Francisco Bobillo, profesor universitario y humanista
Enseñó Ciencias Políticas en la Universidad Complutense y fue director general del Libro
Si hay muertes que, pese a conmovernos, no dejan de ser anunciadas, la de Paco, en cambio, el 6 de enero pasado, ha sido un golpe macizo, inesperado, sin razón; un golpe trágico, como los anunciaba el inmenso César Vallejo en Los heraldos negros: “¡Hay golpes en la vida tan fuertes... Yo no sé! [...] Serán tal vez los potros de bárbaros atilas; / o los heraldos negros que nos manda la Muerte”.
Paco Bobillo fue, por encima de todo, un universitario con sosiego, y con una sensatez que sorprendía incluso en los años rebeldes de su juventud. Cualidades ambas que ejercía no por autocontrol o simulación, sino por su natural. Tal vez el humanismo estoico y el apacible escepticismo que le caracterizaban —dentro de sus sólidos principios— puedan explicar este sosiego interno; acaso también su impronta galaica.
Quienes por edad o lecturas recuerden los finales años sesenta, conocerán la conflictividad y tensión que existía en los medios universitarios. En este contexto, Paco, orensano trasterrado, comenzó sus estudios de Ingeniería de Caminos en la Politécnica de Madrid. Pero hay incidentes que cambian, a veces, el curso de la vida. Detenido por posesión de propaganda ilegal, Paco fue procesado por el TOP, defendido por Tierno Galván y obligado a pasar unos meses de vacaciones en la cárcel de Carabanchel (universidad paralela, se decía). Ya en libertad y con un expediente que le prohibió pisar durante un tiempo el recinto universitario, se vio forzado a reorientar sus estudios hacia la Facultad de Económicas, donde se licenció y posteriormente doctoró.
Con todo, su vocación definitiva fue la Ciencia Política, ámbito donde fue acogido por don Carlos Ollero, en cuya cátedra llevaba ya años Raúl Morodo: cátedra con su revista, el Boletín de Ciencia Política, que unía el tiernismo de Salamanca con el ollerismo de Madrid, y que fue conformando una escuela académica, plural y abierta. En esta revista, Paco comenzó a publicar sus primeras notas y recensiones. Desde entontes, la docencia y la escritura de libros y artículos dominaron su permanente actividad en la madrileña Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense, donde se jubiló hace solo unos meses. Por su parte, el compromiso político que contrajo en aquella época de clandestinidad se plasmó en su militancia en el PSP, junto a su íntimo amigo y maestro Tierno Galván, a quien acompañó también en su aventura como alcalde de Madrid.
Como buen gallego, América formará parte de su cosmovisión total, sobre toda la América española, que recorre en múltiples ocasiones, pero también la norteamericana, donde investigó una temporada en la universidad de Columbia con Eduardo Malefakis y trató a Victoria Kent, llegando a publicar (con seudónimo) en la célebre revista Ibérica.
Ya en la democracia, Paco fue secretario general de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, cuando aquella se convirtió en un importante referente de la vida cultural española. Algunos de los que hoy firmamos esta semblanza la dirigimos y participamos en esta singular etapa de diálogo y de reconciliación. Con su invariable sentido común, él supo coordinar con eficacia esta aventura abierta, plural y algo libertaria.
La vida de Paco Bobillo no puede entenderse sin los libros, que fueron siempre su mundo natural, como una atracción imposible de evitar: además de ávido lector, Paco fue director general del Libro y también director de Tecnos, editorial cuyas publicaciones de autores españoles y extranjeros tanto han contribuido a nuestra modernización intelectual.
No vamos aquí a comentar la extensa obra de Paco Bobillo, pero sí reseñaremos algunos libros que pueden testificar este carácter humanista que hemos señalado. Así, su libro, que fue su tesis doctoral, Nacionalismo gallego. La ideología de Vicente Risco; el estudio del mito en su proyección política, referida a los himnos, titulado metafóricamente El sonajero de los pueblos; o un excelente libro con tres extensos ensayos, La realidad como problema: estudios sobre intelectuales y política.
La trayectoria de nuestro fraternal amigo fue un continuum con muy pocas variaciones: su humanismo libre y antidogmático, su vocación universitaria, su pasión por los libros y su lealtad hacia sus amigos. Para recordarle, compañeros de distintas épocas, junto con sus hijos Jaime y Carlos y sus ocho hermanos, nos reuniremos mañana para celebrar un sencillo acto en su querida Biblioteca Nacional.
Firman también este obituario Carmela García-Moreno, María Teresa de Borbón-Parma, José Bono, Julián Santamaría, Emilio Cassinello, Elías Díaz, Donato Fuejo, Carlos Moya, Tomás Ramón Fernández, Ramón Cotarelo, Enrique Guerrero, Jorge Souto, Daniel Chamorro, Luis Calvo, Andrés de Blas y Pedro Bofill.
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