La épica de la espera
Una de las ideas que propone Eva Vila en su tercer largometraje es que, en realidad, en 'La odisea' de Homero confluyen dos tipos de épica: la del viaje y la de la espera
Las manos de una mujer centenaria intentan enhebrar una aguja en uno de esos instantes de Penèlope, que, deteniéndose en lo aparentemente insignificante, acaban diciéndolo todo sobre la poética de esta película que apela al tiempo como materia fundamental del cine. Hay incluso una palpable épica en el hecho de que esas manos frágiles y temblorosas acaben logrando que ese hilo pase por el ojo de la aguja, aunque una de las cosas que, en teoría, nos enseñó la tradición es que el relato épico es aquello que transcurre lejos de casa, a una considerable distancia de lo cotidiano. En suma, lo que le pasa al héroe. Una de las ideas que propone Eva Vila en su tercer largometraje –el primero que tantea la ficción pese a partir de los materiales de lo real- es que, en realidad, en La odisea de Homero confluyen dos tipos de épica: la del viaje y la de la espera. Es decir, el universo del héroe que se arriesgará a desdibujarse, a convertirse en fantasma una vez vuelva al punto de partida, y la de la heroína, que quizá empezó protegiendo el fuego del hogar, pero acabó construyendo y dirigiendo su propio sentido de la supervivencia.
PENÈLOPE
Dirección: Eva Vila.
Intérpretes: Carme Tarté Vilardell, Ramon Clotet Sala.
Género: docuficción. España, 2017.
Duración: 94 minutos.
Como recoge Pierre Grimal en su Diccionario de mitología griega y romana, la figura de Penélope ha quedado fijada en la tradición occidental como símbolo de una inquebrantable y modélica fidelidad conyugal: “Entre las mujeres de los héroes que participaron en la toma de esta ciudad (Troya), es casi la única que no sucumbió a los demonios de la ausencia”. Si en B-Side (2010) y Bajarí (2014), Vila hizo ver dos realidades invisibles bajo el peso de los discursos oficiales –la comunidad de los profesionales de la música en Barcelona y la ciudad rebautizada por la comunidad gitana y reformulada por su cultura-, aquí indaga en la letra pequeña del mito sirviéndose de dos no actores: el anciano que regresa tras una larga ausencia y la mujer que, en la espera, tejió su propia identidad. Penèlope es un poema que interroga y funde mito, memoria, presente y fantasmagoría.
Babelia
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