sótano, una vieja planta de embotellado. Lo hizo a lo grande, como si quisiera pedir socorro y que le escuchasen de una maldita vez. La Fuente de Troncoso fue la primera surgencia de Mondariz-Balneario (Pontevedra) analizada e identificada en el siglo XIX por sus propiedades medicinales, pero también la que siempre corrió peor suerte. Desde hace muchos años las arcadas del cuerpo sólido, construido en granito, permanecen tapiadas; uno de los muros se agrieta y se abomba; y la gran marquesina de forja que envuelve la fuente se consume.
El edificio es propiedad de la actual empresa Balneario de Mondariz, SA, y según afirma ahora el alcalde de la localidad hace casi dos años que se empezó a negociar la cesión al consistorio, que tiene "un proyecto de rehabilitación". Pero el engranaje burocrático se mueve lento y el desplome se le ha adelantado. Para el gobernante de Mondariz-Balneario, el ayuntamiento más pequeño en superficie de España, el suceso no ha sido ninguna sorpresa. "Sabía que iba a pasar, era algo que intuíamos", confiesa José Antonio Lorenzo (PP), que lleva 36 años en el cargo. Según el político, lo que ralentizó el traspaso fueron una serie de "papeles" que todavía no tiene en sus manos y que son necesarios para que la compañía hotelera y el Ayuntamiento vayan "al notario". Entonces, explica, "la Fuente de Troncoso pasará a ser de dominio público", algo que, aventura, puede ser un hecho "en mes y medio".
El inmueble está catalogado y protegido sobre el papel. Según confirma la Consellería de Cultura, Troncoso figura como "elemento de la arquitectura civil con protección integral", así que "el pasado 3 de mayo" Patrimonio remitió "un escrito dirigido al titular recordando sus obligaciones legalmente establecidas". El propietario, avisa la Xunta, "es responsable del mantenimiento" de un bien que integra el patrimonio cultural de Galicia y está "obligado a conservarlo, mantenerlo y custodiarlo debidamente, y a evitar su pérdida, destrucción o deterioro". La dejación de estos deberes está "tipificada como infracción" y "puede suponer la apertura de un proceso sancionador", advierte Cultura, aunque no aclara en su respuesta a este diario si lo va a hacer o no.
Pero la empresa se defiende. "La cesión se formalizará antes del verano" y será "por 20 años", informan fuentes del Balneario de Mondariz. "La propiedad y el Ayuntamiento están desde hace tiempo trabajando con tal fin" y la Administración local se encargará de "su reforma y posterior mantenimiento". "Con el resto de la villa termal histórica ya recuperada" (después de la decadencia en que se sumió el conjunto tras la Guerra Civil), la empresa "atravesó recientemente un concurso de acreedores del que consiguió salir con mucho esfuerzo" y la "prioridad", se justifican los mismos interlocutores, "ha sido siempre la de mantener el empleo de las más de 200 familias que dependen directamente del Balneario, motor casi exclusivo de toda la comarca".
Situado a menos de un kilómetro de su manantial mellizo, el de Gándara, el venero de Troncoso (también conocido como Saidoiro) vio cómo entre finales del XIX y principios del XX se erigía en torno a su hermano la mayor y más suntuosa villa termal de Galicia, un referente mundial comparado entonces con Vichy al que viajaban a tomar las aguas españoles de postín y muchos portugueses, británicos o americanos a bordo de trasatlánticos que atracaban en Vigo. Los promotores del complejo, los hermanos Enrique y Ramón Peinador, encargaron los señoriales inmuebles a Antonio Palacios y a otro afamado arquitecto del momento, Jenaro de la Fuente, autor del Gran Hotel, que ardió en 1973 y ahora está reformado como apartamentos de lujo.
Moneda propia para uso de los agüistas
A Palacios le encomendaron el Sanatorio, el edificio Baranda para albergar el teatro y los pabellones llamados a ennoblecer las dos fuentes que brotaban burbujeantes del subsuelo con sus respectivas plantas embotelladoras. El célebre arquitecto, nacido en el municipio de O Porriño, a menos de 20 kilómetros del balneario, concibió sus proyectos como un conjunto y repetía formas y elementos identificables en todos ellos. Pero la Fuente de Troncoso, situada a la orilla del río Tea, el afluente del Miño que acompaña el pueblo, nunca se remató por completo y además sufrió toda su vida el castigo de las crecidas, porque el manantial surge a solo 43 centímetros sobre el nivel medio del cauce.
