Estéreo Picnic, la música colombiana se bate en duelo con la extranjera
The Weeknd, The XX, The Strokes y Wiz Khalifa protagonizan la octava edición de la cita bogotana

El festival Estéreo Picnic ha cumplido este fin de semana ocho años. En este tiempo ha conseguido traer a Bogotá bandas que no suelen contemplar en su agenda Colombia. El problema es que, casi como una costumbre, en cada edición, al logro musical, se le adosa una polémica. The Strokes se estrenaron en la capital. The XX apostaron por este país para volver al circuito de festivales después de cuatro años en barbecho. The Weeknd desplegó su show de R&B traducido a las masas. Pero cuando muchos colombianos recuerden la fiesta de 2017, aparecerá la imagen del rapero Wiz Khalifa fumándose un porro en la tumba de Pablo Escobar y dejando otro de regalo sobre la lápida. Esta vez la lluvia y el trancón perdieron parte de protagonismo.
Khalifa, como ya había hecho el año anterior Snoop Dogg, llegó a Bogotá con la tarea de asumir la cuota rapera del festival. Y tal y como hizo su colega, acompañó su espectáculo de humo de marihuana y canciones comerciales grabadas a las que solo tuvo que poner las rimas. El joven artista ha dejado las mixtapes para entregarse a esas colaboraciones tan rentables que han hecho del hip hop el nuevo pop en Estados Unidos. Sin camiseta, solo ataviado con sus tatuajes y deslumbrantes joyas (con las que se podría pagar el posconflicto en Colombia), dejó caliente el escenario para la despedida de Richie Hawtin y Martin Garrix.
Antes de que a los colombianos les volvieran a recordar que Escobar sigue presente, Estéreo Picnic había visto como una banda como Glass Animals era capaz de convertir el parque 222, el recinto donde se celebra el festival, en un karaoke. El público se sabía tan bien las canciones de los británicos que sus coros alcanzaron a escucharse, muchas veces, más que la propia voz de Dave Bayley. Algo similar sucedió con sus compatriotas The XX. Ya conocían a quienes pisaban el barro del festival, era la segunda vez que visitaban el país, como recordó Oliver Sim. El vocalista intervino en medio de la presentación para decir que su primer concierto, en 2013, es uno de sus favoritos. La sensación, por las chiribitas en los ojos de los dos cantantes de la banda que lidera Jaime XX, parece que se repitió a lo largo del ejercicio de melancolía al que acostumbran y que terminó por convertirse en una fiesta.
Esa misma noche, Rancid consiguió unos cuantos pogos antes de que The Weeknd llenara el escenario principal con una retahíla de canciones difíciles de distinguir entre sí. Hasta que sonó la banda sonora de 50 sombras de Grey y el éxito que comparte con Daft Punk, I feel it coming, el playlist se convirtió en una sucesión homogénea de temas ante los que únicamente había que flexionar las rodillas para seguir el ritmo.
Para compensar la monotonía, la última jornada de Estéreo Picnic se entregó a los ritmos locales desde primera hora. El viaje por la diversidad musical colombiana empezó a las 15 de la tarde en la isla de Providencia. Elkin Robinson y sus compañeros volvieron a recordar que la salsa no es el único patrimonio del Caribe con su mezcla de mento y calypso cantada en creole, el idioma de los raizales de esta otra Colombia. La siguiente parada fue en el Pacífico con las marimbas de Canalón de Timbiquí. Y de vuelta a la costa atlántica, Totó la Momposina reivindicó la música de la identidad ante el público indie incapaz de negar su herencia natural a tenor de cómo empezar a moverse las caderas. Quantic y Cero 39 tradujeron estos ritmos con sus máquinas para terminar de explicar a los despistados la riqueza cultural de un país que es en sí mismo un continente.
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