Emil Ferris: “Lo que más me aterraba de niña era convertirme en una mujer”
La autora del último fenómeno del cómic estadounidense presenta en España ‘Lo que más me gustan son los monstruos’
Algún día alguien hará una película con esto. En el año 2001 una diseñadora que se ganaba la vida trabajado como camarera y fregando escaleras recibió la picadura de un mosquito que, virus del Nilo Occidental mediante, la postró en una cama. Inmóvil de cintura para abajo y con el brazo derecho —el de dibujar— paralizado, los médicos le dijeron que quizá no pudiera volver a moverse. Pero durante la —larga— rehabilitación, Emil Ferris (Chicago, 1962), por aquel entonces madre soltera de una niña de siete años, no se dio por rendida, y con un monstruoso esfuerzo comenzó a concebir el que unánimemente es considerado uno de los mejores cómics de lo que va de siglo.
La primera mitad de Lo que más me gusta son los monstruos salió al mercado estadounidense en 2017 —en España lo editó el año pasado Reservoir Books— para demostrar que, ajeno a los cañonazos de empresas como Marvel o DC, el cómic como arte sigue buscando sus propias profundidades. Personalidades como Art Spiegelman (Maus) y Alison Bechdel (Fun Home) se rindieron ante esta obra que sigue los pasos de una niña, Karen Reyes, que no encaja más que en su imaginación; obsesionada con los monstruos de las películas y revistas de serie B, se ve a sí misma como una niña-lobo que comienza —mientras descubre su propia homosexualidad— a investigar el asesinato de su vecina de bloque en el Chicago de los años sesenta. Miles de ejemplares y decenas de premios después, Ferris se encuentra en España promocionando su obra. Camina apoyada en un bastón nudoso, toma café con leche, se emociona hasta el llanto discreto al recordar su enfermedad y no duda en reírse como una bruja si la fotógrafa se lo pide.
Pregunta. ¿Tras tanto avatar, cómo se siente ahora, viajando con su obra?
Respuesta. Pues es increíble estar aquí en Madrid. Me ha encantado el Museo del Prado.
P. Lo cierto es que hay mucha influencia clásica en su obra. De Goya a Füssli, pasando por Bernat Martorell.
R. Sí, es muy importante. El arte es importante para mí, y lo que buscaba era crear algo que ayudara a la gente a recordar cuán importante es el arte. En especial a la gente joven. Recordarles lo importante que es ponerse delante de un cuadro real, no solo mirar algo en el teléfono.
P. Cuando hagan una película sobre cómo hizo Lo que más me gustan…, ¿Tiene alguna preferencia sobre quién quiere que la interprete?
R. (Ríe) Bueno… me gustaría que lo hiciera una mujer transgénero. Durante mucho tiempo gente que no era transgénero ha interpretado esos papeles. Ahora las nuevas generaciones están cambiando las cosas. Para bien.
P. Ya en serio, la historia de la concepción de la obra, el mosquito, la enfermedad… ¿siente que estar aquí presentando la obra es un final feliz?
R. Bueno, todos necesitamos historias. La gente necesita historias como la mía. Necesitan saber que en su vida van a pasar cosas malas, cosas realmente trágicas. Y que eso no significa que se haya acabado. Que tienen que seguir. Esa es la clave. Esto [pone la mano sobre un ejemplar del cómic] representa a una persona que siguió adelante.
P. ¿Cuál diría que es el secreto de la obra, de la conexión con el público?
Escondo cosas en los cómics, dibujos que solo lee tu subconsciente
R. Mmm creo que es el amor y la gratitud. Mira, yo perdí la habilidad de dibujar. De repente se había ido. Y era todo lo que tenía. Así que perderlo, y luego recuperarlo… me siento tan agradecida de cada dibujo que he podido hacer, de cada trazo de bolígrafo… [se le escapa una lágrima]. Quiero hacer algo que signifique algo para la gente, darles toda la cantidad de magia que pueda, porque es un tiempo difícil. El planeta está enfermo, y necesitamos este tipo de magia.
P. En el plano técnico, su cómic imita un cuaderno, pero al contrario que otros trabajos que hacen a sus personajes con trazo digital, usted dibuja con un bolígrafo. Eso hace un estilo único que a la vez es muy familiar para el lector. ¿Lo buscaba o es algo que se encontró?
R. Bueno, cuando yo tenía la edad de la protagonista es lo que tenía. Y es lo que el personaje tendría en un ambiente pobre como el suyo: un puñado de cuadernos y unos cuantos pilots. O dicho de otro modo: su imaginación.
P. En su cómic hay proporciones exageradas pero expresivas. Hay viñetas que se parecen al cómic clásico, pero a la vez hay páginas enteras que funcionan como murales de un solo dibujo, páginas dobles… eso le da un ritmo muy particular a la obra. ¿Cómo definiría su estilo?
