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Un viaje de meses para regresar en unas horas

La escritora francesa Bessora y el dibujante Barroux publican una historia de migración y desesperanza de Costa de Marfil a París

Alpha mira un mapa para llegar desde Abiyán (Costa de Marfil) a París.
Alpha mira un mapa para llegar desde Abiyán (Costa de Marfil) a París.Barroux
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Alpha siente que quedarse en Costa de Marfil sería como ir acomodando un pie en el ataúd. Su mujer y su hijo emigraron y él sabe adónde debe llegar: París, Estación del Norte. Pero marcharse también le parece morir un poco. ¿Qué hará él en Francia, donde no conoce a nadie ni nadie lo conoce a él? ¿Qué verán cuando le miren? Vende su ebanistería porque no concibe posible un retorno. O París, con su familia, o quedarse por el camino. De esa premisa parte Bessora, escritora bruselense hija de un diplomático gabonés y nieta de un confitero suizo, criada en Europa, Estados Unidos y África, en su novela gráfica Alpha. Abiyán – Estación París Norte (Norma), que cuenta con las ilustraciones del parisino Barroux, cuya infancia transcurrió entre Argelia y Casablanca (Marruecos) y que tras pasar por Canadá reside ahora en Estados Unidos.

No es un libro sobre migración, advierte la autora; es “sobre todos aquellos que por nacer donde nacen ya han caído en desgracia, para los que vivir es la única expectativa y desean un futuro mejor”. ¿Cómo buscarlo? ¿Hay un lugar adónde ir? Lo que sí es el libro es pesimista. Mientras viajan, relata Bessora, pueden verse a sí mismos como aventureros —“Indiana Jones moriría intentando esto”, reflexiona uno de los personajes—, pero en Europa rara vez se convierten en otra cosa que en sospechosos sin identidad ni encaje. Aunque adquirieran un bienestar material y prosperasen, poco probable, no recobrarían en plenitud lo que han dejado. Bessora no ha pisado esos caminos de tierra de Costa de Marfil, no se ha hacinado en un 4x4 y pasado noches a la intemperie sin estar segura de cuántas fronteras había cruzado. No ha tardado 18 meses en asomarse a Gibraltar, 6.000 kilómetros, prostituyéndose para pagar deudas o colaborando con las mafias. Pero tiene un doctorado en antropología y ha investigado mucho entre artículos científicos y bases de datos de ONG.

Alpha se sube a una embarcación.
Alpha se sube a una embarcación.Barroux

El propio Alpha cuenta su historia como si de un cuaderno de viaje se tratara. No hay viñetas ni acción, solo panorámicas de visiones y momentos concretos; entre escritora e ilustrador han construido el diario de alguien que contara con palabras sencillas lo que va encontrándose desde que abandona Abiyán (Costa de Marfil) hasta que se ve abocado a montarse en un barco. De alguien que lleva consigo solo la foto de su mujer y la de su hijo. “Es fácil convertirse en un monstruo en esas circunstancias y lo que descubro aquí es un mundo lleno de solidaridad, de hermandad”, apunta Bessora, que cree necesarias estas historias para un mejor entendimiento del mundo. “Las noticias a diario son como intentar explicar qué es la vida a un cadáver que no escucha; son estas ficciones las que les imbuyen vida a los muertos para que presten oídos y es esa la responsabilidad de un artista: no dilucidar una solución para los que tienen que tomar decisiones políticas pero sí aportar nuestra sensibilidad”.

Su siguiente libro, en el que trabaja ya, dice que es en cierta forma pariente de este Alpha; vuelve a entrar de lleno en los conflictos identitarios, hoy con tanta punta. El protagonista es un muchacho francés de ascendencia (lejana) árabe que con 17 años se marcha a Siria a hacer la yihad. “Una de las cuestiones más complicadas para los que no tienen el camino asfaltado de privilegios es mirar al futuro y no cometer un error terrible. Ese es el gran tema”.

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