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Kamikaze, Premio Nacional, deja su teatro al no poder afrontar los gastos

La compañía abandona el Pavón de Madrid a pesar del éxito de público y sale a la búsqueda de una sede nueva tras presentar su tercera temporada de dramaturgia contemporánea

De izquierda a derecha, Aitor Tejada, Israel Elejalde, Miguel del Arco y Jordi Buxó, socios del Teatro Kamikaze.
De izquierda a derecha, Aitor Tejada, Israel Elejalde, Miguel del Arco y Jordi Buxó, socios del Teatro Kamikaze.VÍCTOR SAINZ
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“No somos sostenibles, ni lo seremos. El modelo de producción no es rentable. Abandonamos el Teatro Pavón”. El anuncio de la compañía Kamikaze, último Premio Nacional de Teatro, ha caído como una bomba entre los asistentes a la presentación de la tercera temporada de este grupo de dramaturgos que hace dos años se lanzó a la gran aventura de hacer frente a un proyecto de teatro privado con vocación de público, con el acento siempre puesto en los autores contemporáneos.

Los cuatro responsables de esta hazaña, quizás el proyecto más ilusionante y esperanzador del mundo del teatro en el panorama español de los últimos años —Miguel del Arco, Israel Elejalde, Aitor Tejada y Jordi Buxó— aseguraron que, a pesar del éxito de público de esta temporada —88.000 espectadores, un 10% más que el año anterior, y las 467 representaciones en las dos salas del Pavón— la compañía no puede hacer frente a los gastos y las escasas ayudas públicas recibidas.

A los 360.000 euros anuales por el alquiler del teatro, propiedad de unos empresarios teatrales privados y situado en el centro de Madrid, hay que añadir, aseguraron, otros 140.000 euros de gastos varios de electricidad y mantenimiento de un edificio que calificaron de “desastroso”. “Este teatro no vale el dinero que pagamos por el alquiler. El deterioro evidente del edificio es evidente. Es un centro sin dotación técnica, con goteras y en el que hemos sufrido cortes de luz”, aseguró Aitor Tejada, mientras Miguel del Arco denunciaba el escaso interés de las administraciones públicas, Ayuntamiento y Comunidad de Madrid, de las que solo han recibido “palabras, palabras y palabras”. La única ayuda pública concreta que han percibido como compañía han sido 150.000 euros de la Comunidad de Madrid, de la que todavía les queda por cobrar la mitad de esta cifra. “A pesar de todos estos datos económicos que nos impiden continuar en el Pavón, somos conscientes de ser los únicos responsables de esta situación y de esta decisión que hemos tomado sin ningún tipo de drama ni sensación de fracaso”, añadió Buxó.

La programación para la temporada próxima será la última en el Pavón, pero no la última de su compañía. “El proyecto Kamikaze sigue. Buscamos una casa para albergar a los autores contemporáneos. Ofrecemos un proyecto ya probado, en marcha y con prestigio, en el que estamos dispuestos a continuar arriesgando y sacar adelante nuestro compromiso con la dramaturgia contemporánea”, explicó el actor y director Israel Elejalde.

El anuncio de los kamikazes, que apuntaron como solución la creación de una fundación, relegó a un segundo plano la programación de la temporada, que contará con grandes nombres como Jan Fabre, Pascal Rambert, Álex Rigola o Silvia Munt, entre otros. Destacan la colaboración con la escena catalana, la presencia de mujeres creadoras y el impulso al teatro documento, como Jauría, un montaje que dirigirá Miguel del Arco con las transcripciones reales del juicio realizado a La Manada.

Un modelo cultural más allá de las representaciones

Violeta Gil, actriz y fundadora de La Tristura, una de las compañías de teatro de vanguardia con proyección internacional. Aunque no estamos en las mismas líneas de creación de Kamikaze creo que debe existir proyectos como el suyo. Se había conseguido que con el Pavón, Matadero y Canal se abriesen en Madrid espacios para compañías alternativas. Su iniciativa ha posibilitado ofrecer un teatro de texto y actoral de calidad y revitalizar a grupos alternativos que hubiesen quedado absolutamente relegados.

Àlex Rigola, director y dramaturgo, tacha de pésima la noticia porque están haciendo una labor interesante en Madrid, ocupando un territorio vacío, privado con vocación pública. Estoy seguro que las instituciones recapacitarán y no creó que dejen que desaparezca. Inaugurará la próxima temporada en ese teatro con Un enemigo del pueblo, de Henrik Ibsen.

Jaime de los Santos, consejero de Cultura de la Comunidad de Madrid, está dispuesto a estudiar las fórmulas que posibiliten que el proyecto Kamikaze no abandone el teatro Pavón donde han conseguido poner en marcha una actividad cultural de calidad y dignificar un barrio del centro de Madrid, Lavapiés. El Gobierno de la Comunidad junto el Ayuntamiento de Madrid [que no ha aprobado todavía los presupuestos] y el Gobierno de España [que tras la aprobación de los presupuestos con el Partido Popular se produjo el cambio de Ejecutivo] acordaron abonar la misma cantidad para apoyar la propuesta teatral. Por cuestiones de tesorería los pagos se realizan trimestrales y por ello Kamikaze todavía no ha recibido el dinero asignado de la Comunidad.

Alfredo Sanzol, dramaturgo y último Premio Nacional de Literatura Dramática por La respiración, que ha estrenado en esta temporada su obra La valentía en el Pavón Kamikaze, lamenta la noticia. La compañía Kamikaze ha apostado por un proyecto arriesgado, el de llevar adelante una idea de programación pública de calidad pero desde una iniciativa privada. Está claro que no les salen las cuentas, a pesar de la buena acogida del público. Este tipo de proyectos, así como el impulso de la dramaturgia y de los autores contemporáneos, necesita de un apoyo público. Las instituciones deben asumir como propio este tipo de apuestas.

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