Humphrey Bogart pasea por Egipto
El sueco Tarik Saleh dirige 'El Cairo Confidencial', un 'thriller' sobre poder y corrupción que se desarrolla a pocos días de la Primavera árabe y que ganó en Sundance
Acaban de asesinar a una mujer en un hotel de la cadena Hilton en El Cairo. Los primeros policías que han llegado a la suite en donde ha aparecido el cuerpo discuten sobre quién se va a hacer cargo del caso. De repente, por la puerta, asoma un camarero con un cóctel de gambas. "¿Alguien ha pedido mango?". Uno de los forenses levanta la mano y espeta: "Apúntalo a la habitación". Mientras otro policía -el protagonista del filme- abre el monedero de la finada y roba los billetes que encuentra. El director Tarik Saleh (Estocolmo, 1972) asegura que no se ha inventado nada. Ni del contexto ni del crimen que sirve de motor a su película, El Cairo Confidencial (originalmente, The Nile Hilton Incident; el título en español engancha con uno de sus referentes, las novelas de James Ellroy), el asesinato de una famosa cantante a manos de un hombre poderoso del régimen de Hosni Mubarak. " Acabé el guion en 2010. No logré sacarlo adelante. Tras la revolución de la Primavera Árabe, vi cómo se abría una pequeña ventana, y que por fin la historia tenía su contexto", cuenta Saleh.
Con El Cairo Confidencial Saleh ganó la sección Cine Mundial de Sundance, en la Seminci de Valladolid se llevó los galardones a mejor película, dirección y guion... Incluso ha derrotado a The Square, la última Palma de Oro de Cannes, en los premios del cine sueco. "Esto te alegra algo. Es tan difícil hacer cine. Yo lo odio durante meses. Primero porque ves los errores de tus trabajos precedentes, después porque te involucras demasiado en el proceso... Acabas harto, no quieres ponerte escribirte. Este es mi tercer filme de ficción, he tenido éxito y todos me preguntáis lo mismo: ¿y ahora qué? Me vino muy bien dirigir capítulos de la serie Westworld, porque fue como subirte a un caballo sin pensar mucho en la caída que has sufrido antes". Todo, para acabar reconociendo que "en otoño" realizará otra película.
En una ciudad convulsa a punto de estallar, con la policía dedicada más a ganarse la vida como matones y extorsionadores de comerciantes que a su desempeño habitual, con constructores corruptos que alcanzan la gloria gracias a su amistad con hijos del dictador, que un agente decida resolver un crimen es, sencillamente, una anomalía del sistema. Y lo hace contra su tío, jefe de una de las comisarías de la capital egipcia, contra las múltiples señales que le advierten desde el poder que vuelva a su ponzoña diaria (o si no, perderá sus pequeños privilegios). Hombre de largas respuestas, Saleh explica: "No he inventado nada. Como artista tienes que respetar ciertas normas que sirven de base del contrato que firmas con el público. Y cuando rompes el contrato, sorprendes al público, aunque no te salgas de las reglas. Ese juego es el que me fascina. El Cairo Confidencial bebe de los clásicos de Warner, que bajo historias de detectives retrataban con fiereza la realidad. Ese truco ha sido utilizado muchísimas veces posteriormente. Por ejemplo, Umberto Eco en El nombre de la rosa, que usa el noir para hablar de la Edad Media, o los libros de James Ellroy. Como guionista, nunca debes olvidar qué pasó y cómo se lo vas a contar al público".
Suecia, otro país podrido
Como guionista, Tarik Saleh reconoce una influencia directa en un narrador sueco para armar su guion: " En Suecia, en 1976, el ministro de Justicia fue pillado acostándose con jóvenes prostitutas. Eso no era un delito, pero aquellas chicas procedían del Este de Europa, es decir, que el político había comprometido la seguridad nacional. Hubo un escritor, muy conocido en Suecia y que colaboraba con la policía, Leif G. W. Persson, que filtró todos los datos a la prensa. El ministro logró zafarse del escándalo, a Persson lo echaron de la policía, y enfadado, escribió una trilogia de thillers contando el caso. Eran a la vez ficción y no ficción, y ejemplifican cómo usar el noir para contar la realidad. Están a la altura de la obra de Ellroy".
Saleh ha hecho un largo camino para acabar rodando un thriller sobre el país de sus ancestros. Reputado grafitero en su juventud, documentalista de fuste, director de un sorprendente largo de animación, siempre albergó la esperanza de retratar Egipto. "Era mi objetivo. Por supuesto, no he rodado allí, sino en Casablanca [Marruecos]". ¿Qué siente sobre Egipto? "Es un país en el que con dinero y contactos puedes librarte de un cargo de asesinato... Probablemente eso solo lo logras allí, en Rusia y Estados Unidos. Y sí, El Cairo Confidencial se adscribe al noir, pero se desarrolla en un ambiente absolutamente real. Así es la policía, las calles, la gente... Así es esa sociedad". En Egipto el poder va y viene por los estamentos medios, es muy fácil caer en desgracia a ojos de un superior. Como en cualquier organigrama dictatorial. "Por eso cualquier espectador entenderá la película. Fíjate en Trump: en cuanto se enfada con alguien le despide. En Egipto piensan que es igual de Mubarak [carcajadas]. En realidad, cuando alguien así llega al poder, todos somos responsables. Es muy fácil escaquearte y escudarte con que un idiota manda". Es decir, la banalidad del mal, de Hannah Arendt. "Por supuesto, así se multiplica la corrupción. ¿Sabes qué une a países como Italia, España, Egipto o Italia? Han sido creadores de civilizaciones, están orgullosos de su pasado, y anclados en ese recuerdo se vuelven naciones perezosas. Caldo de cultivo de podredumbre moral. Si alguien se espera que las cosas cambien con Al Sisi [el presidente egipcio reelegido], vive engañado".
Hay femmes fatales, tiroteos, inocentes involucrados, órdenes y contraórdenes, tipos duros a los que en un momento de debilidad se les derrite el corazón. "Durante el rodaje no me di cuenta de hasta qué punto honraba a los clásicos, a Blade Runner con su arquitectura y decrepitud, a Chinatown, al cine de Jean-Pierre Melville, a Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha de Elio Petri. Le pedí a Fares Fares [el actor protagonista, libanés criado en Suecia, habitual del thriller europeo y de Hollywood] que se afeitara la barba, porque en la policía egipcia solo se permite el mostacho. Y cuando empecé el montaje descubrí que tenía delante a Humphrey Bogart, con el cigarrillo colgando, corbata y chaqueta". O a Yves Montand, o a James Cagney: "Todas esas influencias están en mi ADN".
Babelia
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