La revolución de los ‘greasers’
Un libro rescata la voz de los salvajes impulsores de la unión entre las bandas de Chicago ante la violencia policial y la pobreza
En un peligroso Chicago, dominado por las bandas callejeras, desavenidas entre sí y a la vez enfrentadas la policía, se produjo hace cincuenta años un acontecimiento casi secreto de la contracultura estadounidense: la revolución greaser. Blancos, salvajes y grasientos, con su origen en el sur de Estados Unidos, los greasers se peinaban con brillantina, escuchaban a Chuck Berry, Vince Taylor y Johnny Cash. Su estética, más o menos vulgarizada, conquistó el imaginario colectivo con películas como Grease, The Warriors (Los amos de la noche) o West Side Story. En los sesenta promovieron la banda de los Young Patriots, integrada también por hillbillies y rednecks, sureños tradicionalmente conservadores, pero que en el contexto de un Chicago despiadado, y una vida urbana oprimida, se sumaron a la revolución, que iba a consistir en alcanzar la unidad de las bandas contra las fuerzas del orden, logro que fructificó en 1969 a través de la Rainbow Coalition.
Los greasers amaban las armas y las motos y vestían impecablemente. Adonde iban, los acompañaba la bandera confederada, a veces en forma de parche en una boina, un sombrero de cowboy o una chaqueta vaquera. Desprovista de toda implicación racista, servía de recordatorio de los orígenes proletarios del grupo. Los greasers vivían en el Uptown de Chicago, un barrio obrero "con casas cochambrosas, drogas, decenas de pandillas, desempleo y montones de basura en cualquier lugar", explica Servando Rocha, autor del prólogo de Sucios, grasientos, rebeldes. Una revolución greaser, libro que acaba de publicar La Felguera, en el que se recopilan algunos de los artículos de Rising up Angry, periódico que durante siete años fue la voz de los greasers y muchas de las bandas de Chicago.
En su día, Harper’s Magazine identificó aquel Uptown como "el remolino de pobreza blanca más congestionado de todo el país". Allí se instalaron miles de emigrados de la América profunda, que, con el tiempo, se organizaron para combatir el acoso policial y urbanístico, y exigir de las autoridades mejor acceso a los servicios sociales.
Liderados por William Fesperman, antiguo estudiante de teología, los Young Patriots consiguieron lo imposible: la alianza con los Panteras Negras, entre otras bandas. Bob Lee, en nombre de los Panteras, pasó varios días en el Uptown, constatando que "los blancos eran tan pobres y estaban tan humillados por el poder como los negros", señala Rocha, que en conversación telefónica lamenta la poca bibliografía sobre el tema. "Es una historia semioculta", dice. La policía, que vigilaba el acercamiento entre bandas, detuvo a Lee a la salida de una de las reuniones, y lo introdujo en un coche patrulla. Fesperman reunió a todos los greasers que pudo para rodear el automóvil y obligar a los agentes a liberarlo. Fue cuando Lee declaró que "aquí hay brutalidad policial, hay ratas y cucarachas, hay pobreza, y en eso es donde podemos basar la unidad".
En Oakland, en julio de 1969, se celebró la Conferencia del Frente Unido contra el Fascismo, donde irrumpieron una docena de Young Patriots. Cuando Fesperman tomó la palabra, ante 40.000 personas que representaban a más de cien bandas y colectivos, preguntó: "¿Quién de los aquí presentes y quién de ahí fuera va a dejar que el hijo de puta del capitalismo y el racismo derribe al pueblo a punta de pistola? Dejadle subir aquí para que pueda arrancarle la cabeza a mordiscos [...]. Y poned de fondo a Johnny Cash, porque Johnny Cash dice la verdad". Estaba a punto de nacer la Rainbow Coalition, para combatir "el capitalismo, la guerra y la pobreza". El Gang Intelligence Unit, un grupo policial especializado en bandas, que "se empleaba con mano dura y tácticas dudosas", según Rocha, siguió muy de cerca aquella coalición. El jefe de la unidad, Edward Buckney, reconoció al Chicago Today que su mayor preocupación era la alianza de bandas de apariencia tan contradictoria. Algunos de sus hombres trabajaban infiltrados precisamente "sembrando cizaña".
El gran acto fundacional de la Rainbow Coalition llegó en 1970, con un concierto de los incendiarios Sly and the Family Stone, que acabó con 162 heridos, la mayoría policías, heridos de bala, coches policiales quemados, y comisarías y comercios apedreados. La prensa destacó que "entre la multitud se veían adolescentes blancos con el pelo grasiento junto a bandas negras organizadas y con las que se entendían perfectamente".
Para entonces, se había consolidado el otro gran hito de la revolución: la fundación del periódico Rising Up Angry, promovido por el otro líder greaser, Mike Jones, que durante siete años fotografió las pandillas y clanes de Chicago. La publicación tomó su nombre de la frase "There is a new sun / rising up angry in the sky" (Hay un nuevo sol alzándose furioso en el cielo), parte de una canción que sonaba en El presidente, película de 1968 sobre el poder de las bandas y la juventud, que salía a las calles, se hacía con su control, hasta que un día el líder de los sublevados alcanzaba la presidencia de Estados Unidos. Los contenidos del periódico se centraban en las noticias sobre lo que ocurría en las calles con las pandillas. También se incluían reseñas sobre películas, música y libros, o instrucciones para usar un arma o tunear una motocicleta. Rising Up Angry resistió hasta 1975. A esas alturas, la policía había hostigado a las bandas hasta el punto, destaca Rocha, que "docenas de rebeldes fueron asesinados y otros se exiliaron o perdieron en lugares remotos".
Babelia
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