Del pueblo y para el pueblo
Entre la ternura y la acidez opta por el bando del agrado, de la suavidad, de la simpatía y del costumbrismo del pueblo y para el pueblo
NORMANDÍA AL DESNUDO
Dirección: Philippe Le Guay.
Intérpretes: François Cluzet, Vincent Regan, Toby Jones, Arthur Dupont.
Género: comedia / drama. Francia, 2018.
Duración: 105 minutos.
Más allá de la calidad de sus películas, al cine francés hay que reconocerle sus continuos acercamientos a realidades apartadas de la urbe, de la modernidad y del impacto visual. Películas sobre la gente del pueblo, a pie de cuneta, con ganas de agradar y de sacar a la luz vidas, en principio, apartadas de la pompa y de la apariencia. Un cine donde el campo y las vacas suelen ser motivo dramático, y en el que Philippe Le Guay es uno de sus máximos exponentes.
Le Guay, desigual director de obras tan olvidables como Las chicas de la 6ª planta, pero también de la estupenda Molière en bicicleta, apuesta esta vez por la repetida dicotomía entre tradición y modernidad. Una dualidad que comanda el relato en sí, y también sus objetivos como producción de aire popular. Así, en la historia sobre un pequeño pueblo de Normandía en crisis económica, que ve como única tabla de salvación la propaganda que le va a dar un famoso fotógrafo, trasunto del estadounidense Spencer Tunick, especialista en composiciones copadas por gente desnuda en disposiciones artísticas, se van acumulando las contraposiciones: ganaderos y modelos; colectivismo e individualismo; campo y ciudad; el cuerpo como cárcel y como salvación; medicina y curanderismo; tienda de ultramarinos y supermercado; pan tradicional y manufacturado, y, por supuesto, fotografía analógica y digital.
El resultado, que se despliega bien hacia el pasado, hacia la historia de la Francia del siglo XX y su relación con Estados Unidos tras la liberación de los aliados en la II Guerra Mundial, se resiente, sin embargo, de la irregularidad de sus microhistorias personales, unas más interesantes que otras, y siempre marcadas por la misma dualidad entre tradición y modernidad. Aunque, finalmente, lo esencial es que en esa reiterada división vive también la película, y, entre la ternura y la acidez, opta por el bando del agrado, de la suavidad, de la simpatía y del costumbrismo del pueblo y para el pueblo.
Babelia
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