R. Puedo mostrarlo, mejor que decirlo. [En ese momento saca una página con un hombre dibujado]. No dibujo en un cuaderno con tamaña de cuaderno, porque no tendría espacio para escribir. Quizá uso este tipo como base de la página, o quizá le añado viñetas en el espacio en blanco que hay… o quizá esto sea toda la página. Mira, en realidad doy una pista en el libro de cómo dibujo [y señala una página, bastante al principio, en la que el hermano de Karen, dibujante, le explica cómo usar la “geometría secreta”]. Todo parece que está al azar, pero es geometría secreta. Uso formas geométricas para llenar la composición del plano. Eso me lleva a decidir qué va donde. El lector no lo ve, porque procuro que no sea evidente, pero es así. Además, me gusta esconder cosas. [Y muestra varias viñetas: un cuerpo desnudo de mujer en medio de unos setos, varias caras diabólicas formadas por los nudos en una pared de madera]. Quiero que veas cosas que no termines de entender, que lleguen a tu subconsciente. El libro está lleno de detalles así, y el segundo también.
P. ¿Qué podemos esperar de ese segundo libro?
R. Espero que cosas buenas (ríe). Bueno, el tema de la tristeza de crecer será algo presente. Yo lo he experimentado con mi propia hija. Estás feliz por ver que sobrevive, pero a la vez triste porque ya no sea una niña.
P. Entrevistando a varios guionistas y dibujantes de cómics, muchos critican la desproporción entre el crédito que se lleva el guionista y el que se lleva el dibujante.
Quiero ver dónde lleva toda esta ola de género, todo ese nuevo poder
R. Es cierto, y me alegra que se hable esa injusticia.
P. El caso es que en un cómic como el suyo es distinto, porque escribe y dibuja. ¿Cómo pondera cada parte? ¿Le da más importancia a una sobre la otra?
R. Yo que estoy a ambos lados sé que hay que elogiar la parte plástica. Bueno, en mi caso hay una unión entre el texto y la imagen: muchas de las páginas no empiezan con texto, y es el dibujo el que te lleva a él. Mi cerebro debe ir cambiando entre ambas concepciones sobre cómo contar la historia. La escritora dice: Karen va a una tienda. Bien. La artista dice: ¿qué tipo de tienda es? Es la dibujante la que toma esas decisiones que deben ser respetadas. A veces un dibujo cambia el texto de una página.
P. Por fin sale el nombre de su protagonista, la niña-lobo. Karen. ¿Qué tiene de usted?
R. Todo. Ella es yo. Yo no quería ser una chica, yo quería ser un monstruo. Lo peor que podía imaginar ser de mayor era una mujer. Me aterrorizaba. Y aunque fue algo inevitable… aún hoy prefiero pensar en mí como un monstruo, una bruja, más que en términos de género. El género es algo bastante reduccionista. Por eso la generación joven, la de mi hija, está reexaminando conceptos como el de género.
P. Es otro de los temas del cómic. Y algo muy presente hoy en día.
R. Es algo que me emociona. Quiero ver dónde lleva toda esta ola, este movimiento feminista y de género. Quiero ver dónde lleva todo este poder.
P. Donde hay poder hay resistencia. En el terreno del cómic en Estados Unidos aún colea el comicgate [a grandes rasgos, un movimiento en contra de la diversidad en los cómics de superhéroes norteamericanos]. ¿Se vive una guerra cultural allí?
R. Me encanta que la gente a la que asusta la libertad de los demás sean los que aman al Capitán América y su idea de libertad. A esa gente les diría una cosa: no engordes un sistema que en realidad te está constriñendo. Lo que más me gusta son los monstruos, para mí, es eso: hay una prisión, pero no tenemos que aceptar nada de esto como una prisión. Las cosas están cambiando. Hay que fortalecer nuestra imaginación. Si no podemos imaginar un futuro, no podremos alcanzarlo. Somos débiles si no podemos imaginarnos distintos de como somos.
P. Dicho esto, dentro del propio mundo del cómic, ha recibido elogios de los mejores autores de vivos. ¿Cómo se siente?
R. Es increíble. Nunca lo hubiera pensado, no creía que la gente pudiera ser tan generosa. Han sido increíblemente amables. Es como si fuera el niño más mayor del orfanato, y de repente surgiera una familia y me adoptara. es como una familia. Hay gente que no se quiere, pero en el fondo, hay algo muy especial sobre la gente del mundo del cómic, algo que la gente debe entender, y es que la magia es real, la magia es lo que nos mantiene con vida. La vida puede ser mágica, y la gente del mundo del cómic lo entiende mejor que nadie, porque están abiertos a la combinación de imágenes y palabras. Cuando las palabras se combinan con las imágenes, se crea un conjuro.
Babelia
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