Lucrecia Martel: “Al leer ‘Zama’ comprendí algo que no sé explicar”
La cineasta argentina se somete al carrusel de preguntas de este diario
La conjunción —que diría Borges— de dos eventos ha venido a rescatar del olvido la novela Zama, del argentino Antonio Di Benedetto. El año pasado, el Nobel sudafricano Coetzee escribía en el New York Review of Booksa propósito de su traducción al inglés que quizá se trataba de “la gran novela americana”. Ahora se estrena la película que dirige la argentina Lucrecia Martel (Salta, 1951), que adapta las aventuras (y desventuras) del funcionario Diego de Zama a finales del siglo XVIII, y que esta semana la cineasta presentó en España.
De pequeña quería ser…
Astronauta. Y después exploradora, de lo que fuera.
¿Cuál es el mejor consejo que le dio alguno de sus padres?
En la escuela yo me vestía mal, no me peinaba como una chica... Mi mamá en vez de decirme que me vistiera normal, me dijo: Un día vas a imponer la moda. Es falso, no impuse ninguna moda, pero esa frase me hizo sentir única.
“A Di Benedetto quizá le decepcionarían cosas de la adaptación. Pero otras le divertirían”
¿Algún sitio que le inspira?
La Quebrada de Las Flechas, en los valles calchaquíes.
¿La última vez que lloró?
En Los Ángeles, me hicieron un láser en los ojos y me dolió un montón.
¿Cuál ha sido el mejor regalo que ha recibido?
Una bicicleta, cuando era chica.
¿Qué significa ser directora?
Es la oportunidad de construir algo y compartirlo públicamente.
¿Lo más duro de un rodaje como el de Zama?
Cuando se te termina el tiempo. Cuando se termina el día y te falta algo.
¿Qué pensaría Di Benedetto de la película?
Pienso que algunas cosas le decepcionarían, y con otras se divertiría.
¿Qué le decepcionaría?
Quizás le hubiera gustado que filme los sueños que tiene Zama en la novela.
¿Cómo llega a la novela?
Me la regala una amiga en 2005, pero la leí recién en 2010.
¿Qué impresión le causó?
Me produjo euforia. Hay gente que le parece triste, pero a mí me produjo una euforia: sentí que había entendido algo que no sé qué es, no puedo explicar. Ahora, al rodar la película, me acerco más a saber qué es, pero en ese momento me causó una euforia.
¿Cómo se hace entretenido el aburrimiento de Zama?
El aburrimiento es la inadecuación de uno a otra cosa. Yo me aburro enormemente viendo Independence Day. Lo que hay que hacer es contar esa inadecuación.
¿El cine es, como Zama, un negocio en el que esperas, y esperas, y esperas?
Sí. Todo en el cine tiene mucho de esperar. Pero yo no tengo problema con eso. Aprendí muy rápido que en el cine es un negocio con mucha paciencia. No es algo que me desespere.
¿Dónde no querría vivir?
En Los Ángeles.
“Argentina es un continuo pendular de Gobiernos sin consenso”
¿Qué la deja sin dormir?
Las películas de terror.
¿Tiene algún sueño recurrente?
Sí. Lo habré soñado unas diez veces, con suerte con mucho espacio entre ellas. En ese sueño, lo terrible es que me doy cuenta de que ya maté a alguien. No es un sueño en el que mate a nadie, sino que me doy cuenta de que ya lo maté.
¿Cuál es su olor preferido?
Me encanta el olor del mantecado con azúcar.
¿Qué siente cuando ve su foto en los diarios?
La mayor parte de las veces odio a los fotógrafos porque pienso que podrían haberlo hecho mejor. También, pero menos, felicidad cuando veo que hay un montón de lugares comunes de lo femenino en los que no caigo. Y lo peor, cuando te hacen poner cara de buena, así (hace una mueca triste) contra el vidrio.
¿Qué le diría a Macri de tenerlo delante?
Le preguntaría adónde vamos. No es nada claro.
¿Y cómo ve el futuro de Argentina?
Un futuro probable, que no es el que deseo, es que el país sea siempre una sucesión de Gobiernos que vienen a fundar una idea nueva sobre cosas en las que no tenemos consenso. Un continuo pendular.
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