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Muere Russ Solomon, fundador de la cadena Tower Records

Sus tiendas de discos adquirieron fama por sus horarios nocturnos y la profundidad de sus existencias

Diego A. Manrique
Russ Solomon, fundador de la cadena Tower Records.
Russ Solomon, fundador de la cadena Tower Records.Rich Pedroncelli (AP)

Russell Solomon, creador de las famosas tiendas de discos Tower, murió el domingo 4 en su Sacramento natal, mientras seguía la ceremonia de los Oscar, según informaron sus familiares. Solomon, de 92 años, convirtió un modesto negocio local en una cadena global que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XXI.

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A primera vista, la de Solomon es una biografía muy estadounidense: el tendero visionario que convierte su idea en un concepto ganador hasta que sus idiosincrasias -incluyendo la testarudez del pionero- le llevan a la quiebra. Pero en los años de vacas gorda florecieron centenares de cadenas de tiendas de discos y solo Tower –lo de Virgin Records es caso aparte- ha entrado en la leyenda. En 2015, el actor Colin Hanks –natural también de Sacramento- le dedicó un bonito documental, All things must pass.

A diferencia de Virgin, Tower no tenía orígenes hippies: empezó en los años cincuenta. Pero Solomon obedecía al muy californiano imperativo de convertir el comercio de productos culturales en un negocio respetable. Informal en sus maneras, no exigía uniformes ni determinados cortes de pelo a sus dependientes, con el resultado de que se parecían a sus clientes potenciales; de alguna manera, también evitaban los empleados arrogantes que parodiaba la película Alta fidelidad.

Sí se requería una razonable cultura musical. Tower alardeaba de la profundidad de su stock: a pesar de que eran las secciones menos visitadas, siempre mantuvo unos bien nutridos departamentos de jazz y música clásica. Se suponía que, a no ser que se tratase de algún título particularmente exotérico, todo el mundo salía con lo que buscaba o algo muy similar.

A diferencia de otras cadenas, Tower huía de la homogeneización: daba margen a cada establecimiento para que atendiera a los gustos locales o regionales. Un ejemplo: como se veía en la primera temporada de la serie Treme, la sucursal de Nueva Orleans estaba especialmente surtida de música hecha en la ciudad.

Con el tiempo, Tower aumentó su oferta con libros y revistas de culto, una iniciativa que supuso un balón de oxígeno para muchas editoriales independientes. A partir de 1983, Tower publicó Pulse!, una revista mensual de muy alto nivel, inicialmente gratuita para los visitantes.

Era un atractivo más para una clientela que apreciaba el hecho de que Tower mantuviera abiertas sus puertas hasta las doce de la noche. Si el comprador era un consumidor voraz, se le atendía fuera del horario: hay imágenes filmadas de Elton John comprando elepés por docenas.

Como el resto de los minoristas, Tower comenzó a asfixiarse en la era digital, con la alteración de los hábitos de consumo. Que conste que Solomon intentó adaptarse, con una tienda online y (brevemente) unos armatostes que te permitían grabarte en CD tus propias recopilaciones. Pero resultaba imposible competir con el gratis total de Napster y similares.

En realidad, Solomon quiso crecer por encima de sus posibilidades. En los años noventa, ya establecido en las grandes ciudades de América del Norte, amplió su presencia a numerosos países europeos y asiáticos. A principios del presente siglo, Tower registró pérdidas considerables y Solomon no pudo atender los compromisos con los bancos que financiaron su expansión. Declaradas en bancarrota, sus tiendas en Estados Unidos dejaron de funcionar a finales de 2006. Sin embargo, Tower todavía prospera en Japón, con propietarios y gestores nativos.

Aunque octogenario, Solomon no se dio por vencido. Aplicando las enseñanzas y la estética de Tower, con el respaldo de algunos de sus más fieles subalternos, en 2007 abrió un nuevo establecimiento, R5 Records, en una zona comercial de Sacramento. La aventura solo duró tres años.

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