Nos cuesta tanto olvidaros
Así se convirtió Mecano en el mayor fenómeno del pop español
La discografía completa de Mecano que lanza ahora EL PAÍS conmemora dos efemérides: los 35 años de la publicación del sencillo Hoy no me puedo levantar —que se lanzó el 14 de mayo de 1981— y los 30 años del elepé y casete de Entre el cielo y el suelo. Es decir, la primera canción y primer éxito del trío y el álbum de consolidación que universalizó el nombre de Mecano. Sí, Mecano fue el grupo latino más importante de su tiempo, pues su triunfo se extendió por Iberoamérica y, en Europa, por Francia e Italia. Lo que explica que, más de dos décadas después de la separación de Ana Torroja, José María Cano y Nacho Cano, el musical Hoy no me puedo levantar volviera a estrenarse en Madrid y Ciudad de México con éxito e incluso prorrogase su estancia en los teatros. Las cifras les apoyan, Mecano es el grupo español que más discos ha vendido en la historia, más de 25 millones.
Ana, José María y Nacho entraron por la puerta de atrás de la creciente movida madrileña. No siguieron los mismos pasos que otras bandas coetáneas como Kaka de Luxe, Nacha Pop, Radio Futura, Rubi y Los Casino, Mario Tenia y Los Solitarios, Los Secretos y Mamá o Los Elegantes, cuyas maquetas llegaron a manos de Mario Armero, Julio Ruiz, Manolo Fernández o Jesús Ordovás, los grandes gurús radiofónicos de Onda 2/Radio España, Radio Popular FM o Radio Juventud/Radio3.
José María probó suerte en el concurso Gente joven de los domingos por la mañana en TVE, como solista cantautor, interpretando Al alba, de Luis Eduardo Aute. Lo asistían su hermano a la guitarra española y Ana en la segunda voz. Al poco tiempo, un quinceañero Nacho formó Prisma, su propio grupo, junto a sus compis de cole Eduardo Benavente (luego en Pegamoides), Luis Bolín (después en La Unión), y Toti Árboles (batería fundador de La Frontera). Jugaban a ser los Rolling Stones.
Ana había vivido la música desde pequeña. Su padre tocaba el piano y pinchaba grandezas como La valquiria, de Wagner, para la familia en el salón ante unos altavoces construidos por él. La vocalista de Mecano recuerda sensaciones increíbles, a oscuras en esa habitación, con la música a todo volumen, imaginando lo que le estaría sucediendo a Sigfrido, el héroe de la ópera. Su madre advirtió tempranamente las dotes y querencias musicales de Ana y la llevaba al Teatro Real. La primera ópera a la que asistió fue La dama de las camelias. Pudo entrar en el Coro Nacional, pero no le llamaba la atención el mundo de la música clásica. Recuerda que su relación con la música se reanudó un día de fiesta en que José María interpretaba con su guitarra A Horse With No Name, del trío America, en una fiesta, y animó a Ana a cantar la segunda voz. "Al final en todas las fiestas siempre acabábamos cantando algo”, evocaba en 1992.
José María escuchó Imagine de John Lennon en un guateque. Ahí descubrió a The Beatles y a partir de entonces empezó a comprarse discos de Santana, Crosby, Stills, Nash & Young, James Taylor, Carole King, Carly Simon, Cat Stevens, Elton John y grupos de aquellos tiempos del rock sinfónico como Genesis, Yes, Camel, ELO, Mike Oldfield y, sobre todo, Humble Pie de su admirado Steve Marriott, Paul Rodgers (Free, Bad Company), Rory Gallagher, Frank Zappa y The Who. Nacho, a la zaga, prestaba atención a todos estos artistas y grupos. Ambos se pasaban tardes enteras en El Corte Inglés escuchando discos. Nacho se quedó especialmente prendado, al verlos en conciertos, de Procol Harum, Lou Reed y, sobre todo, de Mike Oldfield y de Genesis, aún con Peter Gabriel, que tocaron en el pabellón deportivo del Real Madrid. A la larga, Mike Oldfield se convirtió en su auténtico héroe musical junto a Prince, que le marcó sobremanera en los años ochenta.
Fenómeno social y musical
Ya como Mecano, los Cano enviaron una maqueta a CBS. Firmaron su primer contrato en diciembre de 1980, lo que significó una gran victoria en una travesía a contracorriente. Es sabido que la matriarca de los Cano rechazaba sin vacilar cualquier manifestación musical de sus hijos. Nacho y José tocaban, componían y ensayaban de forma semiclandestina en un local que alquilaban cerca de su casa. Si entendemos la denominada movida como una manifestación juvenil multicultural, pero sobre todo musical, nacida del desahogo, de la liberación de usos y costumbres de una sociedad que estrenaba nuevos derechos democráticos, las canciones de Mecano responden literalmente a esa necesidad imperiosa de emanciparse, de descargarse, de significarse. El mayor ejercicio del derecho de libertad de expresión en los días de la Transición española se usó en la música popular. Y Mecano, por muy pop que fuera su estilo, por muy lejano que pareciera del punk, del heavy o de los géneros rockeros en principio más rompedores, más rebeldes o inconformistas, reflejaron directa y notablemente el sentir de una generación de jóvenes.
