Darío Villanueva renuncia a un nuevo mandato en la RAE
El director anuncia ante el pleno de los académicos su retirada y cree que es hora de elegir un responsable de la institución con un perfil más experto en gestión
La sala de pastas de la Real Academia Española (RAE) perfiló este jueves sus corrillos cara a un nuevo curso movido. Ahí se decide todo. Entre canapé, charlas y cafés se establecen alianzas. Con el reencuentro otoñal hubo mucho que comentar. En la sesión inicial, Darío Villanueva, actual director, ha comunicado a sus compañeros que renuncia a un segundo mandato. Queda abierto así el puesto a una nueva elección. Será, en principio, el segundo jueves de diciembre.
No hay candidaturas oficiales porque el reglamento no lo permite. Villanueva ha meditado a fondo su retirada. Antes del verano ya lo había decidido y se lo había comentado a algunos compañeros. Con su anuncio de este jueves se abre el cónclave y se decantan nombres oficiosos. Todos sus miembros son posibles aspirantes, pero los bandos se posicionan en la discreta campaña que ya comienza. Aunque, como dice un académico, la opción que siempre saca más papeletas no tiene sillón: el voto en blanco. Con una mayoría simple bastará.
Quien se ocupe de la institución tiene tarea. La crisis ha desgastado seriamente a la RAE. Para muchos es hora de cambiar el perfil de quien la dirija. De los tradicionales filólogos o expertos en literatura —como Fernando Lázaro Carreter, Víctor García de la Concha, José Manuel Blecua y Villanueva, que han sido los cuatro últimos—, algunos quieren pasar a un modelo de expertos en gestión y grandes empresas. La atracción de fondos privados resulta primordial para la supervivencia.
Aunque la RAE sea una casa de palabras, los números cantan. Los recortes, la escasa financiación privada en patrocinios y la caída de la renta que año a año proporcionaba su capital social de la Fundación pro-RAE han afectado a las cuentas en los últimos 10 años. Los siete millones de euros de presupuesto salen a duras penas para una institución independiente que tiene 85 empleados enfrascados en sus proyectos y la elaboración de diccionarios o los manuales lingüísticos. Los académicos no tienen sueldo. Cobran una dieta de 140 euros por sesión y, si no asisten, nada.
Darío Villanueva asegura que el déficit de la RAE asciende en este ejercicio a dos millones. “Hemos sufrido un recorte de la aportación del Estado del 60% desde 2008”, afirma. “Recibíamos una asignación de cuatro millones de euros que ahora se ha quedado en 1,6. Esa cantidad suponía el 50% del presupuesto hace una década y ahora ya casi no cuenta”.
La tecnología Enclave
Para resolverlo, la RAE ha puesto a disposición del Gobierno una tecnología aplicada a asuntos educativos y de lenguaje: Enclave. “No queremos vivir de la sopa boba, en eso nuestro comportamiento es gallardo”, asegura Villanueva. Aparte de España y América Latina, lo han presentado en China y están en conversaciones con la Universidad de Estudios Locales de Shanghái para que lo adopten en sus planes de estudios: “Han introducido el español como lengua opcional en secundaria y bachillerato. Cuando te refieres a China hablas de 60 millones de estudiantes en esos niveles. Solo este año, se han presentado a la selectividad nueve millones. Las posibilidades para el español en ese país son enormes y esperamos firmar varios acuerdos con la próxima visita oficial”.
En la etapa que cerraba el siglo XX, la RAE emprendió un cambio de paradigma en la política lingüística respecto a América Latina. Fue cuando García de la Concha impulsó el panhispanismo con la complicidad del resto de las academias con sede en todos los países de habla hispana. Ahora se impone un giro económico que la permita sobrevivir con holgura y dignidad.
Pero lo cierto es que al tiempo que los recortes públicos y la espalda perpetua de la administración dejaba entrar el frío en sus salones, tampoco el mundo de las finanzas ha respondido del todo a sus ayudas con el cierre del grifo de patrocinios. Una ayuda de la Fundación Social de La Caixa para el Diccionario en línea y un monto de Inditex para el proyecto del Histórico han permitido desarrollar iniciativas de calado, entre otros.
A todo eso se une la crisis del modelo editorial. Los ejemplares del último DRAE publicado en 2014 se agolpan en los almacenes sin salida de venta, así como otros tantos productos que aportaban ingresos. Para colmo, las humedades han afectado al edificio que de por sí acarrea unos gastos de conservación elevados y han obligado a afrontar reparaciones por valor de 500.000 euros en los últimos meses. Las cuentas, pues, serán la prioridad de los nuevos responsables. Por lo demás, han sido la pesadilla de Villanueva, que vuelve tras su mandato a sus libros. “Después de nueve años en dos cargos, primero como secretario y luego como director, toca dejar paso a otra persona”, asegura.
Dotes para la diplomacia cultural
En los estatutos de la RAE las atribuciones del director de la institución son muy concretas. Presidir la academia, hacer cumplir los reglamentos y estatutos, señalar los días en que se deben celebrar los plenos extraordinarios, encabezar el Instituto de Lexicografía, distribuir tareas y poner en marcha las comisiones, designar vocales para las mismas… Para ello cuenta también con una junta de Gobierno que incluye una vicedirectoría, una secretaría, un puesto de bibliotecario, tesorería, vicesecretarías, censor y dos vocalías adjuntas. Pero las tareas del máximo representante de la Real Academia han ido aumentando con el tiempo. Hasta convertirse, tras la etapa de Víctor García de la Concha, en toda una figura de importancia creciente en la diplomacia cultural. Los congresos internacionales del español por toda América y la estrategia panhispánica de coordinación constante con las demás academias dedicadas al idioma en el otro continente exigen un perfil con cualidades políticas a tener en cuenta en el siglo XXI.
Babelia
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