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crítica | LOS CABALLEROS BLANCOS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ambigüedades de la salvación

El tema de fondo en la película es si la supuesta benignidad de un fin justifica la turbiedad de los medios. Lafosse no tiene respuestas

Los caballeros blancos

Dirección: Joachim Lafosse.

Intérpretes: Vincent Lindon, Louise Bourgoin, Velérie Donzelli, Reda Kateb.

Género: drama.

Francia, 2015

Duración: 112 minutos.

Si en su anterior largometraje, Perder la razón (2012), el belga Joachim Lafosse partió de un caso real de la crónica negra no tanto para ser fiel a los hechos, sino para plantear preguntas incómodas a sus espectadores, Los caballeros blancos establece una línea de continuidad con esa metodología de trabajo para dar forma a una película completamente distinta. Aquí, la fuente testimonial es el caso de El Arca de Zoé, ONG que, en el año 2007, protagonizó un sonado incidente internacional al intentar expatriar a 10.000 niños de Darfur mediante el poco ortodoxo método de gestionar su adopción con familias de acogida europeas y americanas sin contar con las suficientes garantías sobre la orfandad de los menores.

Lafosse se aparta del microcosmos familiar que había explorado tan a conciencia en películas como Propiedad privada (2006) y Perder la razón –y que vuelve a ser su campo de estudio en su último trabajo, L’économie du couple -para diseccionar la dinámica y las tensiones- de grupo en lo que a ratos parece una versión vaciada de todo componente lúdico de esa narrativa de la espera que definió la heterodoxia de Hatari! (1962). La película fija su atención en la labor de los miembros de una ONG inspirada en El Arca de Zoé, sin ninguna tentación de aplicar barnices románticos o épicos a una cotidianidad hecha de negociaciones extenuantes, de pulsos entre idealistas y pragmáticos y de roces entre quienes asumen su condición de soldados rasos en una misión delicada y quienes ejercen de, como diría Ignacio Vidal-Folch, turistas del ideal.

El tema de fondo aquí es si la supuesta benignidad de un fin justifica la turbiedad de los medios. Lafosse no tiene respuestas: tampoco cuenta con la lluvia deus ex machina que cerraba Un día perfecto (2015) con una nota tranquilizadora.

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