Los murales anti-terremotos de Juan O'Gorman
La obra gigante del artista mexicano en un edificio ministerial ha resistido dos sismos. El edificio ha quedado sin embargo muy dañado y el Gobierno se plantea su demolición
Fueron concebidos para durar. Si Diego Rivera pintaba al fresco sus murales, Juan O’Gorman diseñó otra fórmula más parecida al mosaico: paneles de roca y cemento incrustados en mallas metálicas ancladas a la pared. Más de 60 años y dos destructivos terremotos después, los murales gigantes que recubren la fachada de la sede de la Secretaría de Comunicaciones y Transporte (SCT) en Ciudad de México permanecen intactos. El edificio, una mole de 6.000 metros cuadrados, ha quedado sin embargo severamente dañado con el último sismo. El Gobierno se plantea incluso su demolición, abriendo otro interrogante: ¿cómo desmontar los murales de O’Gorman?
Los 2.300 trabajadores de las oficinas fueron evacuados el mismo 19 de septiembre. La torre de 115 metros de uno de los flancos ha quedado inclinada unos tres grados y el complejo está pendiente de un informe pericial: si el daño es insalvable, la solución será tirarlo abajo. “Estamos esperando al último dictamen estructural, que lamentablemente presiento que nos va a decir que el edificio no puede ser utilizado, ni como oficina, ni como nada”, anunció este jueves el titular de la secretaría, Gerardo Ruiz Esparza. El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Secretaría de Cultura ya están al tanto para la operación de salvamento de los murales.
“Desmontarlos no será tarea fácil, pero es viable”, apunta Alejandro Hernández, arquitecto y editor de la revista Arquine. Para preservar la obra del agua, el sol y la lluvia, los materiales de O’Gorman –arquitecto de formación y gran exponente de la segunda ola de muralismo mexicano– eran rocas, minerales de colores que iba recolectando por toda la República. Primero trasladaba el diseño del dibujo al suelo. Sobre cuadrados de malla metálica aplicaba una mezcla de cemento donde incrustaba las piedras. Armado el panel, se montaba con anclajes metálicos sobre la fachada. Desmontar los centenares de metros cuadrados que cubren la fachada requerirá de un cuidadoso trabajo.
La primera vez que experimentó con esta técnica fue precisamente en colaboración con Diego Rivera, el factótum del muralismo posrevolucionario. O’Gorman, considerado a su vez como el precursor de la arquitectura funcionalista en América Latina, había diseñado en la década de los 30 las icónicas casas-estudio de Rivera y Frida, la casa Roja y la casa Azul. Una década después, para la contrucción de su museo personal, el Anahuacalli, un edificio de piedra volcánica con influencia teotihuacana y maya donde está depositada su colección privada de 50.000 piezas de arte prehispánico, Rivera le volvió a pedir ayuda a su joven amigo. “Quería que no se viera el concreto y O’Gorman se inventó esa técnica de poner encofrado primero, colocar las piedras y después retirar el encofrado”, apunta Hernández.
Antes de la obra en el edificio ministerial, perfeccionó su fórmula de los paneles en la biblioteca de la ciudad universitaria de Ciudad de México. Terminada en 1952 es una de las joyas de la arquitectura moderna del país y gran recipiente de muralismo, declarada Patrimonio cultural de la Humanidad por la Unesco en 2007. De hecho, el conjunto urbano de la SCT –que incluye a la espalda de las oficinas, viviendas y espacios verdes– puede considerarse como una prolonganción conceptual de la ciudad universitaria.
Al frente de los dos proyectos estuvo el mismo arquitecto, Carlos Lazo, por entonces secretario de obras públicas y transporte, quien decidió sacar del centro tanto el recinto universitario –hacia el sur de la ciudad– como la sede de su ministerio –en la colonia del Valle– para articular urbanisticamente las periferias en torno a construcciónes funcionalistas, desnudas, austeras pero integradas con el arte plástico.
O‘Gorman compartió su técnica mosaiquista con el resto de artistas convocados para decorar el edificio. En total, son hasta 15 murales de autores como Chávez Morado, Arturo Estada o Luís García Robledo. La temática continúa la senda tradicional del género, fusionando el pasado precolombino mexicano con una oda nacionalista al progreso técnico y humanístico. Algunos títulos: Canto a la Patria, Independencia y Progreso, Los Libertadores, Los Mayas, Conquista y Libertad, Los Aztecas, Cosmogonía o Al héroe del trabajo.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.