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Muere la escritora Ursula K. Le Guin, maestra de la ciencia ficción

La autora ha fallecido a los 88 años en su casa de Portland, según ha informado su familia

Jacinto Antón
Ursula K. Le Guin, en su casa de Portland, en una imagen de 2005.
Ursula K. Le Guin, en su casa de Portland, en una imagen de 2005.Dan Tuffs (Getty Images)
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“La ciencia ficción es una gran metáfora de la vida”

La muerte de Ursula K. Le Guin (Berkeley, 1929) deja a la ciencia ficción sin su maestra indiscutible y a los millones de lectores que la adoraban huérfanos. La autora falleció el lunes, a los 88 años, en su casa de Portland (Oregón, EEUU), según ha informado su familia. Ninguna otra mujer ha significado para el género tanto ni le ha aportado tanto como la escritora estadounidense, autora de novelas absolutamente fundamentales y que permanecen imborrables en la memoria como La mano izquierda de la oscuridad, El nombre del mundo es bosque, Los desposeídos o la serie de Terramar.

Le Guin forma parte de la historia de la ciencia ficción a la misma altura que los también desaparecidos Arthur C. Clarke, Isaac Asimov o Ray Bradbury, por nombrar a tres personajes emblemáticos. Como ellos, la autora disfrutó de una extraordinaria popularidad convirtiéndose en símbolo de lo mejor del género. En España acaba de aparecer precisamente un volumen con un serie de ensayos inéditos sobre sus lecturas y sobre la escritura (Contar y escuchar, Círculo de Tiza).

La creación de Le Guin, sutil y de hálito literario, se caracteriza por su interés por la antropología —que le vino de familia: sus padres eran científicos de esa disciplina— y por la dimensión ética de sus obras. Yendo mucho más allá de la space-opera de aventuras y de la ciencia ficción dura (centrada en lo tecnológico), ella nos llevó a planetas lejanos para reflexionar sobre nuestras sociedades, nuestra sexualidad o nuestras decisiones morales.

Su éxito más sonado lo obtuvo en 1969 con La mano izquierda de la oscuridad, novela imprescindible no ya de la ciencia ficción sino de la literatura en general y en la que imaginó un mundo en el que un embajador terrestre se encuentra con una sociedad en la que las personas son hermafroditas, de sexo masculino o femenino en función de la estación del año, con las lógicas complicaciones. En Los desposeídos, imaginó dos planetas gemelos en uno de los cuales reina un capitalismo a ultranza y en el otro un comunismo utópico. El mundo de Rocannon y Planeta de exilio son otros de sus títulos más famosos.

Inteligente hasta la sabiduría, irónica pero muy amable, incluso entrañable; modesta aunque con un carácter fuerte que la llevó a protestar porque los creadores de Harry Potter o Avatar no reconocieran la evidente deuda que tenían con sus obras (el ciclo de Terramar, con su joven mago, Ged, atormentado por la responsabilidad de su poder, en el primer caso, y El nombre del mundo es bosque, con su sociedad ecológica amenazada por los humanos en el segundo), Le Guin pleiteó también en defensa de los derechos de los escritores ante la voracidad de Internet, y fue una verdadera pionera del feminismo.

Vivía con su marido en una casita a las afueras de Portland donde pasó los años finales de su vida en una armonía que tenía que ver con su amor por la naturaleza –adoraba los grandes paisajes de su país y escribió sobre ellos- y su interés por el taoísmo. Si alguien merece que cuando miremos a las estrellas lo recordemos, es ella.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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