El espionaje es puro teatro
'Mission: Impossible – Fallout' es, quizá, la entrega que se ha tomado mayores molestias a la hora de rendir tributo al legado de Geller
MISSION: IMPOSSIBLE – FALLOUT
Dirección: Christopher McQuarrie.
Intérpretes: Tom Cruise, Sean Harris, Henry Cavill, Rebecca Ferguson.
Género: thriller.
Estados Unidos, 2018
Duración: 147 minutos.
La saga cinematográfica de Misión Imposible ha consolidado hasta tal punto su personalidad propia que se corre el riesgo de olvidar que todo este universo tenía un lejano origen televisivo: la brillante serie creada en 1966 por Bruce Geller, cuyos episodios concentraban en concisos 50 minutos delirantes e intrincadas tramas de espionaje que avanzaban al frenético ritmo de la mecha explosiva que inmortalizaron sus cabeceras pegadas al mítico tema de Lalo Schifrin. De vez en cuando, algunos de los directores reclutados para la franquicia han querido recordar esas fuentes: lo hizo J. J. Abrams al abrir Misión: Imposible III (2006) con una secuencia pre-créditos que anticipaba el momento más resonante del clímax y lo hace ahora Christopher McQuarrie —el único que ha repetido— al incorporar una cabecera que, con espíritu de viejo episodio de la era catódica, hilvana imágenes de los mejores momentos de lo que está por venir. La película es, así, un blockbuster entregado al sueño de ser el súper-episodio que la televisión de los 60 jamás hubiese podido concebir.
Mission: Impossible – Fallout es, quizá, la entrega que se ha tomado mayores molestias a la hora de rendir tributo al legado de Geller, porque pone continuamente de manifiesto ese subtexto que era una constante en el original: sobre el grupo de personajes del universo de Misión Imposible se superponen las figuras del espía… y del actor teatral, porque bajo cada aventura palpita la exigencia de la representación. Todo queda claro en esa secuencia inicial que obliga a los héroes a representar, directamente, el Apocalipsis en una falsa habitación de hospital que es, en realidad, un decorado. A medida que avanza la trama, el espectador repara en que hay una frase que se repite insistentemente: “Estamos en ello”. McQuarrie reformula a los héroes de Geller como maestros de la improvisación.
Lejos de la acusada identidad de autor que tuvieron las entregas firmadas por Brian De Palma y John Woo, Mission: Impossible – Fallout cumple con el reto de ser una superproducción de acción irreprochable, en la que se equilibran las siempre hiperbólicas escenas de acción con unas someras notas de humor que no parecen interferencias extemporáneas y con unos trazos emocionales que se mantienen varios grados por debajo del sobrepeso sentimental. Y, sí, esta película tanto podrá ser recordada por su extraordinario duelo de helicópteros como por revelar los primeros rasgos de madurez (tardía) en el rostro de Tom Cruise.
Babelia
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