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Crítica | Operación cacahuete 2
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los atajos de la vida

Esta segunda entrega es bastante mejor que la primera, al menos en cuanto a dibujo y diseño de personajes

Javier Ocaña
Imagen de 'Operación cacahuete 2'.
Imagen de 'Operación cacahuete 2'.

OPERACIÓN CACAHUETE 2

Dirección: Cal Brunker.

Género: animación infantil. Canadá, 2017.

Duración: 91 minutos.

La película canadiense Operación cacahuete demostró hace tres años de qué modo puede ejecutarse el proceso de domesticación de un creativo cortometrajista de animación en su ansiado salto al cine de grandes aspiraciones comerciales. Peter Lepeniotis, que en 2005 había creado el personaje protagonista de su película de debut en el corto Surly Squirrel, abrazó la versión en largometraje de su historia original rebajando las expectativas artísticas y narrativas en beneficio de un academicismo tan digno como ramplón.

Así que la llegada de Operación cacahuete 2 viene acompañada de tres sorpresas. Primera, su mera existencia. Segunda, esta relativa, que Lepeniotis ya no forma parte de un proyecto que había nacido en su mirada propia. Y tercera, que esta segunda entrega es bastante mejor que la primera, al menos en cuanto a dibujo, diseño de personajes, trabajo de los fondos en el encuadre y animación en sí misma. Un apartado formal en el que brilla el exquisito tratamiento de la luz, tanto diurna como nocturna.

Eso sí, en torno al cine de aventuras animal, y con algún guiño de metalenguaje cinematográfico con cierta gracia ―ese impulso entrecortado por adentrarse en el musical disneyano―, la historia en sí misma la hemos visto ya decenas de veces. Con su dicotomía entre la naturaleza y la manufactura, entre el impulso y la vaguería, entre la lucha y el atajo; con su enésimo villano de corte político, un alcalde corrupto con tejemanejes inmobiliarios; con su elogio al ecologismo y la sostenibilidad. No aporta nada nuevo, pero al menos su nuevo director, Cal Brunker, parece moverse mejor que Lepeniotis en los terrenos del convencionalismo comercial de usar y tirar.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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