El argentino Jorge Álvarez produjo la grabación y Luis Cobos hizo los arreglos, muy orientados al tecno pop emergente, del primer disco de Mecano. Ambos dieron forma artística y profesional a las canciones de los dos hermanos. El tecno pop, alimentado por la nueva tecnología digital y los últimos teclados, sintetizadores y percusiones programadas, vivía momentos de esplendor como réplica a la nueva ola y al punk. Bandas como Depeche Mode, New Musik, Gary Numan, The Human League, Ultravox o John Foxx en el Reino Unido, los pioneros Kraftwerk en Alemania, Jean Michel-Jarre en Francia o Devo en Estados Unidos sorprendían con un sonido innovador y también con una imagen de diseño futurista.
De hecho, grupos denominados “nuevos románticos”, como Spandau Ballet o Classix Nouveaux, influyeron a Mecano en su forma de vestir y de peinarse a la hora de posar en las fotos de los primeros discos. Esta propuesta estética, amén de la actitud abierta y tolerante, fue acogida desde el principio por una población gay cada vez más despierta. El single Hoy no me puedo levantar / Quiero vivir en la ciudad salió el 14 de mayo de 1981, aunque antes había caído en manos de Rafael Abitbol en Radio 3, Juan de Pablos en Radio España o Julián Ruiz, Luis Merino y Jaime Barella en Los 40 Principales, que lo apoyaron efusivamente desde sus programas. De hecho, el espacio El flexo, de Barella, que se emitía las madrugadas del sábado al domingo, fue uno de los primeros que entrevistaron al trío y el primero que les entregó un premio en la sala Long Play como grupo revelación del año.
Dos autores y un timbre de identidad
La coyuntura política favoreció la explosión de Mecano, de ambos talentos hermanados, de los éxitos bien diferenciados de Nacho, sobre durante la primera etapa discográfica, en la trilogía de CBS (Mecano en 1982, ¿Dónde está el país de las hadas? en 1983 y Ya viene el sol en 1985), y de José María más bien en la segunda etapa, en la trilogía de BGM/Ariola (Entre el cielo y el suelo en 1986,Descanso dominical en 1988 y Aidalai en 1991).
Nacho escribió canciones pop con letras directas y sencillas y José, líricas y enrevesadas
La Transición facilitó el fenómeno social Mecano. En un primer momento como expresión de una juventud eufórica, ávida de emociones, deseosa de reírse, de desinhibirse, de pasarlo bien. Después, en la última etapa, conectaron con la herencia mística y las raíces del pensamiento y el sentimiento español: en el caso de José María al destapar sus lecturas de León Felipe, santa Teresa de Jesús o san Juan de la Cruz, o en el caso de Nacho, el choque entre los desvaríos y las tentaciones de la carne y ese anhelo espiritual y redentor del budismo y el dalái Lama.
Mecano podrá gustar, disgustar o encantar, pero lo que nadie puede negar es su impacto social en gran parte de la población española. Menos discutible aún es el éxito artístico como creadores de melodías, de canciones, de un sonido y estilo propio.
¿Cuál fue o en qué consiste la fórmula del éxito de Mecano? José y Nacho escribieron canciones pop con conocimiento, con base para escribir y componer. Letras directas, sencillas, las de Nacho; y más líricas y enrevesadas, rimadas, musicales, las de José María, y en ambos autores siempre bien acentuadas. Toda palabra suena en su sitio sonoro. José María rimaba a mitad de palabra si era necesario con tal de lograr la más bella sonoridad.
Ambos creadores hallaron en Ana el sello, el timbre de identidad de Mecano. La madrileña, de voluntad férrea y disciplinada, no tardó en entrenar, en colocar y proyectar su voz con la dirección del maestro hispanofrancés Robert Jeantal (Chantall), el mismo que ha adiestrado a Alejandro Sanz, Carlos Baute, Miguel Bosé, Malú, Paloma San Basilio y Victoria Abril, entre tantos.
José María siempre insistió en que Ana mantuviera ese timbre femenino aniñado que contara y cantara los dos mundos masculinos de los hermanos. ¿Por qué el público asimiló de forma tan natural que una mujer interpretara versos, historias, desde una perspectiva tan masculina? He ahí el mérito de Ana, su secreto, pura alquimia emocional y artística, siempre humilde en el aprendizaje dejando que los Cano moldearan su voz canción a canción, disco a disco. Nacho enfatizaba los coros, las armonías de Ana, y José María ensalzaba sílaba a sílaba la belleza y el encanto de su voz. Esa voz y su inteligencia, su carácter sabio y paciente, fueron punto de encuentro y de entendimiento entre dos personalidades fuertes y muy exigentes. El timbre de Ana distingue a Mecano. Eran y siguen siendo un fenómeno musical.
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