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Réquiem mestizo para una eutanasia

Un espectáculo sobrecogedor mezcla la obra de Mozart con música y baile africanos mientras se proyecta el deceso real de una mujer que eligió la muerte voluntaria

Jacinto Antón
Una imagen del 'Requiem pour L', de los Ballets C de la B..
Una imagen del 'Requiem pour L', de los Ballets C de la B.. Chris van der Burght

Difícilmente se habrá visto alguna vez en un escenario una propuesta tan radical. Mientras un grupo de 14 intérpretes ofrecen una intensa y sorprendente reelaboración del célebre Réquiem de Mozart con aportaciones de músicas y danzas africanas y jazz, una gran pantalla detrás muestra las imágenes reales de los últimos momentos y el fallecimiento de una mujer que escogió la muerte voluntaria.

Durante la hora y cuarenta minutos que dura el intensísimo y conmovedor espectáculo Requiem pour L., de Les Ballets C de la B, que dirige el coreógrafo y director de teatro belga Alain Platel, uno de los creadores más prestigiosos de Europa, con su colaborador habitual, el compositor Fabrizio Cassol, el público sigue completamente enfrascado, emocionado y turbado la representación, teñida de ceremonia, que se desarrolla en paralelo a la agonía de la mujer, filmada en primer plano en blanco y negro.

Esa mujer, L., Lucie, defensora de la eutanasia y que decidió acabar voluntariamente con su vida al padecer una enfermedad incurable, para evitar el sufrimiento, ofreció a Platel utilizar en su espectáculo las imágenes. Estas muestran a Lucie (no se proporciona el apellido), de 62 años, recostada sobre un cojín de flores en el trance entre la vida y la muerte, realizando pequeños gestos (abriendo y cerrando los ojos, humedeciéndose los labios con la lengua) que se van ralentizando. Ocasionalmente, la mano de un familiar o acompañante la acaricia.

Las imágenes no son angustiosas (más allá de su significado) y, aunque el espectador puede sentirse sobrecogido, el proceso parece apacible dando sentido a la expresión “muerte dulce”. El tránsito se produce de manera casi imperceptible. En todo momento, las imágenes se relacionan con las diferentes partes de la misa de difuntos de Mozart que se ejecutan, en una sorprendente simbiosis. En algún instante estremecedor esa relación se hace muy intensa, como cuando la moribunda parece mirar directamente a un músico desde la pantalla o una tuba se acompasa al ritmo de su respiración decreciente.

El Réquiem es servido canónicamente en parte por los cantantes, pero se distorsiona o evoluciona por caminos inesperados hasta convertirse en jazz, melodías y cantos africanos congoleños y sudafricanos interpretados con guitarras eléctricas, percusión, acordeón e instrumentos tradicionales de África. El escenario está ocupado por una serie de estructuras negras como lápidas inspiradas en el memorial del Holocausto de Berlín. Los músicos actores, vestidos de negro, tocan y bailan sobre ellas, en ocasiones de manera frenética que sugiere rituales de trance o de vudú.Rodríguez Vangama que toca una guitarra de doble mástil compone un poderoso griot electrificado, con aire de Barón Samedi.

Un momento del 'Requiem pour L.' con la pantalla detrás.
Un momento del 'Requiem pour L.' con la pantalla detrás.Chris van der Burght.

El espectáculo que pudo verse el pasado martes en el gran auditorio del Concertgebouw de Brujas, donde acabó con todo el público (casi 1.300 personas) en pie aplaudiendo, llegará al Teatro Municipal de Girona el 16 y 17 de noviembre en el marco del festival Temporada Alta.

Poco antes de la representación del martes, Platel y Cassol hablaron sobre su espectáculo. Mientras los ventanales de una sala de lectura del Concertgebouw se abrían al austero perfil de una iglesia y a una tarde que se ensombrecía, Platel (Gante, 1956) recalcó que Requiem pour L. es “una celebración de la vida”. La música de Mozart, dijo, es el origen del espectáculo junto con una conversación que tuvieron él y Cassol sobre la muerte. “Quisimos hacer algo sobre cómo afrontarla y el Réquiem nos ofrecía una puerta abierta”. Explicó que han pretendido crear “otra ceremonia del duelo, un nuevo ritual” a partir de la misa de difuntos de Mozart y de tradiciones musicales africanas interpretadas por unos artistas del continente que viven la muerte de otra manera, con una enorme vitalidad desconocida en Europa pero que se corresponde con la música luminosa de Mozart.

Platel es consciente del debate ético. “Era una decisión difícil emplear las imágenes. Pero el público  se muestra muy abierto y favorable al espectáculo. Siente que estamos haciendo un ritual respetuoso y trascendente”

La idea de la proyección surgió “para confrontar al público con alguien que está a punto de morir”. Reveló Platel que contactaron con un médico de paliativos que fue el que les llevó hasta una amiga, Lucie, “que sabía que iba a morir y que conocía y apreciaba mi trabajo”. Lucie, continuó, “era belga y una luchadora por la legalización de la eutanasia, un tema muy complejo en la católica Bélgica”. Eligió su muerte. “Para ella era importante formar parte de este proyecto”. Las imágenes se han usado con permiso de Lucie y de su familia, aunque no pueden ser reproducidas fuera de la función. Platel es consciente del debate ético. “Era una decisión difícil emplearlas. Pero el público en general se muestra muy abierto y favorable al espectáculo. Siente que estamos haciendo un ritual respetuoso y trascendente”. Tanto Platel como Cassol experimentaron pérdidas que propiciaron su reflexión sobre la muerte. “Son momentos muy difíciles en los que hay un dolor pero de los que emana también una fuerza. Hemos evocado la muerte con la música pero también la hemos mirado a los ojos”.

Fabrizio Cassol, con su desconcertante cabello a lo Harpo, subraya que la música de Mozart se reconoce absolutamente en el espectáculo y reaparece todo el rato. “Nuestro Réquiem, fruto de un profundo y minucioso trabajo de musicología, no es un collage, no es una adición sino una multiplicación”.

¿Les ha cambiado la relación con la muerte tras la creación de este especialísimo Réquiem? “Ofrece algo luminoso, un consuelo, un alivio”, medita Platel. “Dejas de ver la muerte como punición y tienes menos miedo que antes”.

Alain Platel, contra cualquier nacionalismo

El creador de Requiem pour L.,Alain Platel, considera "legítimo" el empeño de los catalanes favorables a la independencia, pero manifiesta que él está "contra cualquier forma de nacionalismo". Y añade: "Estoy por la humanidad que traspasa las fronteras de cualquier tipo". Platel apunta que ha de ser "muy duro" para los catalanes tener políticos en prisión, pero se muestra perplejo por las relaciones de la cúpula independentista con "la extrema derecha belga".

En otro de los temas polémicos de la actualidad, las acusaciones contra creadores escénicos, afirma que en el caso de su compatriota Jean Fabre hay que esperar a la investigación judicial lo primero, “para ver qué hay”. Si no existen derivaciones penales, confía en que sea posible un diálogo. En cuanto a Lluís Pasqual, dimitido del Teatre Lliure, dice no conocer el caso. Opina que debe haber debate en el interior de las compañías y recalca que en la que él dirige “hace años que todos hablamos y escuchamos”.

En cuanto a Europa y su futuro, le parece más difícil hablar de ello incluso que de la muerte. “La política mundial me da mucho miedo, no puedo dar recetas para salvar el mundo, pero este espectáculo tiene que ver con algunas de las grandes discusiones como el mestizaje, la inmigración y la apropiación cultural”.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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