‘Tarde para la ira’ y ‘Paquita Salas’ se adueñan de los Premios Feroz

En la cuarta edición de los premios Feroz la ópera prima de Raúl Arévalo Tarde para la ira y la comedia de televisión Paquita Salas se disputaron el mérito de deslumbrar como del otro lado del charco lo hizo en los Globos de Oro La ciudad de las estrellas (La La Land). El thriller de Arévalo solo se dejó por el camino el premio a mejor actor, que le arrebató Roberto Álamo al presentador de la gala, Antonio de la Torre, y el de mejor cartel. La serie que nació como un vídeo de apenas unos segundos para la web, feliz ocurrencia de Javier Ambrossi y Javier Calvo, obtuvo los tres galardones a los que optaba: mejor serie de comedia, mejor actor protagonista (para Brays Efe) y mejor actriz de reparto (para Belén Cuesta). Julieta, de Pedro Almodóvar, se marchó de vacío y El hombre de las mil caras, que partía como favorita con 10 candidaturas, tuvo que conformarse con tener el mejor cartel.

Antonio de la Torre, rostro del thriller en español –lo eran los dos filmes por los que estuvo nominado como intérprete–, ejerció con cicuta como presentador de la gala. El primer chiste fue para Fernando Trueba y la notoria ausencia de La reina de España. “Este año estreno dos películas y quiero decir que me siento muy español”, dijo con sorna De la Torre, aludiendo al supuesto perjuicio que le habría acarreado el presunto boicot contra Trueba por su discurso al recoger el Premio Nacional de Cinematografía. Tuvo también muchos, casi todos, para el grupo de periodistas cinematográficos que han impulsado estos premios, y hasta para compañeros de profesión: “Cuando dejáis que vote la gente hacen locuras: el Brexit, Trump o los dos premios que tiene Mario Casas”.

La noche, tan fría dentro de los muros del palacio de los Duques de Pastrana como afuera en este Madrid invernal, se templó en un punto. Por segunda edición consecutiva se entregó un Feroz honorífico y, si el año pasado fue para Rosa María Sardà, en esta ocasión el destinatario fue alguien que aúna realizaciones míticas en cine y en televisión. Narciso Chicho Ibáñez Serrador apareció en silla de ruedas, sin dar con el micro ni con su propia voz. Lo había presentado Álex de la Iglesia con esta frase: “Uno de los directores que más me ha influido”. Él, diciéndose aterrado por el respeto con que le miraba todo el mundo, prometió que antes de cualquier otro homenaje haría una película más. Mientras la emisión televisiva pasaba a publicidad, su hijo salió para poder alzarlo y que saludara en pie, y entonces el auditorio estalló en el más largo y ceremonioso de los aplausos.

Eduardo Noriega y Leonor Watling, encargados de entregar el primer premio de la noche, quisieron también acordarse de otra ausencia, y mencionaron a la recién fallecida Bimba Bosé. Entre los discursos de los ganadores cupieron algunas reclamaciones: la brecha salarial entre mujeres y hombres en cine y televisión, o la necesidad de apostar con más convicción por la ficción española que pedía con su voz de caverna José Sacristán.

Brays Efe, que da vida a Paquita Salas, esa agente de estrellas interpretada por alguien con quien no comparte ni género ni el perfil esperable para su puesto, también quiso apuntarse a los mensajes biempensantes y confesó que, siendo gordo, pelirrojo y feo, nadie habría escrito un papel tan profundo para él si no fuese porque interpreta a una mujer. “Podemos transmitir, contar historias, escribídnoslas, por favor”.

Por primera vez, igual que las seis categorías televisivas que se entregaron –y que Olivares, creador de El Ministerio del Tiempo junto con su fallecido hermano- agradeció, se incluyó en la nómina de premios el de mejor documental, que recayó en Dead Slow Ahead, de Mauro Herce. Albert Serra, director de La muerte de Luis XIV, ganó otro premio, un especial que reconoce que su película habría debido despertar un mayor interés de público y crítica (señalar al tapado). Serra fue contundente en su declaración: “En otros países la ha visto mucha más gente que la mayoría de las que están aquí hoy".