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El Sella, más que un río

Entre reyes asturianos y sidra, más de mil palistas celebran el descenso del río en su 80ª edición

Rut de las Heras Bretín
80º aniversario del descenso del Sella, este sábado.
80º aniversario del descenso del Sella, este sábado.Bernardo Pérez

Es la primera vez que Isabel García hace el descenso del Sella; es la séptima que Walter Bouzán y Álvaro Fernández Fiuza quedan primeros en K2. Una competición llena de fechas que marcar en el calendario –las personales y las públicas– que este sábado ha celebrado la 80ª edición y que está considerada de interés turístico internacional. Ha sido el décimo año que Fernando Ania reencarna al rey Pelayo en el desfile que recorre la calle principal de Arriondas antes de que se diera la salida, los 45 anteriores lo hizo su padre y él, cosas de la monarquía, ha heredado la corona. Y de reyes y príncipes saben en Asturias, por algo celebran la prueba reina de descenso de ríos, que a la vez es la fiesta reina de Asturias, con permiso de La Santina, como se conoce popularmente a la virgen de Covadonga.

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La 80ª edición de Les piragües (así llaman en Asturias a la fiesta que se organiza en torno al descenso del río Sella) no coincide con su 80º cumpleaños, ya que fue en 1932 cuando el creador de esta competición, Dionisio de la Huerta, fijó la salida y la meta en los puntos donde están ahora, pero durante la Guerra Civil no se celebró. Lo de que es la primera vez que Isabel García desciende el Sella también tiene un matiz: es la primera vez que lo hace sin su marido, que falleció en octubre. Se conocieron en 1958 en esta fiesta, aquella sí fue su primera vez: ella, gijonesa de 16 años, él, madrileño de 20. Iban en el tren fluvial y “ahí empezó mi vida”, dice emocionada mientras recuerda que se colocaron “como sardinas en lata” para aprovechar el espacio ante la cantidad de gente que bajaba. Después, carta diaria –una hacía el camino de Madrid a Gijón, otra, el contrario- hasta que en 1963 con el primer sueldo de él se casaron, luego cuatro hijos y muchos descensos más, “siempre que podíamos”. Ayer bajaba en el tren fluvial rodeada de amigos que la habían entre animado y obligado a volver. “Vengo a hablar con él”.

Las cifras

Ocho kilómetros de río.

1156 palistas en 816 embarcaciones.

Deportistas de 21 países, debutaban: Marruecos, Colombia y Serbia.

Acampadas en Ribadesella con capacidad para 9.000 personas.

Momentos únicos que da una fiesta única. No hay ninguna competición de piraguas en la que 1.156 palistas en 816 embarcaciones salgan a la vez. Y otros años el número de participantes ha sido mayor. Números espectaculares teniendo en cuenta que en la federación asturiana de piragüismo hay unos 1.100 remeros de los cuales 350 son categorías infantiles que no pueden participar en Les piragües; y en la española, 9.685 deportistas. “Si tiene algo guapo el Sella es eso, el lío que se monta”, le contaba Bouzán a EL PAÍS el pasado jueves unas horas antes de la contrarreloj que se celebra para otorgar las posiciones de salida. Prueba que predijo lo que iba a suceder en la meta de Ribadesella, Julio Martínez volvió a quedar segundo por detrás de los que parecen imbatibles. Aunque Martínez tiene en su haber dos récords: es el máximo ganador de esta competición, 11 veces, y el que ha bajado el río en menos tiempo, en 2009 lo logró en una hora, un minuto y catorce segundos. Ambos guardan en la memoria alguna de las primeras medallas como los momentos más emocionantes que recuerdan y reconocen que ganar el Sella es único, y los dos tienen medallas de campeonatos mundiales. “El Sella te aporta y tú transmites a la gente”, explica Martínez al que le gusta el ambiente festivo que gira en torno al deportivo y que entiende que para los visitantes lo emocionante es la salida. En la de este sábado la asturiana Lara Álvarez, presentadora de televisión, recitó los versos que escribió Dionisio de la Huerta y que empiezan con un “Guarde el público silencio…” y acaban con un atronador Asturias, patria querida, que pone los pelos de punta a asturianos y a foráneos.

Les piragües suenan al himno del Principado, a gaita, a tambor, al claxon de los coches animando a los palistas desde la carretera, a tren fluvial –el único de ruta regular que tiene solo un servicio al año, el sábado de agosto que se celebra el descenso– desde el que se iba animando a Bouzán, los gritos de “¡Walter, Walter!” eran frecuentes durante el recorrido. Se le tiene un cariño especial, nació en Ribadesella. Una riosellana, compañera de la escuela, señala su casa cuando el tren pasa por ella. Pero también suena a orquesta de fiesta que tan pronto mezcla a Raphael con las Spice Girls, a cánticos de peñas, mejor dicho: de tritones (los encargados, a las órdenes de Neptuno, de dejar el río despejado de bañistas y algún que otro borracho en el momento del cañonazo de salida). “¡Cocacola asesina, la sidrina al poder!”, gritaban ayer, con no poco humor.

Les piragües son ríos de gente, ríos de sidra, ríos de fiesta, ríos de asturianía.

Hermanamientos

Dionisio de la Huerta (1899-1995), padre del Descendimiento del Sella, quiso darle a la competición un carácter festivo e internacional, así los collares de flores hawaianos -que trajo de uno de sus viajes por el mundo- forman parte del atuendo junto con el chaleco que en la espalda lleva la bandera asturiana y la montera picona, el gorro de fieltro y puntiagudo típico asturiano. El carácter internacional se traduce también en la cantidad de participantes de diversos países que van a competir al Sella, la primera edición con un equipo extranjero fue la de 1955 con Cuba. Dos remeros de diferentes lugares se juntaron el sábado tras el pregón de las fiestas, eran el zaragozano José María Esteban Celorrio, medallista olímpico en Montreal 76, y el austriaco Klaus Peyrl. Juntos recordaron su descenso de 1976, cuando Peyrl fue primero una parte del recorrido hasta que Esteban Celorrio le adelantó y pasó primero bajo el puente que marca la meta en Ribadesella (Asturias).

Y, claro, no es esta la única relación de Les piragües con el olimpismo. Este sábado, se ha retomado una antigua tradición y es dar la salida con un cañón, que habitualmente está en la plaza del Ayuntamiento de Arriondas ya que llevaba décadas sin utilizarse, y que fue un regalo de Juan Antonio Samaranch, el que fuera el presidente del Comité Olímpico Internacional entre 1980 y 2001.

Más hermanamientos son los que se producen en las zonas de acampada, entre unos grupos de amigos y otros, no puede ser de otra manera si allí pocos beben agua, en las mesas predominan las botellas de alcohol y algún que otro refresco para mezclar y entre tienda y tienda no hay más que unos centímetros. De los ríos de sidra, se puede volver a los ríos de agua, como son el Bidasoa y el Sella, los dos que se han hermanado este año mezclando sus aguas en la fiesta de las piraguas.

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