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El bolero de nunca acabar

Armando Manzanero y Alberto Cortez protagonizan el primer Festival del Bolero de Madrid

Jorge Morla
Armando Manzanero.
Armando Manzanero.GETTY

“Yo por usted me quito el sombrero”. Si la grandeza de un halago se mide por la importancia del halagador, el que recibió ayer Armando Manzanero (Yucatán, 1935) tenía fuerza: era Alberto Cortez (La Pampa, 1940) el que lo decía. Manzanero y Cortez, flanqueados por Rafael Basurto (que fue voz principal de Los Panchos) comparecieron ayer en Madrid, en el marco del primer Festival Internacional del Bolero Ciudad de Madrid, que les concedió la Gramola de Oro por su trabajo. “¡No sean tímidos!”, gritaba Cortez a la prensa, como deseando cantar. Pronto, comenzaron a charlar de lo que más saben y aman: boleros.

“Mientras el bolero se cante, mientras se pueda bailar abrazados, será el himno que el corazón quiera para irse a la cama”, dice con su voz metálica y poderosa Manzanero, músico desde los 12 años y ahora con 83. “El diálogo del amor jamás se perderá mientras el ser viviente tenga un corazón”, apunta Cortez a la pregunta de cómo ve el panorama de la música romántica actual. “No podemos permitir olvidar el preciosismo que es estar enamorado... el amor, una cosa tan pequeña, pero presente de una forma tan gigantesca en el alma”. “Sobre todo quienes nos expresamos a través del arte”.

Manzanero se confiesa entonces como “uno de los seres más privilegiados que puede haber”, y cuenta cómo “todavía hoy recibo llamadas que me hacen tomar aviones y viajar. Me siento muy halagado de que el peso de la música siga cayendo en mis manos”. Manzanero recalca, también, que aunque cante solo dos o tres canciones en su concierto homenaje, a lo que no renuncia es a ponerse al piano.

“Si este hombre se pusiera en pie, verían ustedes un piano”, bromea Cortez. Y recuerda cómo hace poco, en un programa mexicano, Manzanero tuvo “la gentileza de tocar tres acordes al piano, y yo, la osadía de cantar una de sus canciones”.

La suya es una amistad que viene de lejos. Se remonta a una noche... “Una noche”, comienza Cortez, y no puede evitar que se le escape: “Una noche vi llover, vi gente correr...”, canta. “No, en serio”, dice una vez las risas se apagan. “Yo estoy aquí porque una noche este señor me escuchó cantar ‘Cuando un amigo se va’. Si no, yo no estaría aquí ante ustedes, estaría recogiendo patatas para comer”.

Renovarse o morir

A la pregunta de cómo ven a los nuevos intérpretes del género, Rafael Basurto toma el micrófono y esboza la sombra de que se esté desvirtuando el bolero. “Renovarse es importante”, admite. “Si el sentimiento sigue ahí, eso es lo que cuenta. Ahora, ¿mi opinión personal? Pues querría que fuera un poco más clásico, que se cantara un bolero más clásico, esa es la verdad”. Y recrudece el tono con un mensaje a los jóvenes: “El grito tiene su lugar en la historia, pero no es cantar. No es armónico”.

Las palabras de Basurto, integrante de Los Panchos, llevan a Manzanera a trazar sus recuerdos musicales, empezando por Lucho Gatica, pasando por Antonio Prieto, y de ahí a una soleada tarde en la que convenció a su escuela para parar las clases e ir a ver cantar a Los Panchos “a la plaza, bajo el sol de Yucatán que no daba tregua”.

El primer Festival Internacional del Bolero se desarrolla en Madrid en el Teatro Nuevo Apolo, con los conciertos que ayer dio el propio Manzanero, y con el de Alberto Cortez hoy martes. No estarán solos: otros grandes de la música como los actuales Panchos, Tamara, Mocedades, Carlos Cuevas o Enrique Heredia, El Negri les acompañarán. Nadie deja morir al bolero.

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Sobre la firma

Jorge Morla
Jorge Morla es redactor de EL PAÍS. Desde 2014 ha pasado por Babelia, Cierre o Internacional, y colabora en diferentes suplementos. Desde 2016 se ocupa también de la información sobre videojuegos, y ejerce de divulgador cultural en charlas y exposiciones. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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