La batalla de hacer cine
Martín Rosete coloca a cinco personajes en continuas tesituras sobre la avaricia que acaban encontrando acomodo en la efervescencia del ritmo
MONEY
Dirección: Martín Rosete.
Intérpretes: Kellan Lutz, Jesse Williams, Jamie Bamber, Lucía Guerrero, Jess Weixler.
Género: thriller. EE UU, 2016.
Duración: 86 minutos.
El salto desde el corto al largo es muchas veces un misterio insondable. A veces se ve a jóvenes que apenas han hecho nada interesante en el formato cortometraje cruzar la línea con más facilidad de la prevista. Y otras, como le ha ocurrido a Juan Pablo Martín Rosete, el paso de la frontera, pese a sus triunfos, galardones y demostrado talento, tarda demasiado en lograrse. Pero, al fin, aquí está Money, debut en el largometraje de aquel joven estudiante de la Complutense que, en 2002 y con apenas 21 años, obtuvo más de 50 premios en festivales nacionales e internacionales gracias a su magnífico corto Revolución, basado en un cuento de Slawomir Mrozek.
Desde entonces, y tras completar estudios en San Antonio de Baños, en Cuba, y en la New York Film Academy, no ha dejado de rodar potentes cortos, algunos, de nuevo, muy galardonados, como Voice over (2012), Méliès de Oro al mejor corto fantástico europeo, y de filmar publicidad. Sin embargo, el largo, con proyectos que se fueron quedando en el camino, no llegaba. Hasta Money, un thriller rodado en Estados Unidos, coproducido por su propia empresa, y diversos acompañantes españoles, tanto en la interpretación, con la presencia de Lucía Guerrero, como en los departamentos técnicos y artísticos. El resultado es una película eficaz, solvente y muy profesional, en torno a la serie B. Un película rodada en apenas dos semanas, con muy poco dinero y una única localización, la modernísima casa de un aparente millonario, que hace pensar en aquellos productos filmados en los años 50, deprisa y corriendo, pero con excelente manejo de los medios a su alcance, por directores convertidos con el tiempo en clásicos de la artesanía del cine negro y de intriga.
Como una libérrima versión de Funny games, sin su maldad y su sequedad, Martín Rosete coloca a cinco personajes en continuas tesituras sobre la avaricia que, aunque poco plausibles en su sistemática, acaban encontrando acomodo en la efervescencia del ritmo, los cambios de tono y el juego de artificio de un director que, a estas alturas, parece suficientemente bregado en la dura batalla de hacer cine.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.