El misterio de Algodonales: ¿pinturas rupestres o una broma de los sesenta?
La Junta de Andalucía mantiene catalogados como prehistóricos y protegidos desde 1985 unos dibujos que varios vecinos aseguran que realizó el pintor Diego Escorza en el siglo pasado
“Fue un pintor alto, enjuto, de nariz prominente, más Quijote que Sancho y bohemio por España, Italia y Francia”. Manuel Román recuerda con cariño a quien considera el autor de unas pinturas catalogadas hoy como rupestres en Algodonales (Cádiz). Román no es milenario ni tiene supuestos poderes extrasensoriales. Sencillamente, este profesor jubilado sostiene que esos dibujos pintados en una ladera ni tienen 7.000 años, ni merecen ser Bien de Interés Cultural ya que, en verdad, los pintó su amigo Diego Escorza en los años sesenta del pasado siglo. Solo él —aún vivo en una residencia en el País Vasco, aunque "delicado de salud" según las últimas señas de Román— podría desvelar si las pinturas que pueblan la sierra de Líjar son de su trazo o de los primeros pobladores de Algodonales.
Espirales, figuras antropomorfas en danza, animales e incluso una mujer de falda abullonada; todos ellos pintados con trazos rojos o azules. Ese es el conjunto de pinturas que, desde su protección en 1985, la Junta de Andalucía cataloga como monumento rupestre ‘Peña de los Algodonales’ en el Catálogo de Patrimonio Histórico Andaluz. En un escrito dirigido al presidente de la Junta, Juanma Moreno, Román solicitó el pasado 28 de enero que se elimine dicha catalogación “para evitar el descrédito y desprestigio de las instituciones andaluzas”.
El origen de la aparente confusión es una mezcla de prudencia y desidia que han generado un limbo que suma más 30 años
Este profesor retirado no es el único que tiene motivos para dudar de la autenticidad de estas supuestas pinturas rupestres. “En un alto porcentaje son falsas. En un 90% se puede decir que paleolítico no es”, afirma con prudencia Diego Fernández, investigador de la Universidad de Cádiz especializado en arte rupestre. El historiador da dos motivos básicos: “Por las coloraciones azules, que no se daban, y las tipologías de pinturas, aunque algunas representaciones sí coincidan”. A eso se suman las fuentes orales, como el propio Román o Juan Lozano, otro vecino del pueblo que da más pistas: “Yo fui con Diego a pintar. Era muy original”.
El origen de la aparente confusión es una mezcla de prudencia y desidia que han generado un limbo que suma más 30 años. En 1979, el matrimonio belga de investigadores Lya y Marcel Dams publicaron La roche peinte d’Algodonales, como parte de las actas del Simposio sobre Arte Prehistórico de Altamira. En dicho estudio, los Dams identifican y calcan siete grupos de pinturas a lo largo de un kilómetro, realizadas sobre una escarpada ladera de la sierra de Líjar, en su zona más cercana al pueblo gaditano.
En su estudio, los investigadores belgas hablan de elementos “de un gran interés para el desarrollo del arte rupestre en la península”. Aunque también a ellos se les escapa la sombra de la duda. “A primera vista, estas pinturas se comprueba que son extremadamente engañosas”, reconocen. Y se reafirman en artículos posteriores, en los que admiten que hay “pintarrajos” en la roca.
Sin embargo, a la Junta andaluza le bastó con la primera publicación del simposio para proteger el enclave y, posteriormente, incluirlo en su base de datos del Patrimonio Inmueble de Andalucía como Peña de Algodonales. La declaración como BIC “tiene como prioritaria la conservación, hasta que no quede aclarada la cronología y la autenticidad”, aseguran desde la Consejería de Cultura. Además, añaden que la ficha de catálogo recoge que las pinturas “deberían estudiarse nuevamente para discernir si realmente existen representaciones prehistóricas o son todas modernas”.
El problema es que, en estos 34 años, en la Administración no se han preocupado por hacer dicho informe y reconocen que el trabajo de los Dams tampoco “ha sido rebatido en foros científicos. Era un estudio preliminar, ellos no sientan cátedra y hablan de dudas. En este tiempo se ha avanzado mucho, antes se hacían valoraciones cronoestilísticas y en los noventa se ha visto que eso, a veces, tenía fallos”, explica Fernández.
Con el debate servido, el concejal de Cultura de Algodonales, Antonio Acuña, pide que “no se cierre la posibilidad de una investigación” y recuerda que existe la posibilidad de que en la ladera convivan pinturas modernas y paleolíticas. Román es más tajante y cree ni es necesario el estudio para retirarles la protección. Igualmente, en su carta a la Junta defiende que el trabajo de Escorza fue realizado "sin intención dolosa y que, en ningún caso, hubo repintado" sobre manifestaciones artísticas anteriores. Escorza supuestamente se limitó a inspirarse en las pinturas que consultaba en la enciclopedia Summa Artis de la biblioteca municipal del pueblo, reconoce el profesor jubilado. Luego cogía sus óleos y subía a la sierra a pintar. Así le recuerdan.
Algodonales, paso del arte rupestre
El historiador y espeleólogo Diego Fernández tiene claro que el caso de las pinturas de Diego Escorza es “un hecho particular”. “Hay bastantes cuevas en estudio en la zona y, realmente hay arte rupestre y original”, asegura el investigador de la Universidad de Cádiz. En el paso del arte rupestre que es la provincia de Cádiz, Algodonales “es la puerta entre el Campo de Gibraltar y el Guadalquivir”, asegura Fernández que añade que hay representaciones esquemáticas neolíticas reconocidas de 6.000 a 5.000 años. “Estoy convencido de que va a aparecer más arte en la zona”, señala el investigador.
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