Las visitas al Valle de los Caídos subieron un 33,5% el año pasado respecto a 2017
Patrimonio Nacional resta importancia al aumento, pero la asistencia se multiplicó en la segunda parte del año, tras el anuncio de la exhumación de Franco
Las visitas al Valle de los Caídos han crecido en 2018 como nunca después de su reapertura en junio de 2012. Por la basílica horadada en la roca de la finca de Cuelgamuros pasaron 378.875 personas. En 2017 fueron 283.277 los visitantes. El crecimiento es de un 33,5%. Desde la dirección de Patrimonio Nacional —institución que lo gestiona “provisionalmente” desde 1982— se resta importancia al éxito de público y se subraya que “con anterioridad a 2009 [año previo al inicio de una reforma que se extendió hasta 2012], las cifras de visitantes al lugar giraban en torno a las 400.000 personas”.
Lo que la institución dirigida por Alfredo Pérez de Armiñán no indica es que hasta julio lo habían visitado 153.667 personas y que en los siguientes cinco meses lo visitaron 225.208 personas. Es cuando menos probable que ese flujo de visitantes, insólito en las estadísticas históricas del lugar gestionado por la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, tenga una relación directa con el anuncio del presidente Pedro Sánchez de la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco.
En julio el incremento se disparó un 49% respecto al mismo mes de 2017. Por allí pasaron 38.269 personas, unas 15.000 más de las previstas. Y así se ha mantenido hasta el final del año. El primer año completo de cifras, tras la reapertura por restauración del conjunto, fue 2013 y lo visitaron 259.951 personas. En 2014, cayó la cifra a 240.837. En 2015 creció un 5,4% hasta los 254.059 visitantes. Y en 2016 volvió a subir el total: 262.860 personas (un 7,7% menos que en 2017 y más de 100.000 personas menos que este año). La venta de entradas en 2017 generó una recaudación de 1.453.152 euros. De momento, la cuenta de 2018 no se ha hecho pública y este periódico tampoco ha obtenido respuesta de Patrimonio Nacional.
“Reconciliación no es remover las cosas. Si hay muertos de las dos partes hay que honrarles a todos”, explicaban el pasado julio a este periodista algunos de los visitantes que llegaban indignados ante la marcha del cadáver embalsamado del dictador. La intención del Gobierno de Pedro Sánchez de exhumar a Franco provocó el interés de familias que subían a la sierra madrileña los fines de semana a despedirse del lugar como tumba del caudillo, antes de que fuera transformado en centro de interpretación histórica o cementerio. Incluso el domingo 15 de julio hubo una marcha franquista contra la exhumación de su referente ideológico.
Los visitantes que se acercaban preguntaban por los motivos para sacar de allí —donde descansan los cuerpos de 33.833 personas, de las que 21.423 no están identificadas— al dictador, que había construido la tumba con los trabajos forzados de 20.000 presos políticos. “Es una falta de respeto. Eso sería negar la historia”, aseguraba un visitante de 23 años. “Por quitar el cuerpo no se repara la historia”, añadía el joven que ya había estado con sus amigos, pero que se iban de vacaciones y temían que a la vuelta todo hubiera cambiado.
A pesar del incremento en visitantes, no es la institución más vista aunque sí la mejor subvencionada. El Consejo de Administración de Patrimonio Nacional inyecta ayudas económicas a los patronatos a su mando, para los gastos corrientes. Ninguna de las instituciones supera los 340.000 euros que la comunidad benedictina (beneficiaria de la fundación) recibe al año. Y ni siquiera tiene patronato para su gestión económica como las otro ocho. Por ejemplo, el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es más visitado (con 504.004 personas) que Cuelgamuros y sólo recibe 103.900 euros. La cantidad destinada a los monjes se incluye en los 1.836.325 euros que cuesta el mantenimiento de la finca y su conjunto monumental.
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