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Crítica | Thi Mai, Rumbo a Vietnam
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tres mujeres españolas

'Thi Mai' se presenta como un digno acercamiento a la realidad social desde los postulados de la comedia popular

Javier Ocaña

Rara vez aludimos a esos aspectos, en principio tan colaterales que no tienen cabida en los textos, pero la crítica de cine también puede incluir el comentario más o menos somero de los materiales elegidos para la venta del producto. Y en este caso parece obligado, aunque casi más como aviso a navegantes que como apreciación en sí. De modo que solucionémoslo en el primer párrafo, porque es, con diferencia, lo peor de la película: Thi Mai, rumbo a Vietnam, quinto largometraje de ficción de Patricia Ferreira, es bastante mejor que ese horrendo póster, en cuestión de diseño, fotografía, composición, colores, tipografías e incluso tono, y que ese espantable título que, aunque vista la historia pueda tener su poder simbólico, antes de ella parece pergeñado para huir en busca de otro entretenimiento.

THI MAI, RUMBO A VIETNAM

Dirección: Patricia Ferreira.

Intérpretes: Carmen Machi, Aitana Sánchez-Gijón, Adriana Ozores, Dani Rovira.

Género: comedia. España, 2017.

Duración: 98 minutos.

Y la alusión al tono viene dada porque lo que desprende ese cartel es aroma a comedia desarbolada y dicharachera, cuando en realidad estamos ante una comedia dramática de libro —que no comedia negra, pues la risa y el llanto se suceden alternativamente en cada secuencia, y nunca en conjunción—, con afanes de cierta trascendencia sobre temas mayúsculos en la sociedad española contemporánea: la degradación de la mujer, la rebelión de opresión machista, el surgimiento de las familias monoparentales, las dificultades para la adopción en el extranjero, la muerte de una hija y su duelo, el papel de los abuelos como salvación de un modo de vida ante la imposible conciliación, las jubilaciones no ya anticipadas sino mortalmente precoces, y la dictadura de la juventud.

Con personajes muy reconocibles, tres actrices magníficas al frente, tanto en el drama como en la comedia, y con una gran complicidad mutua, Thi Mai se presenta de este modo como un digno acercamiento a la realidad social desde los postulados de la comedia popular, a los que siempre ha estado adscrita Marta Sánchez, su ya veterana guionista televisiva —cientos de episodios de 7 vidas, Aída y Allí abajo—, aunque en su primer libreto para cine. Con evidentes virtudes de producción, en un rodaje en Hanoi que se supone nada fácil pero que luce con naturalidad, Ferreira lleva la dirección con ritmo y soltura, aunque en algunas de las siempre complicadísimas secuencias de slapstick deambula peligrosamente por el alambre del ridículo.

De modo que a pesar de venderse como comedia pura, es en la diversidad del panorama femenino que presenta, y en sus actitudes, donde más se agradece una película que, sin embargo, resbala en las líneas burlescas alejadas de sus tres protagonistas. Y ahí los discretísimos diálogos con los que tiene que lidiar Dani Rovira son la muestra inequívoca de una obra paradójicamente mejor en su crítica social que en las raíces del jolgorio con las que pretende venderse.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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