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La renuncia de otra miembro de la Academia del Nobel agrava la crisis tras el escándalo de abusos sexuales

La académica Sara Stridsberg deja su puesto, según ha informado la institución sueca en un comunicado

La Academia sueca en una fotografiá de 2016.
La Academia sueca en una fotografiá de 2016.AFP

El escándalo de abusos sexuales y de filtraciones que ha sacudido estos últimos meses a la Academia Sueca y que ha derivado en una cascada de dimisiones sigue creciendo. La académica del Nobel de Literatura Sara Stridsberg también ha renunciado a su puesto, según ha informado la institución este sábado. La Academia del Nobel se quedó el 13 de abril sin quorum. Contando con la marcha de Stridsberg, seis personas han salido del organismo en el último mes, con lo que solo 10 de los 18 asientos están ocupados, pues dos autoras boicotean a la institución por otros motivos desde hace años. Según los estatutos del centro, esta circunstancia no permitiría elegir a nuevos miembros.

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"La Academia Sueca quiere informar que Sara Stridsberg le dijo a la institución el 27 de abril que desea dejar sus deberes como miembro", ha escrito el prestigioso centro en un comunicado. Su renuncia llega después de la salida de la académica Katarina Frostensony y la de la secretaria permanente, Sara Danius, encargada de anunciar el Novel de Literatura. Frostenson, que llevaba 26 años como académica y miembro asociado del Comité Nobel, es la esposa del dramaturgo y fotógrafo francés acusado de abusos sexuales por 18 mujeres, Jean-Claude Arnault. A principios de abril, otros tres académicos —Klas Östergren, Kjell Espmark y Peter Englund— dejaron su silla en la institución.

El caso estalló el pasado noviembre, cuando 18 mujeres acusaron a Arnault públicamente en el diario Dagens Nyheter de acoso sexual, agresiones e incluso de violación. Abusos cometidos entre 1997 y 2007—algunos de ellos en dependencias de la Academia o en uno de los lujosos apartamentos que la institución tiene en París o Estocolmo— y que, según la mayoría de quienes ahora alzan la voz, muchos de la élite cultural sueca conocían o sospechaban. Sobre todo, en la Academia.

Al explotar el caso, la Academia encargó un informe externo mientras varias mujeres interponían denuncias y la fiscalía abría una investigación en medio de duras críticas del mundo cultural a la institución. El informe reveló que Arnault había filtrado el ganador del Nobel en siete ocasiones, que Frostenson era copropietaria de la sociedad que controla el club literario Forum y que podría haber irregularidades en la financiación recibida por esa organización de la Academia, por lo que recomendaba una denuncia.

La Academia Sueca reconoció hace algo más de una semana que se filtraron los nombres de algunos de los galardonados antes de tiempo, admitió que recibió una carta que alertaba sobre los abusos pero que la ignoró y se comprometió a entregar a las autoridades una auditoría interna que dé cuenta de estas irregularidades. También informó de que reformará sus normas internas, que tienen más de dos siglos y que la han dotado de una opacidad mayúscula. Los pasos de la Academia del Nobel llegaron en un tono críptico y sin mencionar jamás al hombre que está en el centro de las acusaciones: Arnault.

Tras salir a la luz los abusos que han empañado una institución simbólica para Suecia, ocho mujeres acudieron a las autoridades. Solo una de esas denuncias ha progresado, el resto de los casos han prescrito o no han reunido evidencias suficientes. La Unidad de Delitos Financieros de la policía sueca dijo el viernes que había comenzado una investigación sobre la Academia Sueca, pero no dio más información sobre la misma.

Tras las salidas de los académicos y como los sillones de miembros son permanentes no hay quorum suficiente para continuar con los trabajos de la Academia, incluidos el de decidir el nombre del ganador del Nobel. Todo el caso ha obligado incluso al rey Carlos Gustavo de Suecia —garante de la entidad— a actuar por primera vez desde la fundación de la institución; el monarca anunció el miércoles una reforma de los estatutos de la Academia, que datan de 1786, para hacer posible la incorporación de nuevos miembros.

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