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Michael Keaton: “Ray Kroc era hijo de inmigrantes; Trump viene del dinero”

El actor encarna en 'El fundador' al hombre -visionario o ladrón- que levantó el imperio McDonald's

Michael Keaton, en un fotograma de 'El fundador'.
Michael Keaton, en un fotograma de 'El fundador'.
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Como dice Michael Keaton, “nada dura para siempre”. A él le pasó, ya que desapareció víctima de su propia fama tras esos tiempos gloriosos junto a Tim Burton en Batman (1988) o Beetlejuice (1989). Hoy el intérprete de 65 años disfruta de una nueva vida que arrancó con la candidatura como mejor actor por Birdman (2014) y continuó al frente de la pasada ganadora del Oscar, Spotlight (2015). “Probablemente tengas razón y los premios te den un cierto caché. La popularidad y el talento no tienen porqué estar reñidos”, dice con la misma certeza y humildad con la que hace un par de años las cámaras le pillaron guardando el discurso de la victoria cuando Eddie Redmayne se llevó el Oscar que creía suyo. Ahora Keaton quiere continuar su racha con El fundador, donde interpreta a Ray Kroc, el visionario o el ladrón –depende de cómo se mire- detrás del imperio de McDonald’s. “No es solo la historia de McDonald’s. Es la gran historia americana. Más que una biografía la película resume lo que es este país, la tierra de las oportunidades, del trabajo duro, de la libre empresa y del capitalismo con todas las letras, las buenas y las malas”, detalla su protagonista.

Aunque sabía de la historia no llegó a conocer a Kroc, fallecido en 1984. No lo echó de menos. La película de John Lee Hancock no es un resumen de hechos sino una alegoría donde la única condición de Keaton para aceptarlo fue mostrar a su personaje como fue, sin edulcorantes. “Yo me puedo identificar con él ya que era un gran trabajador. Al menos en un principio. Luego se dejó llevar por la avaricia”, le describe. En el actual clima político se ha comparado El fundador con Donald Trump y su ascenso a la presidencia estadounidense. Keaton puede verlo pero no quiere ni entrar en el tema. “Ahora mismo sería como encender una cerilla junto a un escape de gas”, afirma. “Además Kroc era un trabajador, hijo de inmigrantes, el tejido de muestro país. Y Trump viene del dinero. Pero eso es mentar las cosas claras y no es algo a lo que estemos habituados estos días”.

Como menor de siete hermanos de una familia trabajadora de Pittsburg (EEUU), para Keaton ir al McDonald’s era algo especial. Ahora quiere sus hamburguesas “con verduras”, está poco interesado en comer carne y alejado del consumismo de Hollywood en su rancho. “Cuando llegué aquí no tenía ni trescientos dólares en el bolsillo y fingía que tenía un apartamento”, recuerda. Hubo momentos en los que pensó en tirar la toalla y que sigue recordando. Por eso “es natural” que disfrute de la posición que tiene y le agraden las adulaciones, a ser posible en forma de ese Oscar que todavía no ha conseguido y que no puede ocultar que le gustaría obtener. “Todos somos humanos”, recuerda.

“No es solo la historia de McDonald’s. Es la gran historia americana"

Es esa humanidad la que le hace “Mr. Agradable”. Así le llaman los que trabajan con él, un actor de otra época que habla por si mismo en lugar de que sus relaciones públicas le dicten lo que tiene que decir. Alguien que admite que junto a la popularidad y al talento necesita “seguir presente” para que se acuerden de él. Que para conseguir papeles necesita ser parte del mercado internacional. Y de ahí que grandes producciones como Spider-Man: Homecoming, la nueva encarnación del hombre araña y su próximo trabajo, es perfecta para su carrera. “Es una película que viaja, que proyecta tu nombre fuera y así te contratan. Y no todas las grandes producciones son malas”, aclara con su gran sonrisa. “De hecho, esta es muy buena”, añade casi enrojeciendo como pillado en falta por sus comentarios. En Spider-Man: Homecomig interpreta a Vulture, un villano al que Keaton no ve del todo malo. “Puedo entenderle. Tiene su punto. Por eso dije que sí”, agrega alguien que hace así un giro radical desde su Batman de la DC hasta este villano de la Marvel.

Aun así, admite que si por él fuera, se quedaría con el cine independiente. De ahí su pasión por Alejandro González Iñárritu, su director en Birdman. Como dice casi poniéndose de rodillas, el Negro es lo que describe como “un verdadero” artista. También le viene a la cabeza Billy Wilder, el realizador que más admira y del que ve toques en la historia de El fundador. Sin embargo, su nombre es algo del pasado. “Y mi trabajo es interpretar el papel que tengo delante. Lo que quiero es hacerlo bien. Trabajar duro y hacer lo que se supone que tengo que hacer. Dejo para otros las apreciaciones. Para mí la interpretación es mi trabajo”. Un trabajo que suma y sigue, ya que rodado el gran espectáculo de Spider-Man vendrá ese pequeño filme titulado American Assassin que dirige Michael Cuesta. Lo que nunca parece llegar es ese tan comentado Beetlejuice 2. “Ese barco ya soltó amarras", resume, "para llegar a ningún sitio”. “Tampoco te creas que hay tanto trabajo disponible por ahí”, aclara. Según Keaton cuando dice que no es por problemas de calendario. O porque el material no es bueno. Es difícil encontrar un buen guion y más aún para su edad, dice. “Por eso me siento muy agradecido con mi carrera, eso te lo puedo decir”.

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