La bienal del São Paulo busca compensar a los ‘olvidados’ del arte latino
La muestra artística más importante de América Latina celebra una edición sin temática como acto de reivindicación
En 1987, unos chatarreros entraron en un hospital abandonado de Goiania, al nordeste de Brasil, y robaron algo con pinta de tener valor: una cápsula que resultó estar llena de material radiactivo y que ellos abrieron y pasearon por toda la ciudad, entonces con 1,3 millones de habitantes. En cuanto se supo, 130.000 personas se agolparon en Urgencias. De ellos, 250 tenían residuos nucleares en la piel. Muertes hubo cuatro: la mujer, la sobrina, y dos empleados de uno de los ladrones (el cual fallecería siete años después del alcoholismo al que le condujo la depresión consiguiente a las muertes). Y artistas que retrataron aquel lamentable drama hubo uno: Siron Franco, que realizó una serie sobre aquello, Rua 57, y que, según se ha anunciado hoy, será uno de los platos fuertes de la Bienal de Sao Paulo, la muestra de arte más importante de América Latina.
“Es el Gernika brasieño, guardando todas las distancias”, explica por teléfono el comisario de esta edición, el español Gabriel Pérez-Barreiro. “El incidente de Goiana es muy importante en la historia de Brasil y en la trayectoria de Siron como artista, y hablando con personas un poco más jóvenes que yo, muchos artistas no lo conocían. Tenía sentido recuperarlo”.
Pérez-Barreiro ha anunciado hoy sus planes para la Bienal de este años, en la que papel del comisario está deliberadamente reducido en comparación con las ediciones anteriores. Lo que depende de él intenta recuperar arte latino que en su opinión ha caído en un olvido inmerecido. “Podría traer a grandes estrellas del circuito internacional pero hay que pensar qué aporta la Bienal al mundo. No hago ningún favor a nadie si traigo a un americano famoso, por muy fan que sea de ellos”. Así, el otro plato fuerte que se ha anunciado hoy es un homenaje a tres latinos fallecidos: el guatemalteco Aníbal López, el paraguayo Feliciano Centurión y la brasileña Lucía Nogueira.
“Son tres artistas que murieron muy jóvenes pero fueron importantes en los noventa: son historia reciente del arte contemporáneo, que suele ser su punto ciego. O conocemos las obras más distantes o las cercanas”, prosigue Pérez-Barreiro. “Aníbal y Feliciano tenían su obra en condiciones muy precarias porque venían de unos países sin tradición museísticos. Lucia Nogueira es muy importante en el extranjero pero en Brasil nunca han visto sus obras. Saben que existe pero no han tenido una buena representación de su obra”.
El papel de Pérez-Barreiro en esta bienal llega prácticamente hasta aquí, lo que es inédito en una muestra donde el comisario solía ser todopoderoso. La fórmula de la Bienal en las últimas décadas había sido una gran exposición de obras reunidas por un comisario que obedecía una temática. En esta edición la temática es que no hay temática y en lugar de una exposición, habrá siete muestras colectivas organizadas no solo por él, sino por siete artistas. “En los últimos 20 años ha habido una fosilización en el mundo del arte en general”, explica al teléfono Pérez Barreiro. “Todos los eventos tenían que tener un tema y los contenidos lo tenían que ilustrar. Era más importante el planteamiento que las obras. Me parece una experiencia agotadora, viendo lo mismo, escuchando lo mismo. Yo quería preguntarme si no habrá otra forma de organizar esto”.
Temática sí hay, en realidad: Afinidades Afectivas, que es una mezcla de Las afinidades electivas, la novela de Goethe, con la tesis doctoral del crítico brasileño Mário Pedrosa, De la naturaleza afectiva de la forma en la obra de arte. Pero solo hace referencia a la relación de los artistas y el público con cada obra individual Con ella, reunió a siete artistas respetando las proporciones numéricas: un tercio latino, un tercio brasileño y un tercio internacional. Es decir: el español Antonio Ballester Moreno, el uruguayo Alejandro Cesáreo, la argentina Claudia Fontes, la sueca Mamma Andersson, los brasileños Sofia Borges y Waltercio Caldas y la nigeriana-estadounidense Wura-Natasha Ogunji. “La única directriz que les hemos dado es trabajen con total libertad”, insiste Perez-Barreiro. “Si eligen todo artistas australianos me parecerá bien”.
Por eso este año el tradicional anuncio de artistas que participan en la Bienal se hará escalonadamente. Solo se conoce la selección del comisario: un argentino, Alejandro Corujeira, y siete brasileños: Bruno Moreschi, Denise Milán, Luiza Crosman, María Laet, Nelson Felix, Tamar Guimarães, Vania Mignone. Todos latinos. "Hay 400 bienales en el mundo y esta es la segunda. Tenemos que tener muy claro qué le aportamos al mundo".
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