El Premio Princesa de Asturias corona el bicentario del Museo del Prado
Miguel Falomir, director de la pinacoteca, cree que el galardón de Comunicación y Humanidades es un "regalo para todos los españoles"
Este es un reconocimiento al “desarrollo humanístico de la sociedad”. Así lo ha presentado el jurado del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2019, que destaca la función del Museo Nacional del Prado en la sociedad. Su director, Miguel Falomir, explica que este galardón es en agradecimiento “a un trabajo de 200 años”. Y prefiere compartirlo con el resto de museos españoles, entre los que el Prado está “a la cabeza”.
“Con el bicentenario hemos insistido en que el Prado es de todos, por eso creo que es un premio del que los ciudadanos deben sentirse partícipes. Es un regalo para todos los españoles”, ha explicado al poco de aterrizar en Madrid desde Melilla, donde la institución ha llegado por primera vez, gracias a su proyecto De gira por España. Con este programa la institución expande partículas de su colección por toda la geografía.
Esta “misión pedagógica” del museo también ha sido subrayada por los miembros del jurado, que han destacado la “labor de conservación y divulgación de uno de los más ricos patrimonios artísticos del mundo”. Dice Falomir que es un museo atípico, a pesar de fundarse en el mismo momento en el que surgen las grandes pinacotecas europeas. “No está hecho por historiadores del arte para mostrar la evolución de la pintura occidental, sino que es una institución heredera de una colección real con sus gustos. Eso explica sus grandes aciertos y sus grandes lagunas. Por eso el Prado es algo muy distinto, por sus 99 rubens, 46 tizianos, 200 goyas y sus muchos velázquez. Es una colección diferente al resto y debemos profundizar en nuestra diferencia, porque eso nos hace fuertes”, añade Miguel Falomir.
Para Falomir, los Premios Princesa de Asturias tienen mucha importancia porque ponen el foco sobre la institución, así como en “el resto de museos”. Esto quiere decir que repercutirá en las necesidades económicas de la institución, que el director espera se desbloqueen en los Presupuestos Generales del Estado del próximo Gobierno. “Con este premio será más fácil generar nuevas inversiones, como la destinada a la recuperación del salón de Reinos y un incremento de la ayuda pública para llegar al 50% de los presupuestos”, ha señalado. “Es importante que no todo el dinero proceda del Estado, pero no dejamos de ser un museo nacional y el Estado tiene una obligación. No es bueno que la financiación pública desaparezca del museo”, dice.
Esas particularidades de la colección a las que se refería su director, llevaron al ensayista y pintor Ramón Gaya (1910-2005) a ver en el Prado, más que un museo, una “roca española”. Una institución que es más grande que el propio país, dice: “Cuando desde lejos se piensa en el Prado, este no se presenta nunca como un museo, sino como una especie de patria”. Por eso para Gaya la pintura es el idioma expresivo más afín al español. Y María Zambrano (1904-1991) pensaba como él, veía en el museo un símbolo depositario de la historia común, a la que definió como “la historia más enigmática de los países de Occidente”.
Falomir también ha destacado la función de cohesión del país que soporta el patrimonio común alojado en estas salas. Está convencido de que es una institución en la que “se reconocen la mayoría de los españoles”, gracias al empeño por adaptarse a ellos. “Para mí no es tan importante el número de visitantes como las clases sociales que lo visitan. Debemos conseguir que la dimensión cultural sea cada vez mayor, que cada vez más gente sienta el Prado suyo y disfrute del arte”, comenta para definir el museo como institución cultural, más que como una simple pinacoteca.
COMPOSICIÓN DEL JURADO
El jurado de este Premio -convocado por la Fundación Princesa de Asturias- estuvo presidido por Víctor García de la Concha e integrado por Luis María Anson Oliart, Alberto Edgardo Barbieri, César Bona García, Irene Cano Piquero, Alberto Corazón Climent, Aurora Egido Martínez, Taciana Fisac Badell, Elsa González Díaz de Ponga, Santiago González Suárez, Alan Goodman, Álex Grijelmo García, Miguel Ángel Liso Tejada, Rosa María Mateo Isasi y Óscar Loureda Lamas (secretario).
Esa cohesión social la apuntó el artista Eduardo Arroyo, fallecido el pasado octubre, en Al pie del cañón: Una guía del Museo del Prado (2011). En ella nos habla de la condición de “faro” o patria personal que tiene el museo para los que lo han conocido bien y se encuentran lejos. Cuando estaba en París recuerda los lazos personales que sentía con el museo, como le ocurría a Miquel Barceló (1957), que en un escrito sobre el museo habla de sus primeras visitas, cuando era “una isla de pintura en un desierto”. “Vuelvo al Prado como un animal al abrevadero o como un insecto al charco, bebo de estas espesas aguas oscuras que alimentan y contemplo mi reflejo movedizo sobre el rostro imperturbablemente sereno de estos santos, reyes y vírgenes que son pintura y que tal vez nunca fueron más que pintura”, dejó apuntado Barceló hace ya casi tres décadas.
En el Prado confluyen política, patrimonio, sociedad, cultura, pasado y futuro. ¿Cómo crecerá el museo con la incorporación del salón de Reinos? Miguel Falomir asegura que donde la ampliación va a sentirse será en el edificio Villanueva, porque el director reordenará la colección entera y saldrán a la luz “más de 200 obras de gran valor, que están en los almacenes”.
El museo tiene una colección de cerca de 8.000 pinturas, de las que 1.700 están expuestas en el edificio Villanueva
Las actuales salas temporales cederán su espacio al crecimiento de la pintura del siglo XIX y otros capítulos. El salón del Reinos (antiguo Museo del Ejército) se reconstruirá respetando sus orígenes y en la parte superior se ubicarán las muestras temporales. “Para iniciar las obras necesitamos que la línea de crédito contemple la financiación integral de las obras. En los Presupuestos Generales del Estado estaba prevista, pero no salieron. Confío en que en los próximos se volverá a contemplar”, aclara Falomir.
Este galardón refuerza el apoyo al “corazón de España”, como lo denominó Miguel de Unamuno (1864-1936). De corazón a roca, el Prado se endurece. “El español ve mucho mejor que piensa, y si piensa bien lo que ve no suele ver bien lo que piensa”, escribió en La labor patriótica de Zuloaga. Al autor de Niebla le resultaba “indudable” que el Greco, Velázquez, Ribera, Valdés Leal, Zurbarán, Murillo y Goya “son en su arte muy superiores a los mejores literatos en el suyo”.
Babelia
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