Paul Schrader: “No hemos perdido el arte, sino el público”
El veterano cineasta presenta 'Dog eat dog', un estupendo 'thriller' con Nicolas Cage y Willem Dafoe
Paul Schrader da la mano y avisa: "Voy a comer un sándwich. La hora de la comida la he pasado durmiendo". Cosas del desfase horario. Está en el festival de Sitges para recibir un homenaje y por la proyección de Dog eat dog, que en su paso por Cannes cosechó alabanzas. El guionista del mejor Scorsese, el de Toro salvaje o Taxi driver, y director de American gigolo, Mishima, Posibilidad de escape o de Aflicción, había recuperado el nervio artístico, tras diversos desbarres como The Canyons, con la que visitó la Seminci en 2013, o Caza al terrorista. Schrader (Grand Rapids, Michigan, 1946) debuta como actor en un personaje secundario que impulsa la trama de este thriller con Nicolas Cage y Willem Dafoe, viejos conocidos suyos, que se estrenará en España en el primer trimestre de 2017.
Sin embargo, no parece apreciar mucho el resultado. "Yo no quería hacer un filme policiaco, pero leí el guion y era extraordinario". El libreto se basa en una novela de Edward Bunker, eficaz y apasionado escritor de novela negra, en las que hablaba de su pasado criminal, y actor: fue el señor Azul en Reservoir dogs. "Nunca había leído nada de Bunker". ¿No le atraía? "No conocía su obra. Tuve que cambiar la época, trasladarla de los noventa a la actualidad. Ese fue mi objetivo".
Schrader traga sándwich, su inglés -habitualmente masticado- multiplica su ininteligibilidad. Pero le gusta hablar de cine, se limpia de manera pulcra, y pasa a la siguiente reflexión. "El cine me importa. Al contrario que muchos cineastas actuales. No es culpa de ellos. Sino de la sociedad. Si hubieras vivido en los setenta en Hollywood, una edad de oro en cuestión de talento, habrías visto que la diferencia entre aquellos años y hoy en día es el público. Se tomaban las películas en serio, las querían, aprendían de la situación social a través de ellas. En el momento en que los efectos especiales cambiaron el tipo de espectadores, el cine mutó. Así que no hemos perdido el arte, sino que hemos perdido el público. Esos espectadores están más interesados en presupuestos y efectos que en el cine. No creo que podamos revertir la situación". Lo dice alguien que no vio ni una película hasta los 18 años, por culpa de la estricta educación calvinista que recibió de su familia.
Un actor debutante
Les ofreció el personaje del Griego a Michael Douglas, Quentin Tarantino, Martin Scorsese, Nick Nolte, Christopher Walken, Jeff Goldblum, Michael Winncot y Rupert Everett. Por una causa u otra, ninguno quiso o pudo aceptarlo. Así que a sus 70 años, Paul Schrader debuta como actor. "El casting es fundamental, te ata al resultado. Si te equivocas, te hunde". ¿Y cómo se ve a sí mismo en pantalla? "Nunca había hecho algo así. Y no creo que repita. Lo que puedo decir es que al menos ni lo hago mal ni aburro. Y en realidad me da un poco igual cómo luzco en la pantalla".
Su Dog eat dog tampoco deja espacio para la esperanza o la redención. "No le des más vueltas. Me lo he pasado bien haciéndola. Espero que sea algo transgresora, que entretenga, que se vea que busco una sensibilidad especial que reclamé a todos los miembros del equipo técnico, jóvenes debutantes casi todos. Y ya está. Ahora estoy concentrado en mi siguiente trabajo, que será muy distinto". Su título, First Reformed, con Ethan Hawke y Amanda Seyfried. "Creo que me ha llegado el momento de hacer una película más espiritual, sobre lo vida y muerte, Hace unos años cené con Pawel Pawlikowski, el director de Ida, y él me convenció de que me tocaba filmar algo de este estilo. Así que la escribí".
Como en Dog eat dog, ¿triunfan en el mundo el odio y la ignorancia? "Desde luego. No es complicado hacer cine, pero mira qué llega a las salas. Y no hay más que fijarse en los debates entre Donald Trump y Hilary Clinton, aunque no creo que nos vaya mucho mejor si gana Clinton. Estados Unidos ha legitimado ese odio y esa ignorancia. Durante décadas estuvimos orgullosos de que en nuestro país no triunfaran movimientos opresores y dictatoriales como el nazismo, al contrario que en España o Sudamérica. Hoy no lo tengo tan claro con las revueltas y tanta basura sobre la supremacía blanca". Aun así, se siente feliz en Estados Unidos. "No sé dónde podría vivir más cómodo".
Otra cosa es su posición en el cine actual. "En realidad el mundo del cine es amplísimo. La buena noticia: todos podemos hacer una película. La mala: no todos, más bien muy pocos, podremos ganarnos la vida con el cine. Como dice Francis Ford Coppola: 'Si hoy quieres ser cineasta, tienes que buscarte otro trabajo que te mantenga'. Y en esas estamos".
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