Sónar quiere hacer bailar a los extraterrestres
El festival celebra su 25º aniversario enviando música a un exoplaneta habitable
Después de poner a bailar a todo este mundo, Sónar quiere hacer danzar a otro. Como iniciativa estrella (y valga la palabra) de su próximo 25 º aniversario, que se celebra el año próximo, el festival de música avanzada ha puesto en marcha el proyecto Sónar Calling GJ273b, que parece surgido de la mismísima Área 51. Consiste en enviar 33 piezas de música de 10 segundos cada una mediante trasmisiones de radio a un exoplaneta cercano potencialmente habitable.
El afortunado planeta que recibirá las emisiones de Sónar, con el loable propósito de que las escuchen sus posibles habitantes y hasta las bailen (aunque sea sobre tentáculos), es ese denominado GJ273b, que gira en torno a la estrella Luyten b. Dicha estrella es la más cercana a la Tierra que posee un planeta similar al nuestro, aunque es difícil decir qué opinión tendrán allá del techno.
Ante el proyecto, que ya ha sido iniciado, la primera pregunta que le viene a la cabeza a todo el mundo (de aquí) es: ¿se trata de una de las bromas que orquesta habitualmente Sergio Caballero, el director del festival (con Enric Palau y Ricard Robles) responsable de su diseño gráfico? La respuesta es que no: la iniciativa, dicen, es muy seria y bien real y trata de simbolizar el carácter exploratorio de Sónar, demostrado en todos estos años. Se especula incluso con la idea de que haya respuesta y que del exoplaneta nos llegue una contestación musical -sea cual sea el concepto de música de los habitantes de GJ273b-, que tardaría unos 25 años y arribaría por tanto de cara al 50 º aniversario de Sónar. Sin duda sería un gancho extraordinario para el cartel.
'El cóndor pasa’ salió antes
La iniciativa de Sónar no es el primer intento de llevar nuestra música terrícola a otros mundos. Las sondas Voyager I y II, lanzadas en 1977 y ya en el Sistema Solar Exterior, camino de la heliopausa, portaban unas grabaciones en disco de oro denominadas Sonidos de la Tierra, que incluían composiciones tan variadas como El clave bien temperado, de Bach, en interpretación de Glenn Gould, El cóndor pasa o un tema de mariachis. La difícil selección de esa música, que debía representar a todas las culturas del mundo (al representarse solo a sí mismo el Sónar lo tiene más fácil), la realizó por encargo de la NASA un comité encabezado por Carl Sagan.
El proyecto cuenta con la colaboración del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC), centro que estudia todos los aspectos relacionados con el espacio y las ciencias espaciales, y el METI International (Messaging Extraterrestrial Intelligence), organización que defiende un contacto pro-activo con extraterrestres. Las primeras transmisiones de material musical humano ya se han enviado, los pasados días 16, 17 y 18 desde la antena de EISCAT (acrónimo inglés de la Asociación Científica Europea de Radares de Dispersión Incoherente), ubicada en Tromsen (Noruega). Una segunda fase de transmisiones está programada para abril de 2018, previendo, es un suponer, que los extraterrestres no hayan tenido suficiente.
La música que han decidido en el Sónar que hay que llevar al exoplaneta (toda encargada exclusivamente para el proyecto) incluye a Laurent Garnier, The Black Madonna, Autechre, Richie Hawtin, Kode 9, Kate Tempest, Laurel Halo, Daito Manabe o Cabo San Roque. Por si en GJ273 b no hubieran evolucionado aún tanto, figura también Jean-Michel Jarre, cuya aportación es una melodía “atractiva y reconocible” a la manera de Encuentros en la Tercera Fase. Dado que GJ273b se encuentra a la friolera de 12,4 años luz de nosotros (más de 120 billones de kilómetros) es posible que al llegar, Jarre ya vuelva a estar de moda.
En cuanto los trabajos de los demás artistas enviados en este salvavidas musical cósmico lanzado a la negrura del espacio inmarcesible (como diría el inefable Carl Sagan, al que le hubiese encantado la idea), los hay de muy distintos tipos: propuestas poéticas, matemáticas, políticas y también algunas de corte crítico sobre cómo aquí abajo nos estamos cargando el planeta. Carsten Nicolai ha creado una grabación de los sonidos del corazón de su hija antes de nacer, Autreche, una música compuesta con los primeros 449 números primos, BFlecha, una pieza basada en los ciclos de los ecosistemas terrestres, Nina Kraviz un clamor de paz a través de la palabra rusa “mir” (“mundo” y “paz”) y Halo, un lamento poético y a la vez un grito de socorro: “Please, save us!”. Visto así no parece una selección muy bailable, pero ya se sabe que en Sónar, con un poco de ayudita, lo bailas todo.
“¿Estamos solos en universo? En Sónar desearíamos que no”, explican desde el festival. “Es más, a la vista de cómo los humanos estamos gestionando nuestro planeta, quizás es el momento de comunicarnos con una inteligencia exterior –y esperamos que superior- para solicitar ayuda y consejo”. ¿Y si consideran la música de Sónar una agresión, como hicieron en su día los vecinos del festival? No habría que descartar que nos expongamos a represalias, o a una invasión en toda regla. Quizá habría que haber consultado a H. G. Wells o a Roland Emmerich. En Sónar no lo creen así: “Apostamos por recuperar una conciencia planetaria e iniciar una reflexión colectiva a la que se sumen nuevos invitados y nuevas ideas, en este caso, extraterrestres”. La música y los mensajes de los artistas están disponibles en www.sonarcalling.com
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.