La bienal de São Paulo anuncia las siete claves de su edición más original en años
Por primera vez en años, el formato se aleja de la visión de un único comisario e invita a siete artista a montar sus propias exposiciones
Friedrich Fröbel educaba a niños en la Alemania del siglo XIX de una forma un poco diferente. Convencido de la unidad de la naturaleza y el mundo, le pedía a sus alumnos que representasen pájaros, casas y diseños abstractos con cubos, palos o aros de metal: eso era en la década de 1830 y hacia finales de siglo esa técnica se había extendido a varias guarderías (o kindergarden, por usar un término que él mismo acuñó) de Europa y Estados Unidos. Braque, Lloyd Wright o Mondrian aprendieron con ella y hay quien sospecha que de ahí les vino la sensibilidad por lo geométrico que luego desembocó en las vanguardias. El artista español Antonio Ballester Moreno es uno de ellos. “Hay pruebas más que consistentes que apuntan a que Paul Klee estudió eso, y no solo pintores sino también arquitectos como Le Corbusier”, explica por teléfono. Y eso, añade, es lo que ha motivado a Ballester Moreno a traer obras de Fröbel a São Paulo, en la exposición que él ha comisariado dentro de la bienal de São Paulo.
Antonio Ballester Moreno, uno de los nombres propios de la nueva pintura española, es uno de los siete artistas que darán forma a la edición más impredecible de la bienal de São Paulo: la que organiza el español Gabriel-Pérez Barreiro, en la que la se cambia lo que hasta era lo normal, la visión única de un comisario sobre un tema, por algo inédito hasta ahora: una serie exposiciones distintas comisariadas por artistas de diferentes países, los cuales traen a los autores que creen más convenientes. En lo que atañe a Ballester Moreno, además de Fröbel, un educador del siglo XIX, está Mark Dion, un estadounidense que organizará un taller de ilustración de árboles y flores del Parque de Ibirapuera, donde ocurre la bienal. Y también la alemana Andrea Buttner: “Trabaja poniendo en cuestión temas relativos al contexto y cómo los cuerpos se relacionan con él”, explica Ballester Moreno. “Por ejemplo, tiene una obra en la que pinta hasta donde le llegue el brazo a ella, una muestra del límite de lo natural”.
Todo esto responde al mismo tema propuesto por Ballester Moreno: nuestra relación con la naturaleza. “Trata sobre cómo nos relacionamos con la naturaleza, que en los últimos siglos se ha abandonado un poco. El arte nos trata como seres aislados, y yo eso lo comparto, pero también tenemos muchas cosas en común que se han dejado de lado”. De ahí, el nombre de su exposición, sentido/común. “Con una barra en medio, como forma gráfica de ver que ese sentido común está separado pero está ahí”.
Así se cumplen los únicos dos requisitos que deben cumplir las exposiciones: obedecer al tema afinidades afectivas y, por lógica, incluir alguna de sus obras. Es lo mismo que ha hecho Claudia Fontes, que estudia en El pájaro lento el concepto de la lentitud: “Me pregunté si un pájaro sentirá vértigo y en qué ocasiones. Se me ocurrió que un pájaro debe sentir vértigo cuando la velocidad a la que vuela es tan lenta que corre riesgo de caerse. Así surgió la imagen”, explica. Ha pedido obras para la ocasión del inglés Ben Rivers, el búlgaro Daniel Bozhkov y los argentinos Paola Sferco y Sebastián Castagna.
Las otras cinco exposiciones siguen las mismas reglas. El uruguayo Alejandro Cesarico explora la relación del pasado con el presente con una muestra llamada A nuestros padres, que tendrá trabajos de Louise Lawler o Cameron Rowland. Stargazer II, de Mamma Andersson, le abre la puerta a outsiders como Henry Darger, o el piloto de caza y artista sonoro Ake Hodell. En La infinita historia de las cosas o el fin de la tragedia del uno, la brasileña Sofia Borges reflexiona sobre la tragedia griega con trabajos de Isaac Hadad, Jennifer Tee o Sarah Lucas. Otro brasileño, Waltercio Caldas, indaga sobre “la poética de las formas y de las ideas”. Por último Wura-Natasha Ogunji ha encargado obras de la sudafricana Lhola Amira, la estadounidense Nicole Vlado y la libanesa Youmna Chlala.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.