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LOS CAMINOS DE LA PICARESCA 5 | DE ALMOROX A MAQUEDA
Crónica
Texto informativo con interpretación

En el camino de Toledo

Una ruta guiada la novela hacia la capital, con parada en pueblos como Escalona y su plaza intacta o Maqueda, cuyo castillo está en venta

Un hombre aparca una moto frente a la iglesia de Maqueda.
Un hombre aparca una moto frente a la iglesia de Maqueda.ANDREA COMAS (EL PAÍS)
Julio Llamazares

De los lugares por los que anduvieron y del tiempo que transcurrió desde que abandonaron la ciudad del Tormes Lázaro apenas nos da noticia en su libro (sí de las aventuras que vivieron y de su aprendizaje al lado del sagaz ciego, así como del hambre al que lo sometía, que el muchacho combatía a base de ingenio y de pequeños hurtos en el fardel en el que guardaba el pan que les daban), pero parece claro que debieron de ser bastantes meses, pues el relato de sus andanzas las sitúa en diferentes estaciones, y que la dirección que tomaron fue la de Ávila, ya que aparecen en el camino de esta ciudad a Toledo. En concreto, en Almorox, un pueblo del norte de esta provincia, cerca del cual unos lugareños le dan al ciego el racimo de uvas que servirá para componer al anónimo autor de La vida del Lazarillo una de las más conocidas páginas de la literatura picaresca española: "Y como suelen ir los cestos maltratados, y también porque la uva en aquel tiempo está muy madura, desgranábasele el racimo en la mano; para echarlo en el fardel tornábase mosto (…), acordó de hacer un banquete, ansí por lo no poder llevar como por contentarme, que aquel día me había dado muchos rodillazos y golpes…".

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1.- Andanzas de un buscavidas: Segovia
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3.- El camino de las Indias: Toledo y Sevilla
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La historia todos la conocemos: convenido por el ciego que cada uno comiera una uva de cada vez, él mismo empezó en seguida a comerlas de dos en dos, lo que animó a Lázaro a hacer lo propio, incluso a superarlo aprovechando que el otro no podía verlo. Pero el ciego no era tonto y se apercibió de ello, cosa que al pobre Lázaro le sorprendió. “¿Sabes en que veo que las comiste de tres a tres?”, le dijo el ciego recriminándole su deslealtad: “En que comía yo dos a dos y callabas”.

Hoy la escena es difícil de imaginar, no porque no pudiera ocurrir, sino porque en Almorox apenas quedan ya viñas, al menos a la vista del caminante. Alrededor de una iglesia gótica que quizá el autor del Lazarillo conoció, pues fue levantada por aquel tiempo, y de una picota renacentista espectacular, sus vecinos ya apenas trabajan el campo (lo hacen en la construcción, muchos de ellos en Madrid, a donde se desplazan diariamente) y solo el nombre de una urbanización recuerda el de su visitante más universal junto con Santa Teresa de Jesús, que en uno de sus viajes entre Ávila y Toledo durmió en la casa del cura según tradición que recuerda Máximo Parro, expanadero y exempleado de la Caja de Ahorros local y el que más sabe de Almorox, por lo que todos le envían a él a los visitantes curiosos.

En la cercana Escalona, la capital de la comarca, en cambio, son varios los elementos arquitectónicos que aún recuerdan el paso del Lazarillo y el ciego por la localidad. Así, el castillo semiarruinado sobre el río Alberche que ahora ocupan docenas de cigüeñas pero que vio nacer al infante don Juan Manuel, autor de otro libro ilustre: El conde Lucanor, o la plaza mayor soportalada, que se conserva igual a como la describe Lázaro. Incluso hasta tiene un ciego de nombre Paco que, aunque vecino de Madrid, pasa en ella sus vacaciones y la pasea. En el centro de la plaza, un mosaico de azulejos recrea la escena que en ella protagonizaron el ciego y el Lazarillo y que es tradición popular que ocurrió en la esquina del antiguo Ayuntamiento, que hoy ocupa la biblioteca local (Rosa, la bibliotecaria, dice que en Escalona todos leen el Lazarillo en la escuela, por lo que nadie lo pide allí). Se trata de la venganza que el pobre Lázaro urde contra su mentor harto de su maltrato antes de abandonarlo definitivamente: “Salimos por la villa a pedir limosna y había llovido mucho la noche antes; y porque el día también llovía, y andaba rezando debajo de unos portales que en aquel pueblo había…”.

Tres hombres indican un camino en el pueblo de Almorox.
Tres hombres indican un camino en el pueblo de Almorox.ANDREA COMAS (EL PAÍS)

Contra un poste de piedra

La continuación de la historia es sabida: para volver a la posada habían de pasar de un soportal a otro, pues el agua corría como si fuera un arroyo de tanta lluvia, lo que Lázaro aprovechó para mandar saltar al ciego justo enfrente de un pilar de piedra contra el que a punto estuvo de terminar sus días. “¿Cómo, y oliste la longaniza [se refiere Lázaro a la que le sisó al ciego y que éste le descubrió oliendo su aliento] y no el poste? Olé y olé, le dije yo. Y dejele en poder de mucha gente que le había ido a socorrer y tomé la puerta de la villa en los pies de un trote, y antes de que la noche viniese di conmigo en Torrijos. No supe más de lo que Dios dél hizo ni curé de lo saber…”.

Aquí hay un error geográfico o bien se trata de una licencia literaria del autor del Lazarillo, puesto que antes de Torrijos está Maqueda, pueblo en el que Lázaro aparece a continuación sirviendo en casa de un clérigo que hará bueno al ciego, pues lo matará de hambre con más codicia que este si eso es posible: “Escapé del trueno y di en el relámpago, porque era el ciego para con éste un Alejandre Magno”, resumirá sus penurias en su etapa de criado de cura en un pueblo que hoy ya ni siquiera tiene uno. Lo comparte con el vecino Quismondo, donde reside. Y es que “Maqueda ha bajado mucho”, como dice José, un vecino de 94 años que ha visto de todo, Guerra Civil incluida, y que hoy contempla los campos junto a su hija desde la puerta de su casa, entre la iglesia cerrada y el castillo, que está en venta. La hija, que leyó el Lazarillo y le gustó, dice que “es fantasía pero es bonito”. Quizá es lo mismo que piensan los profesores del Instituto de Torrijos que celebraban el fin de curso en un mesón de la carretera fundado por un paisano del Lazarillo con más fortuna que él. ¡Qué paradoja que un salmantino haya venido a quitar el hambre a los toledanos al lugar en el que aquél tanta pasó!

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