No se han encontrado los planos firmados por Palacios, pero se sabe que proyectó y dirigió la obra por las noticias del semanario La Temporada que se imprimía en el Balneario. Las publicaciones periódicas; además del uso de una moneda propia, los peinadores; o el trazado de un tranvía desde la villa termal a Vigo cuyas obras llegaron a empezarse son algunas de las señas del esplendor que alcanzó el pueblo.
En 1908, el propio arquitecto describía en el periódico su plan para Troncoso, "con una elegante marquesina de hierro y cristal", balcón cubierto en torno a la fuente y "dos cómodas escaleras de hierro, artísticamente decoradas". "A continuación de la marquesina", seguía el artista, "están los talleres del embotellado que en su arquitectura recordarán los de la fuente de Gándara". Estas dependencias, donde también se ubicaban, en el piso superior, una cocina, dos dormitorios, una sala y un despacho para el administrador, son las que han quedado destruidas y sepultadas por el derrumbe.
"No puedo consentir que esto se venga abajo", protesta Alberte Reboreda, arqueólogo y vecino que en estos momentos busca apoyos en el mundo de la cultura para salvar Troncoso. Ya ha logrado la visita de la dirección de la Escola de Restauración e Conservación de Bens Culturais de Galicia y de una representante del Consello da Cultura (órgano asesor de la Xunta). También el respaldo por escrito del Departamento de Historia del Arte de la Universidade de Santiago, que destaca la "relevancia histórico-artística" de la fuente en "el conjunto del Balneario de Mondariz y de la obra de Antonio Palacios".
Aunque ya aparecían citadas en el Diccionario Geográfico de Madoz (1848), quien encargó los primeros análisis y descubrió para el mundo las virtudes de las "aguas bicarbonatado-sódicas" de Troncoso fue el cura local Domingo Blanco Lage en 1862. Una década después, el médico Enrique Peinador compró los terrenos cenagosos donde afloraba el manantial de Gándara, y su familia pleiteó contra el Ayuntamiento, durante 33 años, por los derechos de explotación y la titularidad de Troncoso. Duró tanto el litigio que los inversores fueron construyendo su sueño palaciego del gran “establecimiento de aguas minerales acídulo alcalinas carbónico ferruginosas” en torno a la segunda fuente y de espaldas a O Saidoiro, como plantea María Jesús del Castillo en su tesis doctoral por la Complutense. En 1905 los Peinador ganaron la batalla al Ayuntamiento y después encomendaron a Palacios las obras para dar prestancia a los dos surtidores, pero Troncoso ya siempre quedó eclipsado.
"Lo escogido de la inteligencia española" en el "Vichy galaico"
Entre finales del XIX y principios de XX, el Balneario de Mondariz fue creciendo en fama y en pompa hasta convertirse, como escribió Emilia Pardo Bazán, en el "Vichy galaico" al que acudia "lo escogido de la inteligencia española". Entre sus agüistas, relataba la autora, se contaban "políticos de talla, hombres de Estado, generales, infantes de Portugal y reinas morganáticas". "Quizá ningún otro establecimiento balneario en España motivó tanta literatura", defiende en su tesis María Jesús del Castillo, estudiosa del imperio medicinal de los hermanos Peinador, que empezaron a construir en Mondariz su paradigma del lujo después de conseguir del Gobierno de la República la declaración de Utilidad Pública de las aguas en 1873.
Hay cientos de citas que ilustran aquella gloria de antaño. Gaspar Núñez de Arce describía en 1888 la "linfa cristalina" de los manantiales de Mondariz que prestaba "fuerzas al cuerpo cansado y salud al moribundo". Emilio Castelar enardecía más el tono 10 años después y definía la localidad como "la Compostela del enfermo, encontrada y ungida por la ciencia": "Mondariz, cuyas aguas obran milagros de resurrección y de rejuvenecimiento", enfatizaba. "Ante nosotros se yergue un palacio versallesco", escribía por su parte Azorín en ABC en 1905. Y hablaba de las "damas y caballeros" caminando "lentamente" bajo los plátanos, los árboles de sombra que siguen guiando los pasos a la fuente abandonada. El hábito de los agüistas era beber por la mañana en A Gándara e ir paseando por la tarde hasta la ribera del Tea para repetir la liturgia en Troncoso.
Babelia
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